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sábado, 29 de abril de 2017

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
 

20 DICIEMBRE DE 2016



Jesús
Hijos míos, vuestro Jesús crucificado junto con mi Madre y la vuestra, dolorosa al pie de la cruz nos hemos hecho presentes en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Mi cuerpo tiembla por las convulsiones en la cruz.
Tengo sed, tengo sed, hijos míos.
Tengo sed, pero no de hiel y vinagre que desgarran mis labios. La lengua, el paladar.
El dolor es acerbo.
Tengo sed de almas. Traerme, hijos míos, con vuestro amor, con vuestro sacrificio y oración y vuestras obras las almas de tantos hijos ingratos que salgo a sus caminos con mis labios secos y ensangrentados pidiéndoles el agua de su amor y me dan la hiel y el vinagre. Y atormentan más el cuerpo de vuestro Jesús llagado y desgarrado por el desamor, las burlas de mis hijos y mis manos se atan ante la libertad de todos estos hijos ingratos que viven a su libre albedrío y por más que me acerco a ellos como un leproso y un mendigo sólo recibo burlas y desprecios y la hiel y el vinagre en mis labios.
Al igual que recibiré estas Navidades en tantas almas y tantos hogares, hijos míos, para unos naceré en el pesebre para otros naceré en la cruz en la que esa noche me seguirán crucificando poniendo hiel y vinagre en mis labios llagados y ensangrentados. En mi lengua herida en las caídas, hijos míos.
Y en el paladar traspasado por una punzante espina que traspasó mi cerebro y llegó a perforar el paladar de vuestro Dios.
En la mayoría recibiré en la cruz el dolor y los azotes, hijos míos, los clavos en mis manos y en mis pies.
Darme en la Nochebuena la noche de gloria, el amor que me es negado en tantos de mis hijos. Abrazarme en el Niño por todos los que no me abrazan. Por todos los que en esa noche me escupirán, me flagelarán y me crucificarán una y una y una y otra, y otra y otra vez en la cruz, hijos míos.
Mi dolor es infinito al ver la pérdida de tantas almas como se precipitan en el infierno.
Mis manos las atan con su libertad y no puedo hacer nada. Y los veo caer en los abismos sin poder rescatar sus almas porque van maldiciéndome y escupiéndome.
A vosotras, madres, sabéis bien de los dolores que os producen vuestros hijos compadeceos de vuestro Jesús y de mi Madre dolorosa y vuestra al pie de la cruz.
Recordarme la Nochebuena como el Niño Dios que vino y viene constantemente a vuestro mundo para rescataros de las garras de la muerte eterna.
Pero recordarme también en la cruz donde también me tendrán, me escupirán, se burlarán porque antes de llegar a ella seré azotado otra vez cruelmente.
Seré cargado con la cruz de sus iniquidades, seré coronado de espinas.
Mis ropas serán quitadas a jirones de mi cuerpo para purificar la desvergüenza y la inmoralidad de esa noche, hijos míos.
Y otra vez, seré tendido en la cruz.
Mis manos serán traspasadas, al igual que mis pies, hijos míos. Y otra vez, volveré a abrir la llaga de mi divino costado para seguir teniendo misericordia de esta humanidad ingrata que no merece mi misericordia sino mi justicia y que pronto se dará en la tierra.
Por ello, os pido, hijos míos, que pidáis mucho por la conversión de los pobres pecadores. El tiempo se está acabando. Mi venida está inminente, hijos míos.
Pero hasta que este corto tiempo termine, vuestro Jesús será tendido en la cruz y seguiré en ella, hijos míos.
Pedir mucho por la conversión de vuestros familiares, de todos los que conocéis. Y la conversión de todos los pobres e empedernidos pecadores.
Decir conmigo:
*Jesús, te pido perdón por todos los que no lo hacen.
*Jesús, me sacrificaré por todos los que no se sacrifican.
*Jesús, te amo por todos lo que no te aman.
*Jesús, doy mi vida por ti y por todos mis hermanos.
Decirla frecuentemente estos días, hijos míos, y aliviar el dolor de vuestros Jesús y el de mi Madre. Uniros a Juan y a las santas mujeres al pie de la cruz para desagraviar el dolor que los hombres producen a vuestro Jesús.
Y os doy una gracia y una bendición muy especial a vosotros, hijos míos, y a los objetos religiosos para que estas palabras que os he pedido que pronuncies junto a mí, en esta tarde, cuando las pronuncies seas salvadas muchas almas, aliviando el dolor y la sed de vuestro Jesús y el dolor de vuestra Madre Inmaculada.
Y todos los objetos son bendecidos con gracias, bendiciones y protecciones grandes e infinitas que en esta tarde derrama mi Madre, San José y vuestro Jesús para la unión, la paz y el amor en vuestras familias, en vuestros hogares y en los lugares donde estén estos objetos religiosos.
In nomine patrie, et filie et Spiritu Santi. Amén, hijos míos.
Acompañar a vuestro Jesús en la cruz. Ver el rostro de vuestro Jesús lleno de dolor, ensangrentado y llorando por la pérdida de las almas y el desamor de los hombres.

Hoy besaréis este, mi rostro, hijos míos.

Jesús
Mi Rosa de Pasión, sientes el dolor que los pecados producen a mi Sagrado Corazón desgarrando mi corazón y haciéndolo pedazos, hija mía.

Rosa
Si, Jesús lo siento.

Jesús
Tendrás el dolor unos días, hija mía, acuérdate de que este dolor no es tuyo sino mío.
¿Lo quieres, hija?

Rosa
Señor, yo quiero lo que tú quieras para mí.

Jesús
¿Lo quieres, hija?

Rosa
Señor, yo quiero lo que tú quieras para mí, Señor.

Jesús
¿Lo quieres, hija?

Rosa
Jesús, tú sabes, Dios mío y Señor mío, que todo lo que quieras para mí, lo acepto. He aquí tu esclava, Señor. Que se cumpla en mí tu santa voluntad.

Jesús
Hija mía, gracias por ayudarme a descargar un poco el dolor de mi corazón.
Ello aliviará unos días el mío y no será tan intenso y seguiré teniendo clemencia de esta humanidad por un poco, muy poco tiempo, hija mía.
Mi corazón os abraza a todas y a todos y os estrecha profundamente dentro de él porque cada latido de mi corazón es un latido de amor y un abrazo a todos vosotros, hijos míos e hijas mías.
Vivir santamente esta Navidad para que vuestro Jesús, para que mi Madre y vuestra y San José sientan la alegría, el consuelo y el amor de este grupo formado por nuestros Corazones y dirigido por el mismo Dios tres veces santo: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y mi Madre y vuestra.
Seguir hasta completar la oración de reparación a mi santa Faz y a los dolores y lágrimas de sangre y agua de mi Madre y vuestra.
Seguir hijos míos, dándonos gloria.

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
 

17 DICIEMBRE DE 2016



Nuestra Madre
Hijos míos, la Sagrada Familia, mi esposo San José, mi Jesús niño y vuestra Madre Inmaculada nos hemos hecho presentes en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Corazones.
Pocos días quedan para terminar este año de dolor producido por la ingratitud de tantos, tantos y tanos hijos que se han hundido en el precipicio y otros que caminan por él.
Con la alegría de los justos de todos vosotros con vuestras virtudes y defectos que habéis consolado, enjuagado, nuestros corazones y nuestros rostros.
Por ello, hijos míos, el martes ofreceréis el santo rosario, las llagas y cada oración del tercer martes de dolor para desagraviar nuestros corazones, para enjugar nuestras lágrimas, el rostro de mi Divino Hijo de tanto dolor, de tanto desprecio como hemos recibido a lo largo de este año, tanta ingratitud a tanto amor que hemos derrochado y hemos dado a todas las almas y que tantas y tantas almas lo han pisoteado.
El primer sábado que empecéis el cenáculo de Año Nuevo lo ofreceréis para que nuestros corazones os den la fuerza y la valentía y el gozo de cada dolor de este año, de sufrirlo por Jesús reparando con ello nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
¡Ay, hijos míos, que año nuevo os espera!
Pero a nada debéis temer los que coméis, vivís y bebéis de las enseñanzas de nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones y lleváis a cabo todo lo que a lo largo de estos años os hemos venido enseñando y también corrigiendo, aunque tengo que decir que cuando os corrijo, ¡ay, como sale la soberbia!
No aceptáis vuestra falta y os reveláis incluso llegáis hasta a dudar.
Y un padre y una madre aman con toda su alma, todo su corazón y todo su ser a sus hijos, los buenos padre y las buenas madres porque hay otros que matan a sus hijos en sus vientres y no se preocupan de los hijos que tienen en este mundo.
Pero como os he dicho, un buen padre y una buena madre aman con toda su alma, con todo su ser a sus hijos y los miman, los acaricia, los enseña y los corrige, tal y como como los Sagrados e Inmaculados Corazones hacen con vosotros en el grupo.
Pedir mucho la humildad para cuando seáis corregidos aceptéis la corrección, pidáis perdón y os enmendéis.
Pues todos los que habéis seguido las enseñanzas de este grupo, de este cenáculo dirigido por nuestros corazones a nada debéis temer.
Todos vais a entrar de una manera muy especial en el arca de nuestros corazones a primeros de año y recibiréis en ellos todos lo que necesitas para llevar este año de dolor y sufrimiento y a nada debéis temer porque estáis en nuestros corazones.
No ír a picar de un grupo en otro, hijitos míos.
Que más o menos en todos decimos lo mismo y en vosotros vienen las confusiones
Si seguís a los corazones de Jesús y de María en este grupo, seguir fieles a ellos y no picar de un lado al otro.
Que mirar las confusiones que ha habido con el Aviso, con las fechas, etc.
Que han venido de otros lugares.
Y sí, la gran gracia del Aviso está muy cerca, pero nadie sabe la hora, nadie, ni el día. Porque en verdad, el Padre sí que lo revelo a algunas almas privilegiadas pero ese día y esa hora han pasado porque el Padre tuvo misericordia de este mundo y os dio un tiempo más.
Por ello, nada y nadie sabe el día, el año y la hora, hijos míos.
Ya lo dijo mi Divino Hijo que nadie sabe de su venida, solo el Padre y lo tenéis en las escrituras.
Pero está muy cerca las señales y los eventos. Os están llevando a él.
Procurar tener el alma limpia y estar en gracia y tener algunos alimentos y demás para esos días, hijos míos.
Y prepararos el día 24 ya 25 a las 12h. Los que estéis en los templos y los que no podéis en vuestros hogares, arrodillaos, adorarle y glorificarle por todos los hombres que no lo hacen y calentarle en vuestros brazos con vuestro amor del frío que tiritará, de la frialdad de tantos y tantos corazones, hijos míos.
Coger al Niño en vuestros brazos y calentarle con vuestro amor, más que con vestiditos, ni con mantitas sino con el amor que salga de vuestros corazones.
Y el último día del año, reparar este año de dolor que los hombres ingratos han causado a nuestros corazones y también dar gracias cada uno y cada una por todo lo que nuestros corazones os han dado este año, meditad en ello.
Hijos míos e hijas mías, os bendigo junto con San José y el Divino Infante, mi Divino Hijo, con muchas gracias, bendiciones y protecciones y con la alegría y el gozo de mi Divino Hijo para estos días de Navidad.
Que vuestros corazones sean el pesebre calentito y lleno de amor que derrita el hielo con que cubren a mi Divino Hijo la ingratitud de los hombres.
Con estas gracias os bendigo y los objetos religiosos os los bendecimos con grandes gracias, protecciones y bendiciones para vuestros hogares, para las familias y para todos los moribundos.
El poder y el amor de Dios Padre desciende sobre vosotros y los objetos religiosos.
El poder y la misericordia de Dios Hijo, mi Divino Hijo, desciende sobre vosotros y los objetos religiosos.
La fuerza, el fuego y la sabiduría del Paráclito desciende sobre vosotros y los objetos religiosos.
La sabiduría cae en vosotros y los objetos religiosos.
Y mi Esposo San José os da una gracia, una protección y una bendición a cada uno de vosotros de llevaros en su corazón y ser vuestro gran protector y vuestro padre putativo aquí en la tierra el tiempo, hijos míos, que en ella estéis.
Él os librará de muchos peligros, será vuestro auxilio y vuestro socorro en los momentos más difíciles y vuestro gran abogado, intercesor, Conmigo, en la hora de vuestra muerte.

San José
El poder de Dios Padre, hijos míos, desciende sobre vosotros.
La misericordia de Dios Hijo desciende sobre vosotros.
El fuego del Paráclito desciende sobre vosotros.
Y el amor de vuestro Padre San José, que es el que os está bendiciendo, desciende en vosotros y en vuestros corazones.