MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
5 FEBRERO DE 2018
Padre
Celestial
Hijos míos, vuestro Padre celestial, junto con el
corazón de mi Hijo y el Inmaculado corazón de mi Hija, nos hemos hecho presente
en este cenáculo pedido por vuestro Padre celestial. Uno de los cenáculos
salido de las entrañas de los corazones sagrados e Inmaculados corazones de mi
Hijo, Jesús, de la Inmaculada, María, Miriam, como se la llama en el cielo.
El mal crece, las tinieblas invaden cada vez la
tierra, el hombre no ha otorgado lo que corresponde a la Inmaculada, el quinto
dogma, Madre Corredentora junto a mi divino Hijo, el Redentor, al pie de la
cruz.
A la Inmaculada, mi Hija, se le ha dado todo poder
para derramar todas las gracias sobre la humanidad. El poder de abogar por
todos sus hijos y el poder de salvar todas las almas que acuden a ella y la
aman.
El poder de interceder ante mi divino Hijo por tantos
y tantos pecadores.
El poder de no negarle absolutamente nada, ni mi
divino Hijo, ni el Paráclito, ni Yo, su Padre.
¡Qué dolor tan grande, inmenso, sienten nuestros
corazones porque los responsables no han escuchado a los fieles, ni tampoco han
hecho caso de tantas y tantas firmas como se han recogido para que fuera
proclamado el dogma!
¡Ay, cuánto dolor y sufrimiento se hubieran evitado
porque el Paráclito lo hubiera hecho todo nuevo!
Hasta el más pecador se hubiera convertido.
Por ello, los males aumentarán y las tinieblas
espesarán cada vez más.
Pero no temáis, vosotros, el pequeño jardín de María,
de mi divino Hijo, de vuestro Padre celestial y el Paráclito que nos deleitamos
en cada uno de vosotros, no os dejaremos. Siempre estaremos junto a vosotros
protegiéndoos.
Lo que iba a ser permitido, lo voy a permitir. Por la
terquedad, la necedad, y la ceguera de la mayoría de los hombres.
Los masones, como vosotros los llamáis y otras sectas
satánicas han querido y han puesto símbolos en una multitud de rosarios.
De la medalla más conocida que es la Milagrosa y han
empezado en algunas imágenes. Todo se hubiera quedado ahí, en símbolos, porque
mi poder frente al enemigo es inmenso y el del enemigo nada.
Y la bendición de Dios Padre, de Dios Hijo y Dios
Espíritu Santo lava, quita todo mal. Pero van a llegar más lejos y lo dejo,
como os he dicho antes, por la terquedad, la soberbia, la necedad de los
hombres.
Van a hacer rituales contra todo esto que ellos han
fabricado para introducir el mal a través de estos objetos en vuestros cuerpos,
en vuestras mentes, en vuestros hogares y en vuestras familias.
Por ello, romper todos los rosarios y deshaceros de
ellos.
La medalla de la Milagrosa, de momento, dejarla porque no han conseguido en ella,
todavía lo que ellos han querido. Han hecho una leve variación para ver si los
fieles se dan cuenta y protestaban. Estas medallas todavía valen, pues en
ellas, no está todo el mal de Satanás.
Y al ser bendecidas por mi Hijo, por mi Hija, o por
Mí o por el Paráclito, todo rastro del pequeñito mal que han puesto, ha
desaparecido.
Pero no quiero que compréis ninguna medalla más de la
Milagrosa. No comprarlo porque van a meter más profundamente el mal en ellas. Y
mis almas consagradas no hacen nada para combatirlo, hijos míos.
Este mal viene por no haber sido proclamado el dogma
a su debido tiempo.
Gracias por haber venido a dar el amor que me es
negado de otros hombres, de tantos hijos ingratos que no me reconocen, que me
han olvidado, que se han alejado de Mí, y de tantos hombres que me quieren
quitar de la faz de la tierra, y no podrán hacerlo, hijos míos.
Os amo, os quiero tanto, que mira, hija mía. Mira
Belén
Veo el pecho del Padre lleno de luz, una luz muy
grande. Con inmensos rayos.
La luz va dejando un espacio en el pecho del Padre.
Dios mío, veo el corazón del Padre. ¡Que corazón!
Late como un corazón humano.
¡Señor, no hagas eso, por favor que me da miedo!
Padre
Celestial
No tengas miedo, hija mía, porque veas partirse mi
corazón, no del todo, es la puerta por donde meto a mis hijos amados.
Mira. Mira bien, hija mía.
Belén
Señor, no hay fondo
Es todo luz por dentro, rojo y luz.
Padre
Celestial
Si, hija mía, aquí están las entrañas de mi amor y
misericordia para todos vosotros y para toda la humanidad y aquí estáis
vosotros.
Cuando intentáis hacer mi voluntad, esas miserias las
transformo en virtudes.
Sois humanos y no sois perfectos porque no podéis
serlo.
Solamente en mi gracia lo sois y os dejo caer para
que veáis lo que sois sin nosotros.
Pero os levanto, os abrazo, os perdono, lavo vuestras
heridas y vuestros pecados en la sangre del cordero. Y os dejo más blancos que
la nieve
Y ahora seguir obsequiando con el rosario que tanto
alegra mi corazón. Tanto gozo recibo en él, alivio y consuelo, hijitos míos e
hijitas mías.
Recordar que os amo.
Y todo mi poder lo dejo a un lado y me hago uno de
vosotros, mis hijos queridos.
Mis hijas queridas que con tanto amor os creé y con
tanto dolor os dejé bajar a la tierra. Pero siempre estoy junto a vosotros y a vosotras. Recordarlo.