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martes, 1 de diciembre de 2015

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES


31 DE OCTUBRE DE 2015



Santa Gema
Os traigo esta tarde la protección de todos los Santos del cielo, la bendición de todos ellos, y la alegría, el gozo y la felicidad, al igual que el amor  que cada uno de ellos siente y rebosa por cada uno de sus espíritus.
La paz inunde este cenáculo formado por el Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María.
Soy Santa Gema, y os quiero decir lo contenta que estoy de ser una de vuestras protectoras. A cada alma que pertenece al grupo la presento y os presento diariamente, os hablo diariamente, y os digo diariamente por el tiempo que tenéis aquí en la tierra, por que el tiempo de aquí abajo no es igual que en el cielo, para que me entendáis os presento diariamente a Jesús. Y pido a Él por las necesidades de cada alma que formáis el grupo y que os ayude en lo que más os cuesta.
¡Cuántas veces, por no decir días, semanas y meses os olvidáis de las almas santas que el Padre y los Corazones de Jesús y de María os han puesto!
Invocarnos que estamos todos prestos a ayudaros.
Tiempos difíciles estáis viviendo y más difíciles que se están poniendo y se van a poner, y necesitaréis también nuestra ayuda, la ayuda de los santos protectores y de los santos que no lo son.
Nuestra protección para poder seguir avanzando entre tanto dolor, sufrimiento como hay y vendrá a la tierra. Los días están contados. El tiempo dado por el Padre se está acabando y todo mal se va a desencadenar en la tierra provocado por el pecado y por mi Iglesia y la vuestra.
Por los pastores, obispos y cardenales que han sido en su momento cobardes y han callado sin decir la verdad y han ido permitiendo pecados y faltas que para ellos no han tenido ni tienen importancia. Y mirar la importancia de todo ello, ¿donde ha llegado el hombre? cada día que pasa hay menos fe y una mayoría de las almas que están en mi Iglesia y en la vuestra, en la fundada por nuestro Señor Jesucristo, tampoco estas almas, tampoco sirven rectamente porque los pastores no corrigen y todo lo dan por válido y el pecado de la Iglesia lacera los corazones de Jesús y de María y el corazón del Padre Eterno.
La bendición de vuestros santos protectores.
La protección, la ayuda, el auxilio y el socorro también de todos los santos desciende sobre vosotras y que serán selladas en vuestro corazón cuando mi hermano y el vuestro, alma predilecta, Juan Diego os bendiga.
Por favor, os pido, os suplico, perseverar, caminar siempre unidos, no ofender más a Dios que bastante ofendido está ya nuestro Jesús.
Caminar en las huellas ensangrentadas de nuestro Jesús que tantas veces os ha dicho porque os queremos a todas y a todo el grupo con nosotros en el cielo.
Ánimo, perseverar que el tiempo aquí en la tierra es nada y el cielo es eterno. En él es todo amor, todo paz y todo felicidad, adoración y gloria al Dios Tres veces santo: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a la Reina del cielo y de la tierra.
Acudir mucho a San José, pedir mucho a San José por los agonizantes porque su intercesión es poderosa y nada le es negado al santo más grande que hay en el cielo, al padre putativo de Jesús y esposo de la Inmaculada.
Acudir también a él en vuestras necesidades, problemas, acudir a él y pedirle por vuestros hijos, maridos, por la familia. Él es el gran protector de la familia porque así el Padre lo quiso, al dar y poner a Jesús y María bajo su protección y cuidado. Así también ha puesto el Padre a San José, al cuidado de las familias y bajo su protección pero tenéis que pedirle, hermanos y hermanas, y no olvidaros de él.
Al igual que a todos los santos que han puesto los Sagrados e Inmaculados Corazones en este grupo para ayudaros a que se realice en él la santa voluntad de Dios Padre, del Hijo y del Paráclito.
Y ahora os dejo con la Reina del cielo y de la tierra.

Nuestra Madre
¿Habéis visto , hijas mías e hijos míos como os amo?
Os he traído a todos los santos del cielo para que fuerais bendecidos también por ellos para daros también su protección, su ayuda, su auxilio y su socorro. La ayuda, el auxilio y el socorro que necesitáis cada una y que ellos os la traen a raudales.
Pero no olvidaros del santo más grande que hay en el cielo y ha habido en la tierra, San José. Que os olvidáis de él, algunas veces y algunas ni siquiera os acordáis de él.
Las tinieblas invaden la tierra, cada vez, estas tinieblas son más espesas y sólo los grupos de oración que nos son fieles, las almas fieles y devotas alumbran estas tinieblas.
MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES


20 DE OCTUBRE DE 2015


Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre dolorosa al pie de la cruz por mi Divino Hijo, desgarrado en mis brazos me he hecho presente en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Hija mía, explica a tus hermanos y hermanas que ves.

Rosa
Veo un monte en el que está clavado tres cruces. La del medio está desnuda, la de los lados hay un hombre en cada una, maniatados, al igual que los pies.
Se deben encontrar muy mal porque les falta las fuerzas para respirar.
Debajo de la cruz, veo un poco retirada de ella a la Santísima Virgen toda vestida de negro con Jesús en brazos.
La Virgen le cubre con su manto, le besa, sus lágrimas limpian su divino rostro. Le mece como si fuera un niño chiquitito, el dolor y el desgarro de la Virgen es inmenso. No hay consuelo para Ella.
¡Con qué mimo, con que cuidado y amor sostiene en sus brazos el cuerpo de su Hijo!
Va besando todo el cuerpo y con sus lágrimas le va limpiando.

Nuestra Madre
Si, hijos míos e hijas mías, no ha habido ni habrá dolor más grande en este mundo que el de vuestra Madre dolorosa.
Vosotras, madres que sufrís por vuestros hijos sabéis un poquito, pero apenas nada, del dolor tan inmenso que sintió vuestra Madre al ver a su Divino Hijo maltratado, despedazado como si fuera el más vil criminal.
Tantas mofas e insultos, escupitajos, golpes recibió mi divino Hijo aún cargado con la cruz a cuestas hasta llegar a la cima del Calvario. Y el mayor dolor para Él y para mí fue cuando le despojaron de sus vestiduras.
¡Qué dolor tan inmenso para esta Madre! Al ver a todo un Dios despojado, sin ningún miramiento de toda vestidura.
Pedí al Padre que aceptaran el velo que les tendía, que cubrí mi cabeza para tapar a mi Divino Hijo un poco y no hacerle pasar tanta vergüenza.
Y ahora no hay pudor ni vergüenza. Las mujeres, sobre todo la juventud, van semidesnudas, sin ningún pudor, viviendo en orgías como animales, peor que ellos.
Cayendo en toda clase de lujuria.
Da la mano, hija mía, a tu ángel.

Enmanuriel
Calma, hermanita, la Virgen, nuestra Madre quiere que veas esto.
No tengas miedo que yo estoy contigo.

Rosa
¡Dios mío, otra vez!
Veo esta tierra desértica, donde no hay vida, todo está muerto.
Hay un aire, no se como explicarlo, como si no te dejara respirar. El olor a azufre invade este lugar.
Veo la boca del infierno.
¡Ay, por Dios, no me hagas entrar aquí!

Enmanuriel
No, hija mía, te vas a quedar aquí.

Rosa
Que mal huele, no se puede respirar.

Nuestra Madre
A ver hija mía, tranquila que tu Madre está aquí contigo junto al ángel.
¿Qué ves?

Rosa
Veo una especie de bichos volando, no los he visto nunca. Llevan almas. Se revuelven, quieren escapar de sus garras. Estas almas no pueden, estos bichos que son demonios se ríen de ellas desencajadas, van entrando con ellas en la boca del infierno.
A una la llevan de los pelos, a otras como piñizcadas de un brazo.

Manuriel
Si, hermanita mía, estas son las almas de tanta juventud que se pierden por el pecado de los vicios y el pecado de la carne, que ni en los últimos momentos cuando han estado frente de la luz de nuestro Señor han pedido perdón y han maldecido a nuestro Señor.

Rosa
¡Dios mío, pero si son muchas las que están cayendo por esos bichos tan raros!  ¡Dios mío perdónalos Señor!

Nuestra Madre
Hija mía, no hay perdón para ellas. No solamente no han perdido perdón a mi Hijo sino que le han maldecido.

Rosa
Ahora veo a los ángeles de la guarda de todas estas almas tristes, llorosos, con las manos puestas en la cara. Con dolor por la pérdida de las almas que nuestro Señor, el Padre, las dio para que las protegieran y guiarán.

Nuestra Madre
Si, hija mía, el ángel de la guarda de cada alma, a lo largo de sus vidas les sembró de luces, de remordimientos pero no hicieron caso ni de las luces ni del remordimiento. Y cada vez se fueron más y más cayendo profundamente en los pecados de los vicios y de la carne hasta llegar a ser marionetas del enemigo Lucifer.

Rosa
¡Pobrecitos los ángeles como lloran!

Nuestra Madre
Ellos toda su vida les dieron amor y solamente recibieron desprecios.
Querer mucho a vuestro ángel de la guarda. Hablar con él. Contarle vuestra cosas. Pedirle ayuda, mandarle a los sagrarios donde mi Hijo se encuentra solo para que le adoren por vosotros.
Ser agradecidos y agradecidas con vuestro ángel de la guarda, que el está presto en todo momento a escucharos.
El es vuestra ayuda, vuestro auxilio, vuestro socorro, vuestro consejero, vuestro confidente, que muchas veces os olvidáis de él. Y el Padre os lo ha dado para que contéis también con él y para que le hagáis caso a tantas luces como os dan.
Orar mucho por la juventud y orar mucho por los que se llaman nuestros.
Que mira, hija mía, mira también como caen presas del enemigo.
Mira como caen también por la boca del infierno.
Hija mía, no se puede servir a dos señores. Hay que ser fiel a Jesús y a sus enseñanzas.

Rosa
Madre, veo también almas consagradas.

Nuestra Madre
Si, hija mía, también caen por no haber cumplido la misión que mi Divino Hijo les dio en la tierra. Por no haber cumplido con su ordenación sacerdotal.
Porque a cada uno y a cada una os pedirán según las gracias que hayáis recibido. Al que más le da mi Divino Hijo más pide.
Orar mucho por las almas consagradas. Orar mucho porque al infierno también caen cardenales, obispos, arzobispos y más en este tiempo en que están haciendo a mi Divino Hijo y poniéndolo como un títere.
La palabra de mi Divino Hijo, su Evangelio, siempre es actual. Al igual que los mandamientos.
El hombre no puede quitar ni poner lo que a él le conviene. En este caso las almas consagradas y predicar una doctrina falsa.
El Evangelio es tal y como está escrito. Quieren abolir por completo el infierno y el purgatorio, para la mayoría de ellos no hay pecado porque a mi Divino Hijo sólo le han dejado la misericordia y su justicia ha sido abolida. Pero aún, en la misericordia, ignorantes que sois unos ignorantes, está la justicia de mi Divino Hijo.
Regiros por la tradición de vuestros padres, no creáis que no hay infierno, como tampoco creáis que no hay limbo, como tampoco lleguéis a creer que desaparece el purgatorio. Porque eso no es verdad.
Y al infierno caen más almas de las que vosotros y vosotras creéis.
Orar mucho por las almas consagradas, por la juventud y por lo que se llaman míos y de mi Divino Hijo.
Que se condenan más estas almas que las almas que no conocen a mi Divino Hijo, se salvan más esas otras, las almas que no conocen a mi Divino Hijo que las almas que le conocen.
Ser muy humildes y no soberbios. Amaros unos a otros y ayudaros.
La paz y el amor y la misericordia de mi Jesús y el vuestro desciende sobre vosotras y vosotros.
Podéis seguir orando pero con el corazón, que salga de lo más profundo de él y gracias por desagraviar los dolores y las lágrimas de vuestra Madre y el rostro dulcísimo y amorosísimo de mi Divino Hijo.
Pero quiero que saquéis ya las pajitas que algunas no todas, algunas, lleváis en vuestro corazón, entre vosotros y vosotras os podéis engañar pero a Él, mi Divino Hijo no.
Besar el crucifijo en reparación por vuestros pecados, los de vuestros familiares y los del mundo entero y ahora seguir.
Y leer todos los días los mensajes y no meterlo en los cajones, que nuestras palabras sonsiempre actuales y en ella estamos nosotros, que creéis que por venir al cenáculo y rezar ya lo habéis hecho todo y NO, NO, NO. Si no cumplís con lo que os estamos diciendo, el grupo de los Sagrados Corazones que es una escuela de amor, en los colegios se estudian los temas y se aprenden, ¿no, hijos míos? Pues aquí coger todos los días un mensaje aprenderlo y llevarlo a la práctica.