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domingo, 4 de noviembre de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

22 SEPTIEMBRE DE 2018





Nuestra Madre
Hijos míos, mis niños y mis niñas caminar juntos, unidos porque tiempos difíciles y de grandes dolores os vienen, hijos míos. 
En España se está gestando la revolución. Odios y rencores, unos contra otros, hijos míos. 
La economía caerá y los sufrimientos aumentarán.
La naturaleza se ha revuelto contra el hombre. El cambio de las estaciones ya lo estáis viendo, hijos míos. Grandes terremotos, catástrofes de todas clases, veréis en el mundo. Volcanes muertos, empezarán a rugir y se llevarán pueblos enteros. Otros ya están rugiendo, hijos míos. 
Grandes sequías. Grandes lluvias torrenciales que se llevarán, hijos míos, por favor, que vuestra Madre os está hablando. Lo poco que haya quedado de las cosechas.
El sol os trae grandes enfermedades y plagas. Aparte de las plagas producidas en los laboratorios, hijos míos. 
Las familias, la mayoría están destruidas o a punto de destruirse. Otras, hijas mías e hijos míos, Lucifer se ha metido en ellas creando el rencor, el odio y la discordia. 
Por ello, hijos míos, tenéis que caminar unidos para hacer frente a todo dolor y sufrimiento que os viene porque solos no lo vais a poder soportar, hijos míos. 
¡No creáis que cuando mi Hijo o yo, vuestra Madre, insistimos en ello es por capricho! No, hijos míos, es por el bien de cada uno de vosotros.
Os amo tanto, hijos míos, orar, pedir mucho el lunes día de mi onomástica, la Merced, por España, para que la libere mi divino Hijo a través de mí, de las manos enemigas. 
Ayudarme a romper las cadenas que el enemigo ha puesto para destruirla, hijos míos. 
¡Ay, hijos míos, si España se hubiera mantenido en la fe, en el amor a Dios, esto no hubiera sucedido!
Si la Iglesia, mi Iglesia, mi Iglesia y la vuestra no hubiera tapado su voz. Esto no hubiera sucedido.
Pedir también mucho por la Iglesia, hijos míos. Nuestra Iglesia, la Iglesia formada por mi divino Hijo, hijos míos. 
Por el Papa y las almas consagradas, no dejar de pedir.
Pedir mucho por la juventud que cada día caen al infierno cientos de ellos, hijos míos.
Pedir por las familias y por la conversión de los pobres pecadores.
Pedir por los pobres moribundos, un número elevado, no se arrepienten ni ante la vista de Dios, mi divino Hijo, y caminan ante la profundidad del infierno.
Pero vosotros no temáis que vuestra Madre del cielo os protege y os cuida, hijos míos. 
Pedir también por tanto países que están en conflicto y en guerra, hijos míos. No hay amor en el mundo.
MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

11 SEPTIEMBRE DE 2018



Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre se ha hecho presente en medio de vosotros. En este cenáculo formado y dirigido por nuestros sagrados e inmaculados corazones.
¿Ves, hija mía?

Belén
Veo al Señor tiritando como de frío, como en un bosque. Tiembla, está arrodillado sobre una piedra grande. En la piedra no se puede casi sostener. Al lado, no, como alrededor hay muchos árboles. No distingo de que son porque es de noche.
El Señor tirita fuertemente de frío, tiembla.
¡Ay, Dios mío, está solo, abandonado!
Se hace como una luz. Sus rayos iluminan el cuerpo tembloroso del Señor. Lleva una túnica blanca, un manto rojo. La cabeza la tiene apoyada en sus manos. De su cabeza veo que empieza a manar sangre. Los cabellas se van tiñendo de rojo.
El Señor levanta su mirada, toda triste, toda desgarrada de dolor, por los poros de la piel, de su Santa Faz también mana sangre. La sangre de los cabellos se le juntan con la sangre que mana de su rostro, no se le ve casi la cara. El Señor sigue temblando.
Exclama: ¡Padre, aparta de Mí este cáliz de abandono, de crueldad, de dolor que me infringen los hombres, me infringirán y me han infringido, hijos míos!
Las manos también empiezan a manar sangre. La túnica empieza a teñirse de rojo. Todo está ensangrentado.
¡Dios mío, como puedes con todo!
El Señor no puede más, se cae sobre la piedra. 
Ve aparecer un ángel entristecido pero lleno de amor. Coge a Jesús le acaricia, le consuela. Coge un cáliz que había depositado en el suelo, le da a beber.
El Señor parece que va recobrando alguna fuerza y exclama: ¡Padre, hágase en Mí según tu voluntad! Por todos los hombres que se han de salvar.
Y desaparece la visión.

Jesús
Hija mía e hijos míos, vuestro Jesús en Getsemaní también se ha hecho presente en medio de vosotros. 
El cáliz que le dio el ángel San Gabriel, el arcángel del consuelo, de la fortaleza, del amor y de la esperanza, es el cáliz que le dio el Padre, donde venía su fortaleza y las almas de todos los hombres que se iban a salvar, hijos míos. 

Belén
Veo a la Virgen desgarrada por el dolor de su Hijo en Getsemaní. 
La sangre que a su Hijo le mana por fuera, a Ella le mana por dentro. Es un mismo dolor.
Pero la Virgen saca fuerzas para consolar espiritualmente a su Hijo.
Espiritualmente su Hijo le abraza, le conforta, le besa y el dolor del Hijo es de la Madre y el de la Madre es del Hijo. Y todo ello, le hace levantar a Jesús e ir en busca de los apóstoles al encuentro de los soldados que le venían a prenderle.

Jesús
Queréis las cosas sin esfuerzo y todo lleva esfuerzo y sacrifico. 
Que mucho decís amarme, pero me amáis con los labios. Si me amarais de corazón y amaráis con todas vuestras fuerzas, vuestro corazón, y todo vuestro ser y alma, obedeceríais a la primera.
No seáis cómodos que la comodidad es un gran pecado y trabajar en lo que os vamos diciendo y pidiendo, hijos míos. 
¡Quiero, hijos míos, que nos améis con el corazón, con todo vuestro corazón, con toda vuestra mente y toda vuestra alma, sobre todas las cosas!
Sobre todas las familias, sobre todo lo que tengáis que hacer. No anteponer nada y a nadie ante vuestro Dios, que quien me ame así y a mi Madre ya lo tiene todo.
No seáis como los fariseos de entonces, y la mayoría del mundo de los fariseos de ahora, que dicen amarme, pero sólo me aman de palabra, no de corazón, porque hacen lo contrario a lo escrito en los Evangelios y en los mandamientos. 
Que la oración vaya siempre acompañada de amor, de amor que brote de lo más profundo de vuestro corazón a Dios sobre todas las cosas y luego a las familias y al prójimo. 
Sois una gota de polvo que se desvanece en la nada, pero conmigo y en Mí, lo podéis todo. 
Pero tenéis que poner vuestro esfuerzo, que no lo ponéis. Que sois cómodos y la comodidad es un gran pecado, hijos míos.
Os hablo con palabras sencillas para que todos me entendáis. 
Vuestro Jesús en Getsemaní os bendice.
In nomine Patris, et Filie et Spiritu Sancti. 
MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

1 SEPTIEMBRE DE 2018


Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre Inmaculada junto con Santa Filomena nos hemos hecho presente en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados corazones. 
Hijos míos, hace tiempo que se os dio a la santa, Santa Filomena, para que acudierais a ella en vuestras necesidades y ¡que pocos lo hacéis!
Algunas decís, yo voy directamente a la fuente, yo voy directamente a Dios y a la Santísima Virgen.
Los santos por haber vivido sus vidas en Dios por tantos dolores, sufrimientos y sacrificios, hasta el punto de dar sus vidas por amor a Dios y a los hombres, El Señor, nuestro Dios, les da gracias para que intercedan por la humanidad.
¡Ay, si no fuera, hijos míos, por las intenciones, peticiones y ruegos de los santos, el hombre ya hubiera todo padecido!
El mundo lo sostienen los santos implorando por todos vosotros junto a mi divino Hijo y a mí, vuestra Madre, al igual que los justos de esta tierra, hijos míos.
Mirad, no siempre estáis en gracia.
Cuando no os asalta un mal pensamiento, una mala contestación, una mala mirada, etc, siempre estáis en pecado venial.
Cuando pedís directamente, porque no necesitáis a nadie, los pecados veniales no dejan que las peticiones suban como flechas ante mi divino Hijo, ante el Padre, hijos míos. 
Y, sí, hay peticiones que también suben derechas, pero tardan más en que se os concedan. En cambio, cuando pedís a través de la intercesión de los santos que os hemos puesto en el grupo. Esas peticiones suben como flechas al corazón de mi divino Hijo y al del Padre. 
Y, me diréis, ¿porqué? Porque son presentadas por los santos que han mandado y santas, hijos míos e hijas mías, y presentan junto peticiones y oraciones todos los martirios y dolores que han padecido aquí en la tierra y mi divino Hijo, el Padre o el Paráclito ante ellos se derriten.
Y en verdad, os digo que, si vuestras intenciones son buenas y peticiones para las almas, las obtendréis, hijos míos. 
Mirar cómo está la juventud. En ella no hay moral ni virtud, la mayoría está llevada por las bajas pasiones y por el enemigo, hijos míos. 
Mi inmaculado corazón se desgarra al ver a tantos y tantos hijos vivir a su libre albedrío siendo marionetas del enemigo de las almas.
En ellos no hay freno, todo es desenfreno.
En la mayoría, todos los pecados abundan.
Quiero que, en un misterio del rosario, todos los días pidáis por ella, por esta juventud. Por los niños y por los adolescentes.  
En esta tarde, el corazón del Padre, de mi divino Hijo y del Paráclito, pone una gracia muy especial al igual que una bendición para que pidáis a Santa Filomena y digáis a mi divino Hijo: Por la virtud, y la virginidad y la santidad de Santa Filomena te pido…………( lo que tengais en vuestro corazones).
Ella es abogada de los niños, adolescentes y de los jóvenes.
Pedir a mi divino Hijo, a través de ella, por vuestros hijos, por vuestros nietos y por la juventud.
Para que mi divino Hijo toque los corazones de tantos y tantos jóvenes y los atraiga a su corazón, hijos míos. 
In nomine Patris, et Filie et Spiritu Sancti.