MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
28 DE FEBRERO DE 2015
Jesús
Hijos míos consolar a vuestros
Jesús cargado con la cruz de vuestros pecados, de vuestras preocupaciones,
problemas, enfermedades, desánimos, vuestros y de toda la humanidad.
Sed mi cirineo aceptando con amor
todas vuestras cruces, sin desfallecer, sin desanimaros, que de esta forma
recibís la fuerza que toda alma necesita para llevar una parte pequeña de mi
cruz.
Confiar en Mí y en mi Madre y
vuestra, dejarlo todo en vuestro Jesús y en mi Madre con la confianza que os
escuchamos pero no queráis imponernos el día para que terminen vuestros
dolores. Dejar a vuestro Jesús hacer que la mayoría de las veces no me dejáis
hacer por vuestras impaciencias y por ello no veis rapidez en lo que pedís,
algunos de vosotros, que Yo os daré o daré por quien pedís lo que os sea
necesario, si es bien para las almas y para vosotros.
Venir sin miedo como la Verónica
y enjugar mi rostro para que Yo os enjugue el vuestro. No ser fariseos, seguir
a vuestro Jesús en este camino estrecho pero seguro, lleno de luz y de amor que
lleva a la eternidad en Mí, con dificultades, con piedras en el camino. Pero si
confiáis todos esos obstáculos los podéis, hijos míos, saltar y seguir adelante
el camino.
Consolar a mi Madre en la vía
dolorosa, darla vuestro corazón para que pueda apoyarse y recibir el amor que
le es negado en tantos y tantos hijos.
Vosotros y vosotras, ser como mi
discípulo, el amado, extender vuestros brazos y vuestro corazón a mi Madre para
que seáis su alivio, su consuelo, su
apoyo y que tenga hijos con los que contar.
Mi Madre y vuestra no cesa un
instante de ayudaros, de socorreros, de auxiliaros y ruega incesantemente por
cada uno de sus hijos. ¿Qué no daría ella, porque todos escucharán mis
palabras, el Evangelio y los pusieran en práctica?
¡Cuántos hijos rebeldes, cuanta
ingratitud, cuánta inmoralidad, cuanto pecado, cuanta aberración y cuánto mal que
laceran nuestros Corazones.
Qué dolor sienten nuestros
Corazones al ver el extravío de tantos y tantos hijos que caminan por el
precipicio y cuántos caen a él, sin poder evitarlo porque ellos con su soberbia
se tiran a él.
Hijos míos vuestro Padre cargado
con la cruz os bendice en el nombre de Dios Padre, el mío y el vuestro, de vuestro
Jesús, que es el que os está bendiciendo y del Paráclito. Con la gracia, el
amor y la misericordia de mi Madre y vuestra.