Nuestra Madre
La paz de mi Jesús y el vuestro venga a cada uno de
vosotros, hijos míos.
Una vez más, me manifiesto a través del canal
escogido por el Padre, por el Paráclito y por nuestros Sagrados e Inmaculados
Corazones para traeros nuestro amor, para ayudaros, para corregiros, para
enseñaros y para pedir por esta humanidad que ha perdido todo bien, la mayoría
camina por el borde del abismo, para desagraviar nuestros Sagrados e
Inmaculados Corazones de tanto dolor y sufrimiento como nos producen las almas
que viven a su libre albedrío, que nos producen una gran mayoría de pastores de
la Iglesia, de nuestra Iglesia, en la Iglesia fundada por Cristo, nuestro
Jesús.
Mira, hija mía.
Rosa
Veo un mar bien embravecido, oleajes muy altos, hay
como rayos. Unas tormentas con unos truenos inmensos. Da miedo porque parece de
noche.
Veo una barca grande, grande….
Nuestra Madre
Dame la mano, hija mía.
Rosa
Madre, veo al Papa, veo cardenales contra cardenales,
obispos contra obispos, sacerdotes contra sacerdotes, fieles contra fieles….es
todo un caos.
Hay una confusión terrible en ella. ¿Esto que es?
Leyes nuevas que parecen buenas pero no lo son.
Veo toda clase de bichos que se filtran por al barca,
bichos repugnantes.
La barca parece que se hunde, grandes tormentas
vienen sobre ella.
¡Madre, van a perecer los que hay dentro!
Nuestra Madre
No, hija. La tradición la sostiene.
Hijos míos, ¡cuántos modernismos han metido y quieren
meter en la Iglesia de Cristo, en nuestra Iglesia, leyes nuevas que parecen
buenas pero no lo son!
¡Cuántas almas consagradas dicen que la Iglesia tiene
que progresar, tiene que abrirse!
Si, a las almas que se arrepienten, no a ideas nuevas
ni modernismos que están haciendo naufragar la barca de Pedro.
Gran confusión hay en ella, esos bichos, hija mía,
que has visto son todo lo que quieren meter en la barca.
Quieren acoger en ella a todos, a toda religión.
Protestantes, budistas, musulmanes, a toda religión quieren dar cabida en ella
sin reconocer la nuestra y de esta forma la barca se va hundiendo cada vez más.
La Iglesia está abierta con las puertas de par en par
a otras religiones que admitieran todos sus errores, que se han dado cuenta que
la única verdad es la de Cristo y quieren formar parte de ella. Entonces, el
Espíritu Santo junto con mi Divino Hijo y el Padre abraza a estas almas y las
adentra adentro, no a las almas de otras religiones que permitido por
arzobispos, por cardenales y sacerdotes las meten porque ya han metido en ella
sin reconocer sus errores y siguiendo la religión que traer cada uno y cada una
de ellas.
Arcángel San
Miguel
¡Cuánta herejía ha entrado en mi Iglesia, en nuestra
Iglesia, hermanos míos!
Soy el arcángel San Miguel.
La Madre no puede seguir por el dolor tan inmenso que
sacude su Inmaculado Corazón al ver tantas herejías como hay en la Iglesia y
tantas y tantas que quieren meter y quieren dar por buenas.
En mi Iglesia todo está bien, todo está bueno. La
Iglesia de todos nosotros y no, hermanitos míos, no es así,
Hay que confesar a Cristo, hay que regirse por los
Evangelios y por los mandamientos. Hay que aceptar los dogmas y amar a María,
como Madre, Hija y esposa de la Santísima Trinidad, el Templo vivo, como Madre
de la Iglesia y Madre de toda la humanidad, como reina y Señora de todo lo
creado.
Nuestra Madre
Y corredentora con mi Divino Hijo.
Si, hijos míos, soy Madre corredentora.
Madre que os alumbré con un dolor infinito en mi
corazón al pie de la cruz y que mis brazos se extendieron y mi corazón
Inmaculado de dolor se abrió y os recibí a todos como hijos de mi Inmaculado
Corazón. A todos los hombres de todos los tiempos.
Hija mía, la barca va a la deriva, parece que se hunde,
como has visto, entre grandes olas y tormentas pero está sostenida por Jesús,
por el Paráclito y por la tradición.
En ella quieren meter tanto lo falso como lo bueno.
La mayoría de las almas consagradas en todos los
grados han perdido la conciencia de pecado.
Han hecho un dios a su imagen y semejanza y muchos
son los que se parecen a los gobiernos que están en mi Iglesia, en vuestra
Iglesia para llenar sus arcas de oro.
La Iglesia de Cristo tiene que vivir en la pobreza en
la que fue formada, no en la abundancia en la que vive ahora. Y, es verdad, que
da mucho a los pobres pero debían de dar más vendiendo tantas propiedades como
tienen y han atesorado para repartirla entre tanto hombre, mujer y niño que se
mueren de hambre, como hacían los primeros cristianos, los primeros sacerdotes,
los primeros obispos, el primer Papa, se quedaban justo con los necesario y
todo lo demás lo repartían a los necesitados según la necesidad de cada uno.
Esta es la Iglesia de Cristo, esta la Iglesia nuestra y ésta es la Iglesia que
quiere el Padre, el Hijo y el Paráclito.
Cuando parezca todo perdido por los que se han
conservado en la tradición y al verdadero Papa, han cumplido los mandamientos y
se han regido por el Evangelio descenderé del cielo en una columna y se pondrá
en la proa de la barca, vuestra Madre Inmaculada.
Y vendrá otra barca inmensa en la que descenderá del
cielo otra columna y mi Divino Hijo, hecho carne en la Eucaristía que todos
verán, las dos barcas juntas derrotarán al enemigo.
La Iglesia resplandecerá toda bella y hermosa como el
Padre, mi Divino Hijo y el Paráclito la quieren.
Orar, orar mucho por las almas consagradas, por la
conversión de los pobres pecadores y por las benditas ánimas del purgatorio que
no sabéis los sufrimientos tan terribles que en el purgatorio se pasa. Todas
son purificadas en el fuego del Espíritu Santo pero ese fuego quema, abrasa y
causa dolores terribles en ellas, Y ahí, no hay tregua ni hay descanso, son
almas ardientes en fuego y purificación.
Por ello, cuando las almas aparecen buscando
oraciones no pueden tocar a ningún alma de la tierra porque solamente con
tocarla la abrasaría.
¿Qué pensáis que el purgatorio es un paseo? No, es un
fuego purificador que abrasa y quema y las almas en él , en este fuego sufren
terriblemente, hijas mías.
El purgatorio es un acto de misericordia pero en él
se purga purificándose el alma y sufriendo terriblemente.
Orar mucho por ellas, ofrecer trabajos por ellas y ofrecer
misas por ellas para que sientan un poco de alivio, para que vayan subiendo y
saliendo de este lugar de misericordia y de purificación.
¿Os acordáis del rico del Evangelio? El rico del
Evangelio al cual mi Divino Hijo se le acercó e intentó de mil maneras que lo
dejara todo y su riqueza la diera a los pobres pero ¡Cuánto cuesta esto! Y
desolló sus llamadas y terminó en el infierno y no todos a los que se acercó mi
Divino Hijo en su vida pública y se acercaron a Él se salvaron. Estaban
apegados mucho a este mundo y a sus bienes y se condenaron.
Los brazos los tenéis que tener siempre abiertos para acoger en ellos a los hermanos pero dejaros de sensibilidades y en ese abrazo
del acogimiento al hermano llevarle a la verdad.
No dejarlo en el error en el que se pueda encontrar,
hijos míos.
Orar mucho por la Iglesia, por el Papa y las almas
consagradas.
Orar mucho para que las almas para fieles, buenas y
santas proclamen la verdad, el Evangelio y los mandamientos y se opongan a todo
lo que no es de Dios, entrar en el Iglesia.
En verdad, os digo hijos míos, que se dará el día en
que protestantes y ortodoxos y católicos se unan y sean uno.
Cuando los ortodoxos y los cristianos limen unas
fechas y unas contrariedades que hay diferente a la Pascua y a otras fechas en
la Iglesia y algunas cosillas por ahí más.
Será los ortodoxos y los católicos una Iglesia y los
protestantes se unirán a la Iglesia de Cristo pero no como quieren hacerlo ni
como la Iglesia quieren permitirlo sino cuando los protestantes se den cuenta
de sus errores en esta religión en la que están, confiesen la fe de Cristo y
toda la fe de la Iglesia católica y apostólica entonces las tres ramas serán
una.
Orar para que no caigáis en la tentación de la
confusión y veáis con los ojos del alma y manteneros en la tradición. En la
tradición de vuestros padres.
Os bendigo como el Padre os bendice, en su nombre
Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.