MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
29 ABRIL DE 2017
Jesús
El Hijo del Dios vivo se ha hecho presente en este
cenáculo junto con mi Madre y vuestra formado por nuestros Sagrados e
Inmaculados corazones.
Ahora mis palabras van a ser cortas.
Hijos míos, la paz que os trae vuestro Jesús inunde
en vuestros corazones.
Es tiempo de Pascua. Pero es tiempo de dolor y sufrimiento para
vuestro Jesús por todo el que no vive en Mí.
¡Que dolor tan inmenso me produce la ingratitud de
los hombres! El pecado de esta humanidad perversa que camina la mayor parte de
la mano del enemigo.
Ya no hay conciencia de pecado. Todo está bien y este
mundo lleno del amor del Dios Trino se ha convertido en una orgia.
El Padre creó al hombre y a la mujer, a Adán y Eva,
para que con ello multiplicara la tierra. No creo a dos hombres ni a dos
mujeres. Eso es diabólico.
Y no viene ese amor de Mí, hasta los que se llaman
míos, una gran mayoría, hijos míos, lo dan por bien y lo aceptan.
Los hombres y las mujeres que se juntan sin pasar por
mi bendición, las madres que matan a sus hijos en sus vientres. Todo ello, me
produce un infinito dolor, viendo como estas almas caminan por el camino de la
perdición, viviendo a su libre albedrío.
No reconociendo el mal ni el pecado y caminan camino
de los infiernos, hijos míos.
El pecado de la carne es el que más almas lleva al
infierno.
Pedir mucho por la juventud, que la mayoría está
perdida, hijos míos, y bailan y danzan al son que Satanás les marca, hijos
míos.
Y mi cuerpo se llena una vez más de llagas, de
salivazos, de bofetadas, de golpes por todos los lados.
Soy la burla de todos ellos, hijos míos.
Y manchan el rostro y el de mi Madre con blasfemias,
con sacrilegios y con toda clase de pecados. No solamente la juventud, sino los
que no son tan jóvenes, ya en la edad madura y en la vejez, hijos míos.
Decís que los gobiernos os han llevado a la situación
que os encontráis, pero ello es producido por el pecado y por la perversión del
hombre, hijos míos.
Tengo sed, tengo mucha sed, hijos míos. Mis labios se
me llagan, tengo sed del amor de todos mis hijos, y aquí me tienen, en la cruz.
Siendo una vez más la mofa de todos ellos.
Los tiempos irán cada vez, más a peor, y mi Iglesia
es la culpable porque no habla claro y todo lo admite.
Si los pastores, obispos, cardenales incluso hasta el
Papa hablaran claro, los acontecimientos y la purificación sería más suave
porque muchas almas entrarían en el redil del Buen Pastor, en mi rebaño, hijos
míos.
No se puede servir a dos señores. Dar al Cesar lo que
es del Cesar y dar a Mí, vuestro Dios, lo que es de Dios.
Tener cuidado, hijos
míos, que la confusión está ya en la iglesia, vuestra Iglesia, amarla con todo
vuestro corazón y con toda vuestra alma.
Pero vosotros no saliros de la tradición porque si
no, hijos míos, estáis perdidos. Ya sean protestantes, ya sea de la religión
que sea y entra en la iglesia tienen que abandonar sus ideas erróneas y acoger
la tradición de la Iglesia católica.
No se puede entrar a mi iglesia con ideas erróneas.
Todo ello tiene que ser desechado y convertidos a la iglesia católica, a mi Iglesia,
la iglesia de Cristo.
Que nadie os engañe, no ser pusilánimes, ser fuertes
en la fe y en la tradición y aborrecer el pecado sea cual sea y venga de donde
venga, hijos míos.
Pedir mucho por el Papa, que mirar lo que os voy a
decir, también está confundido en algunas ideas, hijos míos.
Pedir mucho por él para que el Espíritu Santo le
aclare esas ideas que tiene y las deseche y que no le de miedo decir la verdad
porque solo la verdad es la que llega a Mí, hijos míos.
Amarle mucho y pedir mucho pues necesita de muchas
oraciones porque su corazón es tierno y en esa ternura tiene algunas
confusiones y el cristiano no se puede dejar llevar por la sensibilidad sino
por la verdad, hijos míos.
Hija mía, bebe el cáliz. Cógelo.
Alzarla si podéis un poco, la cabeza.
Rosa
¡Ay que amargura, Dios mío!
Jesús
Es la amargura que producen los pecados, los vuestros
y de toda la humanidad.
Bebe otro sorbo, hija mía.
No escandalizaros como Anás y Caifás que llegaron a
crucificar al Hijo del hombre.
Os digo esto para que oréis mucho por el Papa y las
almas consagradas también, hijos míos.
Pronto se dará en el mundo otro acontecimiento que
será bañado en sangre, hijos míos.
Pedir para que el Padre lo evite o que sea suavizado,
hijos míos.