MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
30 MARZO DE 2016
Jesús
Hijas mías e hijos míos, vuestro Jesús resucitado con
mi Madre y vuestra, Madre de la Gracia y amor y misericordia, nos hemos hecho
presentes en este cenáculo formado por mi Padre y por mi Divino Espíritu.
Gracias, hijas mías e hijo mío, por haber caminado en
este semana de Pasión unidas, acompañando a mi Madre, en el camino del calvario
hasta el Gólgota.
Acompañándola en su inmenso dolor, en su agonía, que
si no murió fue por una gracia especial del Padre.
Ella tenía que quedar aquí para ayudar a los
apóstoles para fundar mi Iglesia, para acogerlos después de que me abandonaron
y curar sus heridas, acompañarlos, aconsejarlos como una madre acompaña y
aconseja a sus hijos y enseñándolos.
Ella es la Madre dela Sabiduría.
Gracias porque habéis caminado unidas a mi Madre y
acompañándome camino de la cruz.
Vuestra presencia, vuestro amor alivió y consoló
tanto nuestros corazones que en los vuestros descansamos, en los vuestros nos
aliviamos y en vuestros brazos descansó mi Madre cuando caía desmayada porque
no podía con el dolor tan inmenso y tan atroz de verme todo despedazado, todo
llagado, desgarrado, golpeado a cada paso siendo la risa, la burla de casi
todos.
En el desgarro de ver como me despojaron de mi
vestidura, el velo que llevaba mi Madre debajo del manto fue el que cubrió mi
cuerpo.
Caía mi Madre al suelo de tanto dolor, y vosotras
junto a Juan y las mujeres santas sostuvieron a mi Madre y qué deciros, cuánto
mis brazos fueron puestos en la cruz, mis manos clavadas, al igual que mis pies
uno de los hombros descoyuntados al igual que una de las piernas. Todo mi
cuerpo eran chasquidos de huesos al ser clavados al madero para llegar a los
agujeros que taladraron en la cruz.
Vuestros brazos sostuvieron a mi Madre.
Cuando la di por Madre en la cruz, mi Madre os abrazó
y os besó y os adentró en su Inmaculado Corazón.
Cuando expiré, fue sostenida por vosotros y en su
desmayo.
Cuando mi costado fue traspasado por la lanza teníais
cogida a mi Madre en vuestros brazos y en la sangre y el agua que brotaron de
él, de mi costado, que procedía y procede de mi Sagrado Corazón cayeron sobre
vosotras y sobre ti, hijo mío.
¡Qué alegría haber contado con mi pequeño rebaño, qué
alegría más grande el haber estado unidas a mí, vuestro Jesús, a mi Madre y
vuestra y a la pastorcita que he puesto para llevar este rebaño!
¡Ay de aquel que pone en duda mis palabras, que no
hace ni deja hacer!
¡Cuántas cuentas de ello tendrán que dar ante Mí,
juez, en el juicio!
Vuestro Jesús os deja libres para actuar y cada alma
puede ir donde quiera pero lo que no consiento es que vayan en contra de mis
palabras. Invitando a las almas a que estas almas hagan lo que quieran y no lo
que Yo digo.
¡Cuántas cuentas tendrán que dar ante Mí, juez, en el
juicio porque ello es revelarse contra Mí!
Hijas mías e hijos míos, vuestro Jesús y Madre
vuestra os amamos con infinito amor y misericordia pero qué dolor tan profundo
nos producen las almas que se llaman mías y se rebelan contra mi palabra.
No sabéis, hijas mías, el dolor tan inmenso que estas
almas producen a nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones
Shalom, hijos míos.