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viernes, 28 de marzo de 2014

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES


15 DE MARZO DE 2014


JESÚS
¡Que dolor tan inmenso sufrí, no podéis imaginarlo el dolor de vuestro Dios! al ver que a pesar de darlo todo, que iba a darlo todo, hasta la última gota de sangre por Amor infinito a todo el género humano, muchos iban a condenarse a lo largo de los siglos.
Me van a negar, iban a renegar de Mí. Me iban a maldecir. A pesar de que mis brazos no se cansan ni se cansaran de extenderse hacia ellos y todos vosotros, llenos de amor y misericordia me rechazan y me rechazaran todavía.
¡Qué dolor que me hizo sudar sangre!, porque sí soy Dios pero también hombre si no fuera porque me sostuvo mi Divinidad mi Padre y el vuestro , y el dolor, la ternura y el amor de mi Madre y vuestra.
Desde el lugar en el que se encontraba mi Madre vivió todo conmigo, hubiera muerto en ese instante, ningún dolor del mundo tiene semejanza con los dolores que padecí por vuestra salvación.
¿Cómo no iba a estar desgarrado, como no iba a sudar sangre por tantos hijos de todos los tiempos que se iban a perder y se pierden por la soberbia y el desamor y prefieren precipitarse a los infiernos en vez de venir a Mí, contritos y arrepentidos y pedirme perdón por sus culpas y vivir conmigo en la eternidad? con la Trinidad, con mi Madre y vuestra, San José y todos los coros angelicales y santos del cielo que lo habitan (el cielo).
En mi amor quiero a todos mis hijos conmigo, pues todos salieron creados de las manos del Padre. Con infinito amor os creó mi Padre a todos, en cada alma salida de las manos del Padre, en esos instantes el Padre se recrea  y se goza y se derrite de amor por cada alma creada salida de sus manos. Y todas las almas habéis sido creadas para un día estar, después de merecer en la tierra en el Cielo, con vuestro creador Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo con la Inmaculada mi Madre y vuestra, con mi padre putativo San José, el mayor de los Santos, y que tantas gracias auxilio y socorros os alcanza con todos los coros celestiales y con todos los santos, en cambio el hombre se ha envilecido llevando y viviendo sus vidas al libre albedrío, llenos de soberbia y de desamor, viviendo al margen de los mandamientos y del Evangelio, llegando muchos a cometer pecados abominables, y aún así mi Amor es infinito por ellos y jamás los dejo y sigo saliendo a ellos y derramando gracias en sus corazones para que se conviertan y se arrepientan y me pidan perdón.
Pero una gran mayoría me rechaza bruscamente, me empujan, me escupen, me abofetean y cierran las puertas de sus corazones y en esos corazones no hay cabida para Mí.
Y tantas veces, hijos míos, vuelvo a Getsemaní al igual que al calvario. Y, tantas y tantas veces mi corazón se llena de espinas gruesas que clavan en mi corazón los pecados cometidos, que si no fuera por las almas reparadoras que me las quitan y me alivian con su amor, sus sufrimientos y obras no habría sitio en mi corazón para clavar una espina mas, hijos míos y la cólera del Padre hubiera descendido ya con toda su crudeza a la humanidad.
Pedir por la conversión de los pecadores especialmente los mas endurecidos.
Vosotros, hijos míos, venid, venid con la copa de vuestra amor para que seáis mi alivio y mi consuelo y poder refugiarme en vosotros. No seáis como los apóstoles que no pudieron velar ni una hora conmigo en Getsemaní, junto a Mí.
Venid y no dejar solo a vuestros Jesús en Getsemaní.
Venid hijos míos e hijas mías, llenad vuestras copas de vuestro amor y ofrecérmela y aliviar el dolor de vuestros Jesús y sufrimiento.
Consolar a vuestro Jesús de la pérdida de tantas almas, de todos los siglos que me han retirado de su lado como si fuera un leproso, que me han cerrado sus puertas, me han maldecido.
Se han reído de Mí, se han mofado, me han escupido.
Hijos míos, esto ha sido así y seguirá hasta el final de los tiempo, limpiar el rostro bañado en sangre de vuestro Jesús, con las copas de vuestra humildad, de vuestra caridad, de vuestro Amor, que pueda descansar aunque sea unos momentos en cada uno de vosotros, del inmenso dolor que me produce la perdida de un alma, hijos míos.

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES


10 DE MARZO DE 2014



JESÚS
Si un padre sufre por el mal comportamiento y el mal camino de sus hijos ¿cómo no voy a sufrir Yo, viendo a mis hijos al borde del precipicio?, viendo a mis hijos, muchos, como se precipitan en el, negándome, maldiciéndome, y todo un Dios no puede nada contra estas almas porque mi Amor, Misericordia, mis brazos para extender a ellos y mis manos para cogerlos están atados por la libertad del hombre.
La libertad es uno de los mayores regalos que el Padre ha dado al hombre para hacerle libre, para no hacerle esclavo, la libertad bien empleada, bien utilizada camina por el sendero de la gloria.
La oración junto a mi Madre es una oración que lleva grandes gracias, porque llega directamente a mi Corazón y al Padre, recordarlo, y todas vuestras intenciones son recogidas en su Inmaculado Corazón y de su Inmaculado Corazón pasa al Mío, a mi Sagrado Corazón. Y de nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones pasan al Corazón del Padre.
No desesperéis, hijos míos, cuando pedís algo y en el momento no se os da. Siempre se os dará si es bien para vosotros, por las almas que pedís, pero en mi momento, no en el vuestro.
¡Cuánto dolor y sufrimiento me causan las almas que me piden! y porque no les doy en el momento que ellos quieren se enfadan conmigo. Incluso algunas más, llegan a dudar de que les escucho y de que existo. Y se apartan de Mí. Todavía no han comprendido y, algunos de vosotros tampoco, que ello es egoísmo. Venir a Mí porque me amáis, venir a Mí con fe y con confianza, ponerlo todo en la llaga de mi Divino Costado y en el Inmaculado Corazón de mi Madre y vuestra y Yo os prometo que si os conviene se os dará en su momento.
Pero Yo necesito vuestro amor sin interés, hijos míos. El Amor no es amado, vengo como un mendigo, buscando vuestros consuelos, buscando un pecho donde apoyar mi cabeza, buscando que me acojáis, y tantas y tantas veces, hijos míos, no encuentro ni siquiera en los míos el consuelo porque veo sus corazones lleno de egoísmo, me ama si les doy, si no, hijos míos, me dejan, me maldicen y dudan de mi existencia, hijos míos.
Os recuerdo que solamente ante Mí vais a ser juzgados del amor, porque en el amor están todas las virtudes, porque el que verdaderamente ama no hace daño al hermano y el que verdaderamente me ama a Mí no incumple ningún mandamiento.
Recordarlo y desde mi Amor, si en verdad me amáis, amareis más fácilmente a vuestros hermanos, os aceptaríais mejor y no que en muchos todavía veo las faltas, el poco amor y caridad que tienen hacia algunas hermanos. Ve la miserias del hermano pero no ven las suyas, cuando actuáis así es que todavía falta mucho de amar a vuestro Jesús , porque algunos todavía me amáis egoístamente y eso, hijos míos, no es amor.
Amar a vuestro Dios sobre todas las cosas, amarme sin egoísmos, venir a Mí porque realmente me amáis, no para conseguir solo lo que me pedís.
Entonces, veréis maravillas cada uno en vuestras vidas, porque entonces yo podré obrar a través de vosotros, hijos míos. Vuestro Jesús agonizante clavado en una cruz por amor a los hombres, por amor a cada uno de vosotros estoy aquí en la cruz, hijos míos. Os pido que me améis, amarme de corazón, hijos míos. Si no sabéis pedírmelo pedírselo a mi Madre, que vuestros Jesús está sediento de amor, de ser amado por su hijos.
¡Con el dolor tan inmenso que sentí al ver que mi Pasión para muchos iba a ser inútil, hijos míos!
¡Qué dolor sintió vuestro Jesús en Getsemaní!, ¡Qué dolor al ver a todos los hombres de todos los tiempos, a una multitud tan inmensa que me negaría, que me traicionaría, que me maldeciría y que se condenaría!
Sólo el amor de otros hijos que con su miseria me seguirían, que con sus miserias querrían estar junto a Mí, y me amarían. Sólo ello me dio fuerzas para llegar a la cruz, hijos míos, y con qué amor abracé esta cruz, hijos míos.
¡Con qué amor os abracé a todos los hombres de todos los tiempos en ella, hijos míos, con qué amor os redimí, con que amor os salvé, hijos míos, con que amor a todos os presenté al Padre en la cruz, hijos míos, y con qué amor a todos os recibió el Padre os recibe a todos, hijos míos¡
No dejar de rezar diariamente el santo rosario, hijos míos, acudid al sagrario que allí os estoy esperado, y a la Santa Misa diaria todos lo que podías, hijos míos, y frecuentemente como os he dicho tantas veces al sacramento de la penitencia.