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martes, 3 de abril de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

20 FEBRERO DE 2018



Jesús
Hijos míos, vuestro Jesús con mi Madre y vuestra, nos hemos hecho presentes este cenáculo formado y dirigido por nuestros sagrados e Inmaculados corazones.
Mira, hija mía, mi rostro, todo lleno de inmundicia, de escupitajos, salivazos, lleno de bofetadas, de golpes, producidos por las bofetadas de los hombres.
Los golpes que recibí en las caídas que tuve desde el mismo momento en el que fui maniatado en Getsemaní.
Mira mis ojos, no los puedo casi abrir.
Hija mía, mucho me hacen los hombres, muchos desprecios, salivazos y golpes recibo en mi rostro.
Pero los golpes más crueles, las bofetadas que más me dueles y los salivazos que más me humillan son de los hombres y mujeres que se llaman míos. Almas consagradas y fieles.
Fijaros, el dolor tan inmenso que recibo cuando soy pisoteado en la sagrada forma, cuando blasfeman. En el poco respeto que tienen a la Eucarística, donde estoy presente verdaderamente en cuerpo, alma y divinidad.
Pues es mayor el dolor que sufre mi divino rostro, en las almas que os llamáis míos, en las almas consagradas que se llaman míos.
¿Cómo se pueden llamar míos?, ¿cómo os podéis llamar míos?, y ¿cómo algunos del grupo os podéis llamar míos si no hacéis lo que Yo os digo?, ¿lo que mi Madre os dice?, ¿lo que el Padre y el Paráclito os dicen?
Si no que actuáis como los fariseos y los hipócritas. Cogiendo lo que os conviene y desechando lo que no os conviene.
Mirar, hijos míos, Yo soy el Alfa y Omega. El principio y el fin. Mi palabra siempre es actual y lo que dije en el tiempo en que estuve entre los hombres en la tierra, lo dije para el tiempo este y el venidero.
Yo no cambio, el que cambia es el hombre y como los hipócritas y fariseos de estos tiempos que son una mayor parte de mis almas consagradas, así también son una gran parte de mis fieles y algunos de vosotros. Porque no creéis en todo lo que os digo.
Yo no cambio, Yo soy y seré siempre el mismo. Mi palabra siempre es actual.
Y, decirme, ¿alguna vez he hablado o dicho cosas contrarias al Evangelio, hijos míos?
Hay que tener mucho cuidado con los falsos profetas.
Pero en verdad, os digo que a estos enseguida se les conoce. Si no es un día es en otro. Porque el final, se descubren como son, hijos míos e hijas mías.
Coger todo lo que os digo por vuestro bien, pues alguna vez tendréis que dar cuenta ante Mí de todo lo que se os ha dado, como a los que di los talentos en la parábola que conté a los apóstoles y demás gente en el Evangelio.
Me tendréis que dar cuenta de todo. Luego no valdrá: ¡ay, Señor!, ¡ay, Señor!
Pues mirar, que os estamos corrigiendo y enseñando. Semana tras semana, cenáculo tras cenáculo. Y es hora de crecer ya en santidad. De ir subiendo peldaños tras peldaños hasta alcanzar la gloria eterna.
Mirar en vuestros corazones a pesar de alguna que no cree todo lo que os digo. El corazón de vuestro Jesús y el corazón de mi Madre y vuestra, en vuestros corazones descansamos. En vuestros corazones sentimos el alivio, el consuelo, el amor que nos es negado de los hombres y sobre todo de los que se llaman míos.
Y mi rostro, todo llagado, desgarrado y desfigurado.
¡Cuánto os amo! No sabéis cuanto, hijos míos. A pesar de que alguna no termina de creer.
Y, me diréis: Si creemos, Señor.
Si creyerais haríais siempre lo que mi Madre y Yo, vuestro Jesús os vamos diciendo. Quiero unión y amor. 
Amor y unión, hijos míos.
¡Que se os note, que se os vea, que sois nuestros hijos, por el amor que os tenéis!
Y ¡cómo os ayudáis en lo necesario, no en vicios!
Os bendigo en esta tarde con grandes gracias, protecciones y bendiciones 

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