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martes, 3 de abril de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

10 FEBRERO DE 2018



Nuestra Madre
Hijos míos, os bendigo a todos los presentes en este grupo formado y dirigido por nuestros sagrados e Inmaculados corazones.
Igual que dije a Bernardette os digo a vosotros en esta tarde.
Yo soy la Inmaculada Concepción. La concebida en el vientre de mi madre, Santa Ana, por la gracia de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo.
Sin pecado original. Como muchos sabéis, porque ya os lo he dicho, fui concebida en el vientre de mi madre, Santa Ana. En la Puerta Dorada del templo.
Para ser Hija predilecta de Dios Padre. Esposa de Dios Espíritu Santo y Madre del Verbo, Dios Hijo y Madre vuestra.
Y, ¡qué dolor siente mi inmaculado corazón, al ver que una mayoría de hombres incluso consagrados no reconoce mi virginidad!
Y me creen una mujer normal al igual que no reconocen mi Iglesia, la mayoría, que fui concebida por obra del Espíritu Santo. Por el Padre y por el Hijo y que nací sin el pecado original.
Y, ¡fijaros como está mi Iglesia, vuestra Iglesia! La Iglesia formada por mi divino Hijo que quieren meter en ella otras religiones, llamados por las almas consagradas de altos cargos, cristianos.
Que no me reconocen como Madre, que niegan mi virginidad y que no creen en que nací sin pecado original y sin mancha.
Cuidado, hijos míos, despertad, que estáis dormidos.
Todo ello es para destruir la Iglesia de Cristo. El enemigo se ha metido en ella disfrazado de cordero.
Y, ¡ay, de las que dudáis, que dolores vais a pasar cuando veáis la verdad por no haber creído en lo que os hemos venido diciendo!
Si, hijos míos, en la Iglesia de Cristo. En vuestra Iglesia, en la única y verdadera si pueden entrar porque las puertas están abiertas, pero contritos y arrepentidos.
Dejando sus ideas y partes de sus creencias atrás y acogiendo la de la Iglesia católica y apostólica con todos sus dogmas, con la fe de los antepasados y con la tradición.
El enemigo ha dado un paso gigante y está demoliendo la Iglesia desde dentro.
Sólo los que se conserven fieles a la tradición de vuestros padres, a la tradición de la iglesia podrán sobrevivir a todo este horror que a pasos agigantados se os acercan.
En esta tarde, os doy todas las gracias, bendiciones y protecciones que el dogma de la Inmaculada Concepción trae a los hombres.
Todas ellas están cayendo sobre todos vosotros y vosotras como una lluvia suave que penetra en cada poro de vuestra piel.
El dogma os trae también gracias, protecciones y auxilios para poder llevar y sobrevivir a todo, hijos míos e hijas mías, que vais a vivir.
Honrar a vuestra Madre. Darme la credibilidad y el amor que me es negado en los hombres y en mi Iglesia. 
Tener siempre en vuestros altares la imagen de vuestra Madre, la Inmaculada, la Purísima Concepción para reparar todo el dolor inmenso y todo el daño que me hacen, hijos míos.
Y, despertar de una vez y ver.
Y en mi Iglesia, en vuestra Iglesia, en la Iglesia fundada por mi divino Hijo y regida por el Espíritu Santo no puede haber mujeres diáconos ni diáconos tampoco.
Están preparando el camino a las mujeres para más adelante hacerlas sacerdotes. Retiraros de esos sacerdotes e ir como os he dicho a los sacerdotes santos.
Pedir mucho por las almas consagradas, hijos míos, porque están muy confundidas.
Pedir mucho por el Papa porque también está confundido. Es bueno, pero tiene también mucha confusión, hijos míos.
Pedir por los obispos, cardenales, por todas las almas consagradas desde el más alto cargo al pequeño y conservaros en la tradición y en los sacerdotes santos.
El poder de Dios Padre. El amor de mi divino Hijo y el amor del Paráclito desciende sobre todos vosotros con todas estas bendiciones que os he mencionado y en todos queda la llama de amor de mi Inmaculado corazón.
Quedad en la paz, en el amor del Sagrado corazón de mi divino Hijo.
Vosotros no juzgar y pedir. 

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