MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
20 DICIEMBRE DE 2016
Jesús
Hijos míos, vuestro Jesús crucificado junto con mi
Madre y la vuestra, dolorosa al pie de la cruz nos hemos hecho presentes en
este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Mi cuerpo tiembla por las convulsiones en la cruz.
Tengo sed, tengo sed, hijos míos.
Tengo sed, pero no de hiel y vinagre que desgarran
mis labios. La lengua, el paladar.
El dolor es acerbo.
Tengo sed de almas. Traerme, hijos míos, con vuestro
amor, con vuestro sacrificio y oración y vuestras obras las almas de tantos
hijos ingratos que salgo a sus caminos con mis labios secos y ensangrentados
pidiéndoles el agua de su amor y me dan la hiel y el vinagre. Y atormentan más
el cuerpo de vuestro Jesús llagado y desgarrado por el desamor, las burlas de
mis hijos y mis manos se atan ante la libertad de todos estos hijos ingratos
que viven a su libre albedrío y por más que me acerco a ellos como un leproso y
un mendigo sólo recibo burlas y desprecios y la hiel y el vinagre en mis
labios.
Al igual que recibiré estas Navidades en tantas almas
y tantos hogares, hijos míos, para unos naceré en el pesebre para otros naceré
en la cruz en la que esa noche me seguirán crucificando poniendo hiel y vinagre en
mis labios llagados y ensangrentados. En mi lengua herida en las caídas, hijos
míos.
Y en el paladar traspasado por una punzante espina
que traspasó mi cerebro y llegó a perforar el paladar de vuestro Dios.
En la mayoría recibiré en la cruz el dolor y los
azotes, hijos míos, los clavos en mis manos y en mis pies.
Darme en la Nochebuena la noche de gloria, el amor
que me es negado en tantos de mis hijos. Abrazarme en el Niño por todos los que
no me abrazan. Por todos los que en esa noche me escupirán, me flagelarán y me
crucificarán una y una y una y otra, y otra y otra vez en la cruz, hijos míos.
Mi dolor es infinito al ver la pérdida de tantas
almas como se precipitan en el infierno.
Mis manos las atan con su libertad y no puedo hacer
nada. Y los veo caer en los abismos sin poder rescatar sus almas porque van
maldiciéndome y escupiéndome.
A vosotras, madres, sabéis bien de los dolores que os
producen vuestros hijos compadeceos de vuestro Jesús y de mi Madre dolorosa y
vuestra al pie de la cruz.
Recordarme la Nochebuena como el Niño Dios que vino y
viene constantemente a vuestro mundo para rescataros de las garras de la muerte
eterna.
Pero recordarme también en la cruz donde también me
tendrán, me escupirán, se burlarán porque antes de llegar a ella seré azotado
otra vez cruelmente.
Seré cargado con la cruz de sus iniquidades, seré
coronado de espinas.
Mis ropas serán quitadas a jirones de mi cuerpo para
purificar la desvergüenza y la inmoralidad de esa noche, hijos míos.
Y otra vez, seré tendido en la cruz.
Mis manos serán traspasadas, al igual que mis pies,
hijos míos. Y otra vez, volveré a abrir la llaga de mi divino costado para
seguir teniendo misericordia de esta humanidad ingrata que no merece mi
misericordia sino mi justicia y que pronto se dará en la tierra.
Por ello, os pido, hijos míos, que pidáis mucho por
la conversión de los pobres pecadores. El tiempo se está acabando. Mi venida
está inminente, hijos míos.
Pero hasta que este corto tiempo termine, vuestro
Jesús será tendido en la cruz y seguiré en ella, hijos míos.
Pedir mucho por la conversión de vuestros familiares,
de todos los que conocéis. Y la conversión de todos los pobres e empedernidos
pecadores.
Decir conmigo:
*Jesús, te
pido perdón por todos los que no lo hacen.
*Jesús, me
sacrificaré por todos los que no se sacrifican.
*Jesús, te amo
por todos lo que no te aman.
*Jesús, doy mi
vida por ti y por todos mis hermanos.
Decirla frecuentemente estos días, hijos míos, y
aliviar el dolor de vuestros Jesús y el de mi Madre. Uniros a Juan y a las
santas mujeres al pie de la cruz para desagraviar el dolor que los hombres
producen a vuestro Jesús.
Y os doy una gracia y una bendición muy especial a
vosotros, hijos míos, y a los objetos religiosos para que estas palabras que os
he pedido que pronuncies junto a mí, en esta tarde, cuando las pronuncies seas
salvadas muchas almas, aliviando el dolor y la sed de vuestro Jesús y el dolor
de vuestra Madre Inmaculada.
Y todos los objetos son bendecidos con gracias,
bendiciones y protecciones grandes e infinitas que en esta tarde derrama mi
Madre, San José y vuestro Jesús para la unión, la paz y el amor en vuestras
familias, en vuestros hogares y en los lugares donde estén estos objetos
religiosos.
In nomine
patrie, et filie et Spiritu Santi. Amén, hijos míos.
Acompañar a vuestro Jesús en la cruz. Ver el rostro
de vuestro Jesús lleno de dolor, ensangrentado y llorando por la pérdida de las
almas y el desamor de los hombres.
Hoy besaréis este, mi rostro, hijos míos.
Jesús
Mi Rosa de Pasión, sientes el dolor que los pecados
producen a mi Sagrado Corazón desgarrando mi corazón y haciéndolo pedazos, hija
mía.
Rosa
Si, Jesús lo siento.
Jesús
Tendrás el dolor unos días, hija mía, acuérdate de
que este dolor no es tuyo sino mío.
¿Lo quieres, hija?
Rosa
Señor, yo quiero lo que tú quieras para mí.
Jesús
¿Lo quieres, hija?
Rosa
Señor, yo quiero lo que tú quieras para mí, Señor.
Jesús
¿Lo quieres, hija?
Rosa
Jesús, tú sabes, Dios mío y Señor mío, que todo lo
que quieras para mí, lo acepto. He aquí tu esclava, Señor. Que se cumpla en mí
tu santa voluntad.
Jesús
Hija mía, gracias por ayudarme a descargar un poco el
dolor de mi corazón.
Ello aliviará unos días el mío y no será tan intenso
y seguiré teniendo clemencia de esta humanidad por un poco, muy poco tiempo,
hija mía.
Mi corazón os abraza a todas y a todos y os estrecha
profundamente dentro de él porque cada latido de mi corazón es un latido de
amor y un abrazo a todos vosotros, hijos míos e hijas mías.
Vivir santamente esta Navidad para que vuestro Jesús,
para que mi Madre y vuestra y San José sientan la alegría, el consuelo y el
amor de este grupo formado por nuestros Corazones y dirigido por el mismo Dios
tres veces santo: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y mi Madre y vuestra.
Seguir hasta completar la oración de reparación a mi
santa Faz y a los dolores y lágrimas de sangre y agua de mi Madre y vuestra.
Seguir hijos míos, dándonos gloria.