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jueves, 31 de enero de 2019

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

21 DICIEMBRE DE 2018



Nuestra Madre
Hijos míos, en esta tarde, vuestra Madre de la Preciosa Sangre junto con el sagrado corazón de mi divino Hijo en la cruz nos hemos hecho presente en este cenáculo formado y dirigido por nuestros corazones. 
Os pido en esta tarde, que reparéis nuestros corazones desgarrados por todo lo que está ocurriendo en España, hijos míos. 
Pedir mucho por España para que todo esto no desemboque en una guerra civil, hijos míos. Hacer la estación, todos los días, a Jesús Sacramentado por España. Porque, ¡pobres madres, cuanto tendrían que sufrir si eso se diera, en España, por sus hijos!
Al igual, que mi Iglesia, hijos míos. Vuestra Iglesia. La Iglesia fundada por Jesús, pequeños y pequeñas mías. En esta tarde, os doy una gran protección para todo lo que acontezca en vuestro país, para vosotros y vuestros hijos y familias.  
Para reparar el corazón de mi divino Hijo a Jesús crucificado a la Santísima Trinidad y a vuestra Madre Inmaculada, hijos míos.
In nomine Patris et Filie et Spritu Sancti.
Id en nuestra paz y en nuestro amor y sin miedo a nada porque yo, vuestra Madre y Jesús, caminamos y estamos junto a vosotros. 

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

11 DICIEMBRE DE 2018


Jesús
Hijos míos, vuestro Jesús y vuestra Madre nos hemos hecho presentes en este cenáculo creado para reparar los dolores y el corazón doloroso de mi Madre y mi Santa Faz.
¡Ay, hijos míos, en ningún tiempo los pecados de los hombres han abierto tanto mis heridas, mis llagas y han agudizado tanto mi dolor y el de mi Madre, como en estos tiempos actuales!
El pecado corre por toda la faz de la tierra. Los pecados de hoy son más perversos que los pecados del pasado, hijos míos.
Sodoma y Gomorra no llegaron a la abominación tan grande de estos días, y mirar cómo fueron castigados.
¡Que dolor siente vuestro Jesús, que dolor siente vuestra Madre al ver correr al hombre sin Dios, a su libre albedrío!
En la mayoría, ya no hay principios ni valores. Todo lo malo es bueno y lo bueno es desechado y pisoteado como vuestro Jesús y mi Madre en ellos. 
Mi sangre en este tiempo no cesa un instante de caer sobre las almas que la quieren recibir. Para sellar a todas las almas que la reciben con amor en mí, vuestro Jesús. Al igual, que la sangre que brota de los ojos de mi Madre y de su Inmaculado corazón.
¡No sabéis, hijos míos, en este tiempo la multitud de almas que caen en el infierno!
Orar mucho para la conversión de los pobres pecadores.
Nuestros corazones se desgarran al ver precipitarse tantas almas en los abismos, pero esas almas se van a ellos odiándonos y maldiciéndonos.
Vosotros, hijos míos e hijas mías, no esperéis al último momento. Porque a muchos no les da tiempo a arrepentirse, y luego ya es tarde, hijos míos.
Empezar a poner más de vosotros mismos por agradar y reparar a vuestro Jesús y a vuestra Madre Inmaculada. Ir creciendo cada día más en santidad y en humildad, hijos míos.
Orar mucho también por las familias, que la mayoría están destruidas.
El amor en la tierra en la mayoría ya no existe.
Orar por las almas consagradas y por el Papa, hijos míos.
Y mi sangre, la sangre que emana de mi rostro, cada vez, más golpeado por los pecados de los hombres caen sobre vosotros. Al igual que la sangre que brota del corazón inmaculado doloroso de mi Madre y vuestra.
Cada vez más atravesado su dulce e inmaculado corazón por gruesas espinas. Esta sangre cae sobre vosotros. 
In nomine Patris, et Filie et Spiritu Sancti.  
Quedad en mi paz y en mi amor que os la doy y la pongo en vuestro corazón, hijos míos. 
MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

8 DICIEMBRE DE 2018



Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre Inmaculada se ha hecho presente en medio de vosotros. Llena de alegría y de gozo por tener a sus hijitos e hijitas junto a mí, hijos míos.
Gracias por haber acudido a mi llamada. 
¡Que alegría, que gozo siento en teneros junto a mí! Y el veros caminar juntos como una madre quiere de sus hijos. La unión.
Me regocijo en vosotros, hijos míos e hijas mías, preparar con la humildad y el amor vuestro corazón en estos días, que vuestro corazón se convierta en el pesebre calentito lleno de amor y de gozo para recibir a Jesús que viene a vuestros corazones para que no sienta todo el frío de los corazones helados como témpanos de hielo, hijos míos. 
Orar mucho por la conversión de los pobres pecadores. Ser ejemplo para todos, hijos míos. 
La oración va a acompañada del ejemplo. Si no dais ejemplo, las almas no volverán a Dios. Porque solamente con la oración, hijos míos, no es suficiente, si no con el ejemplo de vuestras vidas, de vuestra humildad y de vuestro amor, hijos míos. 
Quiero que en esta Nochebuena cuando venga mi divino Hijo, una vez más a los corazones, lo sintáis, sintáis su abrazo, sintáis su gozo y sintáis su alegría. En vuestros corazones, hijos míos. 
Reparar con la oración y con sacrificios el desamor de una mayor parte del género humanos, hijos míos. 
Que mi divino Niño, vuestro Jesús, se sienta de verdad acogido y querido, hijos míos.
Sacar las pajas que algunas tenéis en vuestros corazones porque habiendo pajas el Niño no puede estar en estos pesebres, porque en vez de calor, de gozo y calor recibe espinas, hijos míos. 
No seáis quisquillosos, aceptaros todos tal y como sois cada uno y cada una. 
Que veis el mal en el hermano, pero no veis el vuestro y muchas veces las que habláis, vuestras faltas son peores que la del hermano, hijos míos e hijas mías.
Y, mi Hijo y vuestra Madre tenemos compasión y misericordia de vosotros. Tenerlos con el hermano. Nadie es perfecto aquí en la tierra, solamente Dios. Recordarlo
Os bendigo con gracias, protecciones y bendiciones muy especiales que derramo sobre cada uno y en vuestros hogares para ayudaros a crecer en santidad y en amor, humildad, en fe, confianza y en esperanza. 
Y mi amor se derrama en vosotros quedando todos bendecidos con grandes gracias, protecciones y bendiciones para que crezcáis en santidad y en amor para que alcancéis todo de mi inmaculado corazón y para protegeros de todos vuestros enemigos y para la paz en vuestros hogares y en vuestras familias.
In nomine Patris et Filie et Spritu Sancti. 
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SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

17 NOVIEMBRE DE 2018



Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre Inmaculada se ha hecho presente en medio de vosotros junto con las almas de vuestros familiares que están gozando en la gloria de Dios.
Ellos también son santos que han alcanzado la santidad en la voluntad del Dios Trino procurando, haciendo siempre lo que mi divino Hijo ha pedido para que la humanidad se salve, hijos míos. 
Y, han terminado de llegar a la santidad limpiando sus almas de los pecados veniales en el purgatorio.
Hijos míos, vuestros familiares arden en gozo y en deseo de que llegado el día estéis con ellos en la gloria de Dios.
Por ello, os piden que seáis obedientes a nuestras enseñanzas, que caminéis todos unidos como nuestros corazones quieren. No unos por un lado y otros por otro. 
Caminando juntos os ayudáis unos a otros a alcanzar la meta, que es la vida eterna en la gloria de Dios.
Os amo tanto, hijitos míos, que mi corazón se llena de gozo pensando en el día en que os tendré enteramente conmigo en el cielo. Pero para ello, tenéis que hacer la voluntad de mi divino Hijo y regiros por nuestras enseñanzas.
Las enseñanzas que os estamos dando, hijos míos. Esta es la escuela del amor, la escuela de nuestros corazones, el camino más fácil para llegar a la eternidad, y a veces, lo ponéis difícil.
Acudir siempre a vuestra Madre, que os estoy esperando siempre con los brazos abiertos, con los oídos inclinados hacía vosotros para oír vuestras alegrías y vuestras penas. Vuestra peticiones e intenciones. Nada se pierde en mi Inmaculado Corazón. 
Todo lo llevo en él. 
Regiros, os lo vuelvo a repetir, una vez más, por la tradición de mi Iglesia. Vuestra Iglesia, la Iglesia formada por mi divino Hijo, no por el modernismo que ha entrado en ella, hijos míos.
Acudir siempre a los pastores que estén menos contaminados por tanto progreso y modernismo y pedir mucho por las almas consagradas que necesitan de mucha oración, mucha oración, hijos míos.
Para que caigan todas las escamas de sus ojos y vean la luz y se rijan también por las enseñanzas que damos y no por su criterio o sus criterios, hijos míos.
¡Ay, hijos míos, cuanta soberbia hay aún en muchos de ellos que nos tapan la boca y nos prohíben pedir, a no ser que ellos, las peticiones que hacemos, hayan sido los primeros en proponerlas! Entonces esperan el sí nuestro. Pero no antes. Si lo pedimos nosotros antes, hijos míos.
Este es el tiempo de los fieles porque gracias a los fieles la Iglesia se levantará.
Gracias a la humildad y a la simplicidad de los fieles, la Iglesia surgirá toda bella y hermosa. Engalanada como una novia, hijos míos.
Pedir mucho por el Papa.
Y, os vuelvo a repetir. Pedir la tradición de vuestros padres, no la del modernismo y progreso en la Iglesia, hijos míos. 
Seguir el Evangelio y las Escrituras, tal y como están escritas. No como ellos, los interpreten. 
¡Que solamente las Escrituras y la Palabra de mi divino Hijo en los Evangelios, solamente la pueden entender los humildes, los limpios de corazón!
Los incultos como ellos dicen, los simples. Los que creen nuestras palabras a juntillas. 
No los sabios y poderosos inteligentes de la Iglesia, hijos míos.
Yo, hace años, hijos míos, que vine a pedir el dogma Madre Corredentora con Cristo, abogada y medianera de todas las gracias.
Y, ¡cuánto dolor sintió mi corazón inmaculado al ver que los sacerdotes, buenos, nos prohíben el que la Madre venga a pedir el dogma sino sale de ellos, hijos míos!
Y ¡que dolor sintió los corazones de unas almas sencillas como las vuestras, humildes, llenas de miseria pero que no estaban de acuerdo con lo que habían dicho, y son sacerdotes buenos! Pero engreídos por tanta teología que los hace soberbios, porque no es tan difícil creer que vuestra Madre es Corredentora y ellos lo ponen, no es tan difícil creer que la Madre de Dios y de todo el género humano viene a pedir el quinto dogma para salvar al mundo, no solamente a la Iglesia sino a toda la humanidad, hijos míos.
Pedir mucho por las almas consagradas que aún, las más buenas, necesitan luz entre tanta confusión, entre tanto desorden, progreso y modernismo como hay en la Iglesia, hijos míos.
Vuestros familiares del cielo, por la gracia del Padre, os bendicen con una gracia especial para que os mantengáis firmes en la fe que ellos os enseñaron. Fieles a mi divino Hijo y a vuestra Madre, al Padre y al Paráclito. 
In nomine Patris, et Filie et Spiritu Sancti.
Mi paz y amor os dejo, hijos míos, y os bendigo en mi Inmaculado corazón y en el sagrado corazón de mi divino Hijo.
Seguir hijos míos luchando por el dogma.
Y rezando el rezo del santo rosario por las benditas almas del purgatorio, agonizantes y almas del limbo, que el limbo todavía existe, hijos míos. Para dejarlo vacío.
MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

10 NOVIEMBRE DE 2018



Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre Inmaculada se ha hecho presente en medio de vosotros. 
Hijitos míos e hijitas mías, no lastiméis más nuestros corazones de vuestro Jesús y de María que bastantes lastimados y doloridos los tenemos ya por la depravación del hombre.
Hoy os quiero hablar de las almas del purgatorio. 
La mayoría de las almas que mueren a esta vida pasan por el lugar de la purificación porque la vestidura de las almas no está completamente limpia. Otras almas se salvan o por las oraciones de familiares, por mi intercesión en los últimos momentos de sus vidas. Estas almas son las que han vivido a su libre albedrío. Y han hecho mucho daño a nuestros corazones a sus familias y a ellos mismos y estas almas merecerían el infierno. Porque han vivido según la ley del hombre y del enemigo de las almas y no en la ley de Dios. Ni siquiera se han acordado apenas de Dios ni le han amado ni han querido saber nada del Él. Estas almas, sus almas están todas como el hollín de negras.
Y aún, salvadas por la misericordia de Dios, llegan a estos lugares sin remordimientos y en este lugar del purgatorio tienen que aprender a darse cuenta de sus dolores. Los dolores que han causado a los demás y a Dios de sus pecados de todo lo caído contra Dios.
¡Ay, pero cuánto les cuesta! Aún hay almas que se pierden.
¿Como comprendéis vosotros, hijos míos, que estas almas suban enseguida al cielo?
¡Si hay almas con faltas leves que se tiran años y años en el purgatorio!
Como almas en estas condiciones, al poco tiempo de morir a esta vida, creéis que estén en el cielo, hijos míos.
Orar mucho por estas almas que están en el bajo del purgatorio. Para que en vez de ir por su terquedad al infierno se vayan dando cuenta de todos sus errores. Los errores que hayan cometido, de todos sus pecados y arrepentidos pidan perdón a mi divino Hijo y vayan, hijos míos, subiendo poco a poco hasta llegar a la eternidad de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo.
¡No dormiros! Orar mucho por vuestras almas. También para que tengáis una santa muerte en los brazos de vuestros Jesús y de vuestra Madre Inmaculada.
Y orar mucho, mucho todos los días por las benditas almas del purgatorio. Especialmente por los que no tienen quien les rece ni una sola oración por ellas y los que están más profundas.
¡Ay, estas almas que están como los animales salvajes en la última morada, entre el purgatorio y el infierno, cuando se van dando cuenta van sintiendo el dolor de todo lo que han hecho y van purificando sus almas con las ayudas de las almas fieles, poco a poco! 
Orar mucho por ellas pues son muy agradecidas y ellas también orar por todas vosotras y vosotros, hijos míos.
Gracias, hijas mías e hijos míos, por acordaros de vuestras hermanas y hermanos que están purificando sus faltas.
Y en verdad os digo, todos los días desde que estáis haciendo el rosario de los difuntos de las benditas almas del purgatorio salen mil por cada alma del grupo que las estáis haciendo.
Y alegráis también mi inmaculado corazón y el sagrado corazón de mi divino Hijo.
Os amamos y os llevamos a todos en lo más profundo de nuestros corazones.
Os bendecimos en la paz y en el amor de Dios Padre, de Dios Hijo y del Paráclito.
Quedad en nuestra paz y en nuestro amor, hijos míos. 




MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

3 NOVIEMBRE DE 2018



Alma del Purgatorio
La paz de nuestro Redentor, su inmenso amor y la de Nuestra Madre Inmaculada reine en vuestros corazones.
Soy un alma purgante, hijos míos, superiora de un convento.
El Padre me ha mandado para que se os diga que en este mes recéis todos con un rosario de dolor para que los méritos, gracias y bendiciones de esos rosarios unidos a los méritos de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, nuestro salvador y redentor, y a los dolores de nuestra Madre Inmaculada, alivien el purgatorio de muchas almas. La salida de otras y el acortamiento de tiempo de purificación de otros. 
También podéis coger el rosario de nuestra Madre en la advocación de nuestra Señora del Carmen. 
Mirar, estoy en el purgatorio, por no haber dado valor, el valor que realmente tiene la oración.
La oración es la comunión con nuestro Señor. Es la unión de Jesús con el alma, al igual que, con nuestra Madre Inmaculada, hijos míos.
Os vengo a corregir porque el Padre así me lo ha mandado. Por las distracciones que tenéis en la oración. Porque por ello, también pagaréis si no os corregís.
Cuando empiece la oración sumergiros en ella y despreocuparos de todo porque primero Dios, después Dios y siempre Dios. Y a Él la gloria.
Todo honor y toda adoración por siempre, hijos míos.
Tenéis que meteros en verdadero recogimiento y si no podéis, intentarlo. Y no estar pendientes unas de otras.
Por ello, llevo 10 años en el purgatorio y esta tarde, por vuestras oraciones, y si lo hacéis con recogimiento, saldré de él.
Todo este lugar está lleno de almas que vienen buscando alivio con vuestras oraciones.
El acortar el purgatorio y salir a muchas de él. Por ello, ofrecer esta tarde el rosario por los méritos de la Pasión de Nuestro Salvador, por los dolores y lágrimas de nuestra Madre Inmaculada, el rosario por las benditas almas del purgatorio.
Por nosotros, almas purgantes que ardemos en deseos de estar en la gloria con nuestros Señor y con nuestra Madre, hijos míos.
Nos os extrañéis que os llame hijos míos, pues una madre de un convento a todos llama hijos.
Porque nuestro Señor, a todos, a todos, los hombres nos da por hijos para que pidamos en la tierra por ellos.
No quiero que paséis en el purgatorio el tiempo que he estado yo y que hoy saldré por las gracias de vuestras oraciones unidas a la pasión y a los méritos de nuestro Señor y de nuestra Madre. 
Por ello, el Padre me manda para que os lo diga, hijos míos.
Os ama tanto, tanto, tanto que, si supierais un poquito de lo que os ama, vuestro Padre y el mío, y del toda las almas haríais verdaderos esfuerzos en no ofenderle jamás.