MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
31 DE OCTUBRE DE 2015
Santa Gema
Os traigo esta tarde la protección de todos los
Santos del cielo, la bendición de todos ellos, y la alegría, el gozo y la
felicidad, al igual que el amor que cada
uno de ellos siente y rebosa por cada uno de sus espíritus.
La paz inunde este cenáculo formado por el Corazón de
Jesús y el Inmaculado Corazón de María.
Soy Santa Gema, y os quiero decir lo contenta que
estoy de ser una de vuestras protectoras. A cada alma que pertenece al grupo la
presento y os presento diariamente, os hablo diariamente, y os digo diariamente
por el tiempo que tenéis aquí en la tierra, por que el tiempo de aquí abajo no
es igual que en el cielo, para que me entendáis os presento diariamente a
Jesús. Y pido a Él por las necesidades de cada alma que formáis el grupo y que
os ayude en lo que más os cuesta.
¡Cuántas veces, por no decir días, semanas y meses os
olvidáis de las almas santas que el Padre y los Corazones de Jesús y de María
os han puesto!
Invocarnos que estamos todos prestos a ayudaros.
Tiempos difíciles estáis viviendo y más difíciles que
se están poniendo y se van a poner, y necesitaréis también nuestra ayuda, la
ayuda de los santos protectores y de los santos que no lo son.
Nuestra protección para poder seguir avanzando entre
tanto dolor, sufrimiento como hay y vendrá a la tierra. Los días están
contados. El tiempo dado por el Padre se está acabando y todo mal se va a
desencadenar en la tierra provocado por el pecado y por mi Iglesia y la
vuestra.
Por los pastores, obispos y cardenales que han sido
en su momento cobardes y han callado sin decir la verdad y han ido permitiendo
pecados y faltas que para ellos no han tenido ni tienen importancia. Y mirar la
importancia de todo ello, ¿donde ha llegado el hombre? cada día que pasa hay
menos fe y una mayoría de las almas que están en mi Iglesia y en la vuestra, en
la fundada por nuestro Señor Jesucristo, tampoco estas almas, tampoco sirven
rectamente porque los pastores no corrigen y todo lo dan por válido y el pecado
de la Iglesia lacera los corazones de Jesús y de María y el corazón del Padre
Eterno.
La bendición de vuestros santos protectores.
La protección, la ayuda, el auxilio y el socorro
también de todos los santos desciende sobre vosotras y que serán selladas en
vuestro corazón cuando mi hermano y el vuestro, alma predilecta, Juan Diego os
bendiga.
Por favor, os pido, os suplico, perseverar, caminar
siempre unidos, no ofender más a Dios que bastante ofendido está ya nuestro Jesús.
Caminar en las huellas ensangrentadas de nuestro
Jesús que tantas veces os ha dicho porque os queremos a todas y a todo el grupo
con nosotros en el cielo.
Ánimo, perseverar que el tiempo aquí en la tierra es
nada y el cielo es eterno. En él es todo amor, todo paz y todo felicidad,
adoración y gloria al Dios Tres veces santo: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a
la Reina del cielo y de la tierra.
Acudir mucho a San José, pedir mucho a San José por
los agonizantes porque su intercesión es poderosa y nada le es negado al santo
más grande que hay en el cielo, al padre putativo de Jesús y esposo de la
Inmaculada.
Acudir también a él en vuestras necesidades,
problemas, acudir a él y pedirle por vuestros hijos, maridos, por la familia.
Él es el gran protector de la familia porque así el Padre lo quiso, al dar y
poner a Jesús y María bajo su protección y cuidado. Así también ha puesto el
Padre a San José, al cuidado de las familias y bajo su protección pero tenéis
que pedirle, hermanos y hermanas, y no olvidaros de él.
Al igual que a todos los santos que han puesto los
Sagrados e Inmaculados Corazones en este grupo para ayudaros a que se realice
en él la santa voluntad de Dios Padre, del Hijo y del Paráclito.
Y ahora os dejo con la Reina del cielo y de la
tierra.
Nuestra Madre
¿Habéis visto , hijas mías e hijos míos como os amo?
Os he traído a todos los santos del cielo para que
fuerais bendecidos también por ellos para daros también su protección, su
ayuda, su auxilio y su socorro. La ayuda, el auxilio y el socorro que
necesitáis cada una y que ellos os la traen a raudales.
Pero no olvidaros del santo más grande que hay en el
cielo y ha habido en la tierra, San José. Que os olvidáis de él, algunas veces
y algunas ni siquiera os acordáis de él.
Las tinieblas invaden la tierra, cada vez, estas tinieblas son más
espesas y sólo los grupos de oración que nos son fieles, las almas fieles y
devotas alumbran estas tinieblas.