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martes, 8 de mayo de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

28 ABRIL DE 2018


Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre me he hecho presente en medio de vosotros. En este grupo formado y dirigido por nuestros sagrados e Inmaculados corazones.
En esta tarde, vengo a recordaros que debéis de perseverar en la oración.
La oración es uno de los alimentos del alma para que siga viva en nosotros y no se muera, hijos míos. 
Pero perseverar no es caer en la rutina y rezar como “papa gallos”, que os pasa a muchos.
Perseverar es rezar con el corazón sintiéndolo y no con angustias porque no os da tiempo a algunas a hacer todo
Mi Hijo no os mide por lo que oréis sino por las obras que hacéis. En la oración unos llegan a hacer más que otras según el tiempo que tengáis, hijos míos. A todos no os pedimos lo mismo.
Nuestros corazones son paz y amor y no os crean ansiedad ni os quitan la paz. Cada uno y cada una hará todos los días lo que pueda.
Una cosa es que se haga lo que se pueda y otra cosa es que no se haga nada, hijos míos.
Muchas os dedicáis a orar y orar, pero no obráis y la oración va unida a las obras. ¡Os lo recuerdo, hijas mías!
El atender una llamada de un hermano que os necesita, ahí estáis orando. Porque estáis atendiendo a mi divino Hijo en esa hermano. Cuando le ayudéis de la forma que sea.
No seáis fariseos ni hipócritas. Los hipócritas y los fariseos son los que se dan muchos golpes de pecho. Muchos padrenuestros y ave marías, pero se olvidan del hermano, hijos míos.
Vuestros pensamientos, eso sí, siempre puestos en nuestros corazones. Todo lo que habéis y obréis siempre en nuestros corazones. Todo ello es oración. Hasta el fregar y hacer las cosas de vuestros hogares que a tantas os cuestan, ofrecidas a mi divino Hijo o a mi Inmaculado corazón, hijos míos, también es oración.
Recogerse en el interior de vuestras almas y estar con mi Hijo en el interior de vuestras oraciones, también es oración.
Leer los Evangelios o el María Valtorta y meditarlos también es oración. Todo hecho con amor es oración.  
No caer en la rutina, hijos míos. Sino lo poco o lo mucho que hagáis que lo hagáis con amor. 
Eso sí, el rosario hacerlo todos los días. La consagración a nuestros corazones y el Ángelus.
Y los que podáis más, pues más.
Lo importante es que lo hagáis con amor. 
Mi corazón os ama inmensamente, tanto, tanto os ama que no os dejo ni un instante, siempre estoy cuidando de vosotros.
Y, os doy las gracias para poder seguir adelante con la cruz de cada día y os la hago más ligera y llevadera.
Confiar en vuestra Madre. 
Pedir mucho por la conversión de los pobres pecadores, por la Iglesia y las almas consagradas.
Soy la Madre de Dios. Madre de Dios Hijo. Soy la Hija de Dios Padre y Esposa del Espíritu Santo.
Mi Hijo me dio por Madre a toda la humanidad y como Madre os acogí a todos por hijos. Por eso, soy la Madre de toda la humanidad de todos los pueblos, hijos míos. 
A través de vuestra Madre obtenéis las gracias que pedís más fácilmente y os derramo las gracias que necesitáis a vosotros y a vosotras, hijos míos, y al mundo.
La mayoría rechazas, pero en verdad os digo, que las derramo sobre la humanidad.
Soy vuestra abogada e intercesora ante la Santísima Trinidad y sobre todo lo seré en la hora del juicio, hijos míos e hijas mías, de cada uno y de cada una.
Os di a luz en un parto de infinitos dolores al pie de la cruz de mi divino Hijo y os amo infinitamente como hijos que sois míos. 
¡Recordarlo!
El poder de Dios Padre desciende sobre vosotros .
El poder de Dios Hijo, mi divino Hijo, desciende sobre vosotros .
El poder del Paráclito desciende sobre vosotros.
Quedad en la paz y en el amor que os doy que no es otra paz y otro amor que la que os da mi divino Hijo. 
Podéis ir en la paz de todo un Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

17 ABRIL DE 2018



Nuestra Madre
Hijos míos, ¿cuántas veces os he dicho que no hagáis caso, sino que os mantengáis en la tradición de la Iglesia, en las enseñanzas y tradición de vuestros padres?
No saliros de la tradición, la Biblia y los Evangelios, tal y como están escritos. 
Que algunos hombres son iluminados por el Espíritu Santo, la tercera persona la Santísima Trinidad. Pero otros no y lo que ellos entienden escriben y de esta forma enseñan, confundiendo a los hombres. 
Hijos míos, ser fuertes porque vais a oír de todo, pero manteneros firmes en la fe, en el amor, en la tradición de la iglesia de vuestros padres y en la oración, hijos míos.
No hacer caso y orar para que también a estas almas consagradas el Espíritu Santo les dé el don de la sabiduría y del entendimiento y les quite la venda de los ojos. Porque están ciegos, hijos míos. 
Y ahora, seguir con la oración para reparar mis dolores y mis lágrimas que también son derramadas por estas almas que confunden creyéndose sabias y creyendo que lo saben todo y lo que hacen es confundir a los fieles, hijos míos. 
Porque no es verdad lo que se dice. También mis lágrimas y mis dolores son por ellos. Como la deformación, el dolor, la sangre derramada por mi divino Hijo, vuestro Jesús en su divino rostro. Son bofetadas, golpes que recibe de sus almas queridas que confunden con creerse ellos en la verdad a los fieles y difaman a los que verdaderamente están dentro de la iglesia, dentro de la tradición y llevan el Evangelio, las escrituras y los mandamientos tal y como están escritos.
El tiempo fuerte de la purificación ha empezado. Poco a poco vais a ver todo lo que os hemos venido anunciando y algunos acontecimientos se darán unos detrás de otros.
Pero manteneros fuertes en la fe, en el amor, en la confianza, en la caridad a través de la oración, a través del santo rosario, a través de las visitas a mi Hijo en el sagrario y la santa misa.
El último tiempo de los últimos tiempos ha llegado 
Y la guerra está a punto de empezar y no echéis la culpa a Dios. La culpa la tiene el hombre, hijos míos
Ante el crucifico pedir perdón de vuestros pecados para que mi Hijo os perdone a través de mi Inmaculado corazón y la oración de esta forma es bien hecha, hijos míos.
A continuación, cuando podáis iréis a recibir el perdón de mi Hijo a través del sacramento de la penitencia. 
¡No desanimaros, hijos míos, en vuestras caídas, levantaros que yo os ayudo!
Pedir perdón y seguir caminando en las huellas ensangrentadas de mi divino Hijo y en las lágrimas de sangre y de agua de vuestra Madre Inmaculada. 
¡Animo, nuestros corazones os aman infinitamente y os llevamos dentro!
Sabemos que sois imperfectos y que no lo podéis sin nuestra ayuda. Por ello, no desanimaros, levantaros pidiendo perdón a través de mi Inmaculado Corazón doloroso y mi divino Hijo os perdona y luego en el sacramento de la penitencia. Allí mi divino Hijo os espera en el alma consagrada que esté en el confesionario. 
¡Animo, no perdáis nunca la fe, la confianza y la esperanza!
Orar mucho por vosotros para que cada día seáis mejor y pedirlo con verdadero amor, sentimiento y fe. 
Por vuestros familiares y por la conversión de todos los pobres pecadores. 
Vuestros familiares están junto a vosotros en mí y en el corazón de mi Hijo, pero no tenéis que cesar de orar por ellos.
¡Alegraos y regocijaos que mi Hijo vienen entre las nubes al son de trompetas traído por los ángeles para recibir a todos los hombres que han puesto todo de su parte para hacer su santa voluntad!
Animaos el tiempo está muy cerca, hijos míos. Pronto estaréis en los cielos nuevos y en la tierra nueva.
Os bendigo con estas gran bendiciones, protecciones y gracias, hijos míos.
En el poder y en el amor de Dios Padre.
En el poder y misericordia del Hijo, mi divino Hijo.
En el poder y en el amor del Paráclito y en la llama de amor de mi inmaculado corazón 
Ir en paz y gracias por haber consolado el corazón desgarrado de vuestra Madre y la santa faz de mi divino Hijo, vuestro Jesús, hombre y salvador. 

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

2 ABRIL DE 2018



Padre Eterno
Hijos míos, una vez más, vuestro Padre Celestial os da las gracias por acudir a mi llamada.
Hoy os vuelvo a introducir en mi corazón inmenso de amor a los hombres como inmenso es el dolor por los hombres que no quieren saber nada de mí. 
Endulzar el corazón de vuestro Padre que tan afligido está por tanto desamor a mí, el Dios de todos los hombres y al prójimo.
Por todos los que se pierden en el infierno diariamente.
¡Por tanto dolor y sufrimiento que hay en este mundo! Y que Yo no lo he provocado ni lo he dado. Es el hombre, hijos míos, quien lo ha provocado y lo está dando, con tanto libertinaje, tanto desamor, tanta abominación y tanto mal.
Los pecados del hombre han sido los que han provocado todo el dolor y sufrimiento que está padeciendo el género humano. Y mi corazón sufre y se desgarra de dolor por el sufrimiento del hombre.
Por el alejamiento de Dios, por querer caminar a su libre albedrío, por renegar de mí, por despreciarme, por querer ser más que Yo y dar vida donde no la tiene que haber y matar la vida en el vientre de tantas mujeres, continuamente y diariamente en el mundo. 
Ser el consuelo de mi corazón desgarrado por el dolor y la perdición de hombre. El dolor de todos los hombres, hijos míos. 
Soy un padre, soy Padre de toda la humanidad y ¿qué padre no sufre viendo a sus hijos sufrir? 
Pero nos hemos manifestado en toda la faz de la tierra. El hombre no puede decir que no ha oído hablar de Dios, no han escuchado a la Inmaculada, no han escuchado a mi divino Hijo y no nos cansamos de llamarlos y de manifestarlos.
Pero el hombre se burla de nuestras manifestaciones y siguen a su libre albedrío. Cada vez más cayendo en el pozo de los pecados, cada vez más graves, hijos míos.
Orar mucho por los pobres pecadores. Orar mucho por vosotros para que os améis como mi Hijo, el Paráclito y vuestro Padre os aman y no haceros daño, hijos míos. 
Orar mucho por vuestros familiares que alguno va camino del infierno.
Orar mucho por la conversión de los pobres pecadores.
Orar mucho por mi Iglesia para que se mantenga firme al Evangelio, a la tradición, a los dogmas y no cambien nada.
Las puertas de la Iglesia formada y fundada por mi divino Hijo tienen que estar abiertas para todos los hombres, pero pertenecer a ella y llamarse cristianos, para ello, tienen que aceptar la tradición, la fe de vuestros padres y regirse por ella. No por doctrinas nuevas que se introducirán en ella. Y ello, traerá también la destrucción de la Iglesia de Cristo. 
La Iglesia formada por mi divino Hijo no prevalecerá porque mi Hijo y la Inmaculada no lo permitirán.
¡Pero atentos! Que decís ver y estáis ciegos, os lo dice vuestro Padre.
Que os dan por bueno muchas cosas y vosotras y vosotros las aceptáis.
¡No saliros de la tradición! No saliros del Evangelio tal y como está escrito, de los dogmas. Defenderlos. Y defender a la Hija de Dios Padre. A la Madre del Dios Hijo. A la esposa de Dios Espíritu Santo y a la Madre de toda la humanidad, quien aboga, intercede por todos vosotros. 
Y como una madre está pendiente de todos sus hijos. 
El que entre a la Iglesia formada por mi divino Hijo que es la auténtica tiene que aceptar a María, a la Inmaculada. Y otras tantas cosas que la rechazan, hijos míos.
Despertar y estar alertas y rechazar todo lo que no acepte a María, la Inmaculada, a la tradición y a los dogmas. Y el Evangelio tal y como está escrito, hijos míos.
Regiros por los mandamientos y seguir consolando a vuestros Padre Celestial. Que os ha introducido a todos, los que estáis aquí presentes, en mi corazón.
El poder, el amor y la misericordia de Dios Padre desciende sobre vosotros 
El poder, el amor y la misericordia de Dios Hijo desciende sobre vosotros 
El poder, el amor y la misericordia del Paráclito desciende sobre vosotros 
Y la llama de amor del Inmaculado corazón os abrasa, os sumerge en ella 
Quedad en nuestra paz y en nuestro amor y que nadie os engañe.

domingo, 6 de mayo de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

27 MARZO DE 2018


Jesús
Hoy el cielo y el purgatorio se han unido en este cenáculo.
Tengo sed. Dame de beber.
Tengo sed de almas. Sed de amor.
Amarme, hijos míos, por los que no me aman. Saciar la sed de mis labios llagados y desgarrados. 
De mi lengua perforada por la espina. Toda ensangrentada. Trayéndome almas por vuestras oraciones para saciar esta sed en el que el hombre al verme despreciado, no amado y desconocido de tantas y tantas almas que no quieren saber nada de su Dios, de su Redentor, hijos míos.
Porque en el tiempo en el que estamos, el mundo ya ha oído hablar de Mi, en todos los lugares del mundo se ha predicado mi doctrina, nos hemos manifestado, pero el hombre no quiere saber nada de Mí. Porque en el interior de su alma, de sus corazones saben que si me aceptan conlleva compromiso, un compromiso de renuncia al mundo, a los placeres, a todo lo mundano para unirse a su Redentor.
Y el mundo no quiere renuncias, el mundo quiere vivir en lo mundano, en la abundancia, en el poder, en los vicios.
Y me desprecian porque el verme, aunque sea en una imagen les recuerda el mal que están haciendo. Y quieren hacerme desaparecer de la faz de la tierra, aboliendo todo crucifijo, toda imagen y queriendo abolir el Santísimo Sacramente donde en él me hago pan y alimento para las almas.
En donde él estoy verdaderamente presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad, hijos míos.
Mis labios ensangrentados, llagados, desgarrados. Mi lengua y mi paladar perforados. Mi garganta no encuentra alivio, ni agua porque solamente esta sed, esta sed de amor, de querer que mis hijos, todos, estén junto a Mí, solamente la pueden almas, las oraciones y las almas reparadoras como vosotras y vosotros, hijos míos. 
Traerme con vuestras oraciones, vuestros sacrificios, almas que me reconozcan, que me amen y que se reconcilien conmigo para ir apagando esta sed que me devora. 
Vosotros estáis junto a la cruz, con mi Madre, San Juan y la Magdalena. Vosotros sois parte de esa cruz, tenéis que llevar todo con amor y alegría porque si os veo tristes mi corazón se conduele. Quiero que me lo ofrezcáis todo con amor y alegría.
Para desagraviar a vuestro Jesús crucificado y a vuestra Madre dolorosa y para atraerme almas. San Juan y la Magdalena os ayudarán, hijos míos. Pedirles ayuda a los dos.
Mis almas reparadoras, ¡cuánto os amo!, ¡cuánto os amo, hijos míos e hijas mías!
Más os amo yo a vosotras, que mira, en la cruz estoy tendido por vuestro amor.
Pronto, hijos míos, pronto dejaréis de sufrir porque el mundo tal como lo conocéis desaparecerá y nacerá los nuevos cielos y la nueva tierra donde Yo acamparé con vosotros, San José, mi Madre, santos y ángeles y todo será un remanso de paz, de felicidad, donde se me amará verdaderamente. Donde todos podremos vivir como una verdadera familia. Donde verdaderamente todo será de uno y lo de uno será de todos. No como ahora. Y ello también duele mi corazón, lo traspasa.
Las espinas por el egoísmo del hombre que ve que sus hermanos lo pasan mal y pasan de largo y no saben que, al pasar de largo, pasan de Mi. Porque Yo estoy en el hermano.
Y, aquí, no me estoy refiriendo, hijos míos, a los que no me conocen, si no a los que me conocen. A los que os llamáis y se llaman míos.
Que cogen del Evangelio y cogéis lo que os conviene y desecháis lo que os cuesta y lo que les cuesta, y lo interpretáis y lo interpretan a su manera y a vuestra manera, hijos míos e hijas mías.
¡Vivir los mandamientos!
Esa es vuestra ley, la ley del Padre que se os ha dado.
Vivir el Evangelio que se os ha dado tal y como está escrito y no quitar ni una tilde, ni una coma ni un punto.
Vivir y caminar en mis huellas ensangrentadas de sangre. En mis enseñanzas, en mis consejos y en todo lo que os digo.
Uníos más fuertemente a mi Madre, en estos días para vivir la Pasión en mi Madre, en San Juan, en la Magdalena y en Mí. 
Quiero que, con vuestro amor, estos días, me enjuaguéis mi Santa Faz, como la Verónica. 
Yo no os prometo a ninguna ni a ninguno la felicidad en este mundo, pero si os la prometo en el cielo.
Llevar todos vuestros dolores, problemas y dificultades con paciencia y amor, ofreciéndomelo todo a través de Inmaculado Corazón doloroso de mi Madre y la vuestra y vuestro Jesús crucificado porque quiero salvar muchas almas en este último tiempo que queda.
En Mi es un minuto lo que queda de este tiempo.
Mira, bendigo, purifico y lavo, limpio a todas las almas del purgatorio que están aquí presentes y que volarán conmigo ahora a los cielos.
Os bendigo en el Padre, en mí, el Hijo y en el Paráclito.
Quedad en mi paz y en mi amor.
Pero, por favor, os pido, hijos míos, ser santos.
Que la santidad si la podéis lograr, hijos míos. 
Mi ayuda la tenéis y no enfadaros unas con otras por minudencias, hijos míos. 
Saber disculparos y amaros porque los hermanos, los verdaderos hermanos, no toman nada en cuenta. 
Practicar todos los días la humildad para llegar a ser verdaderamente humildes.
MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

24 MARZO DE 2018



Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre dolorosa se ha hecho presente en medio de vosotros. En este grupo formado y dirigido por nuestros sagrados e Inmaculados corazones.
Alegraos y regocijaos porque la cruz es la salvación de vuestras almas, de vuestros familiares, la conversión y el perdón de tantos pecadores y la salvación de este mundo.
Sin cruz no hay salvación ni redención.
Muchas almas fieles y consagradas se quedan sólo en la resurrección. 
¡Que equivocación más grande!
Antes de la resurrección estuvo la cruz, la Pasión de mi divino Hijo. 
En la cruz, Él extendió sus brazos y sus pies con amor para la salvación de todo el género humano y en las palabras: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. No solamente perdonó a las almas de esos tiempos sino de todos los tiempos.
El Señor perdonó, como lo llamas tú, hija mía, a todo el género humano, mi divino Hijo. 
Sólo queda el arrepentimiento del hombre, sin el arrepentimiento del hombre, hijos míos, el hombre no se puede salvar.
Pedir mucho por la conversión de los pobres pecadores. Todos son mis hijos y a todos los amo, sin excepción, y más me vuelco en estas almas, hijos míos. Como una madre se vuelca en el hijo con problemas y enfermo. Yo también me vuelco con los más débiles, con los enfermos de cuerpo y de alma.
Traerme hermanos a mi corazón doloroso, hijos míos e hijas mías, con vuestras oraciones y vuestros sacrificios. Es tiempo de dolor, de oración y de sacrificios. Sin ellos no obtendréis lo que necesitáis para vosotros y para los demás. 
También os pido que las imágenes que tengáis iguales en vuestros hogares las empecéis a dar a hermanos que verdaderamente me amen y me den culto en ellos. Al igual, que si tenéis imágenes de mi divino Hijo iguales en vuestros hogares. 
No quiero que deis imágenes pedidas por el cielo o bendecidas solamente porque tengáis una gran amistad, porque os caigan bien esas almas, etc. Quiero que las deis a almas que verdaderamente nos amen y seamos reparados y amados en esas almas cuando se arrodillen ante estas imágenes.
Hacerlo como yo os digo, hijos míos e hijas mías.
¡Cuántas almas no tienen imágenes!
Incluso de las que van a lugares de apariciones, a grupos donde nos manifestamos tienen estas imágenes en sus hogares solamente por las bendiciones como si fueran amuletos, todas llenas de polvo, arrinconadas, que ni siquiera se acercan a mí, o a mi divino Hijo y nos dicen una pequeña y corta oración. Ni siquiera una palabra de amor. 
Quiero que seáis muy conscientes. Al igual que quiero que estás imágenes que tenéis repetidas o iguales no las tengáis en vuestros hogares porque solamente me dais culto en una. También quiero que sepáis muy bien a quien las dais.
¿Qué hacéis con tantas imágenes iguales? Estáis reteniendo el reparar mi inmaculado corazón en otras almas que desearían tenerme o tener a mi Hijo y reparar su sagrado corazón.
El que repara ante una imagen, de mí, vuestra Madre, mi inmaculado corazón repara también el sagrado corazón de mi divino Hijo.

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

17 MARZO DE 2018




Nuestra Madre
Sed como yo, humilde. Ofreciendo las alegrías y las penas del día y de toda vuestra vida.
Ponerme vuestras dificultades y problemas y necesidades que yo las presento a mi Hijo, mi Jesús y el vuestro. 
Agradecer todo, el trabajo cotidiano de cada día, este trabajo que, a vosotras, hijas mías, algunas veces os cuesta y os resulta pesado.
Ofrecerlo con alegría porque en ello estáis santificándoos.
Mi Hijo no pide santificaros en cosas grandes sino en la pequeñez, en el día a día, de cada uno de vosotros, así podéis llegar a ser grandes santos, como vuestro Padre os pide. Por el poder del Padre, del Hijo y del Paráclito. 
De la sencillez de cada día. En todo lo sencillo y pequeño ahí está mi Hijo.
Y no descuidar la oración a nuestro Padre Dios.
Tenéis que sacar un tiempo cada día para estar con Él a través de la oración. La oración es el maná que os da fuerzas y alimenta vuestras almas para combatir todo mal y el Padre da sabiduría en la oración para discernir bien, el bien del mal. Y en la oración dais gloria, dais amor y adoración a vuestro Padre celestial que tan olvidado y despreciado es por una gran parte del mundo. 
¡Ser vosotros los consoladores de vuestro Padre! Que sienta vuestro amor, vuestros besos, vuestros abrazos en la oración.
Y acudir a mí que os consolaré. En vuestros problemas, vuestras necesidades en los combates contra el maligno. Y os ayudaré a ir poco a poco escalando escalones. Cada escalón o peldaño, como lo queráis llamar, hijos míos, es un grano que cogéis de santidad.

San José
Yo fui escogido por el Padre antes de nacer y porque tenía que ser, el padre del Hijo de Dios, mi divino Hijo, Jesús. Y ser esposo de la más grande y santa entre todas las mujeres, la Inmaculada y siempre Virgen, Miriam.
El templo y sagrario de la santísima Trinidad y la Madre del Verbo, del Hijo de Dios.
Fui preservado del pecado original, pero no creías que por ello no fui tentado. Fui tentado de todas formas. Pero me refugiaba en el Padre, en la oración. 
¡Cuánto os ama el Padre! Si lo supierais harías lo sobrehumano por no pecar y no ofender.
Con qué respeto y adoración le acariciaba, le abrazaba, le cogía en mis brazos.
Le daba las gracias a Dios por lo que había depositado en mis manos, el mayor y más grande de los tesoros del cielo y la tierra, la Virgen María y después a Jesús, el Verbo hecho carne. No podía dar crédito a tanto como me daba el Padre, ¡a mí, un humilde y pobre carpintero! 
Pero no creáis que, por ello, el Señor me privó de sufrimiento. Mucho fue lo que sufrí, pero lo vencí con amor y mucha fue la alegría y el gozo de tener a María y a Jesús.
Cuando caí enfermo, de mi cabecera no se movió la Inmaculada ni Jesús, abrazado a mi alma, a mi corazón y todo mi ser.
Sentí en este tiempo tanta alegría, pero también sufría porque daba desvelos a María. 
Mi cuerpo no conoció la corrupción como otros cuerpos, la mayoría de los cuerpos cuando mueren se corrompen. 
Los ángeles bajaron a por mí y me llevaron al limbo donde estaba Abraham, Moisés, todos los profetas para dar clamor y que pronto, muy pronto todos llegarían a gozar de la eternidad en el Padre, el Hijo y en el Paráclito. 
Mi Hijo después de resucitar subió a por nosotros y cogiendo mi mano fue al limbo donde fueron abiertas las puertas.Y bajó al infierno donde todos quedaron aterrados.
MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

5 MARZO DE 2018



Padre Eterno
Hijos míos, vuestro Padre se ha hecho presente en medio de vuestros corazones. ¡Ahí, he plantado esta tarde mi tienda! Para que estéis siempre junto a mí. 
No quiero que tengáis miedo de lo que oigáis, escuchéis y veáis. 
Si mi tienda, con vuestro Padre, está en vuestros corazones. Jesús está en vuestros corazones, mi divino Hijo, vuestro Hermano. Si el Paráclito habita en vuestros corazones y mi Hija predilecta, vuestra Madre Inmaculada, está en vuestros corazones. A nada debéis temer, hijos míos.
Debéis temer en no hacer nuestra voluntad, de desviaros del camino, eso sí que debéis temer. Porque al alejaros de vuestro Dios y de vuestra Madre sois presas y seréis presas del enemigo. Y caeréis fácilmente en sus redes de seducción, de mal para llevaros al infierno. Manteneos firmes en las huellas ensangrentadas de mi divino Hijo, esas huellas que trazó para cada uno de vosotros y vosotras, hijos míos e hijas mías. 
¡Con que amor y con qué dolor trazó esas huellas para vuestra salvación!
Ser agradecidos. No ser ingratos y besar todos los días el crucifijo y el corazón agonizante de mi Hijo, Jesús, y del vuestro.
El brazo de vuestro Padre está cayendo y poco queda para terminar de caer, hijos míos. 
La justicia de vuestro Padre, poco a poco, se está dando hasta que se dé enteramente y venga mi divino Hijo entre las nubes.
Y, a los corderos los ponga a su derecha y a los cabritos a su izquierda. 
Manteros firmes. No vaciléis.
Orar, orar para que no caigáis en tentación y rezar el santo rosario diariamente a vuestra Madre Inmaculada por vosotros, vuestros familiares, por vuestro país, por el mundo, por vuestras necesidades, por la Iglesia, por los pecadores. Por tanto, por tanto, que tenéis que pedir, hijos míos e hijas mías. 
Alegraos y regocijaos en este tiempo porque las trompetas del triunfo están sonando ya en el cielo.
La victoria será dada a los buenos y las almas justas y fieles volarán de la mano de sus ángeles custodios al encuentro de mi divino Hijo a los cielos.
Aceptar todo como una purificación en la cual vuestras almas quedarán más limpias que la nieve. Y no tener miedo.
Si estáis con nosotros, hijos míos. Si estáis con vuestro Padre. ¿a que teméis?, ¿a que tenéis miedo?
Miedo sí que tenéis que tener a alejaros de vuestro Padre, de vuestra Madre, de vuestro Hermano y del Paráclito. Eso sí que tenéis que tener miedo porque ahí sí que caeríais presas del enemigo de las almas.

Jesús
Con dolor os alumbró para la eternidad y con dolor os alumbró para estar junto a vosotros y vosotras en vuestras alegrías y en vuestras penas.
Ella es verdaderamente Madre de cada uno y de cada una de vosotros y de vosotras. 
Ella padeció junto a mi todo dolor, todo sufrimiento espiritual por cada uno de vosotros y de vosotras y de toda la humanidad.
Y ahora os vuelvo a dejar con mi Padre y el vuestro.
Para que os de su bendición que en esta bendición va la bendición del Paráclito y la mía. Y para que selle vuestro corazón con esta gran protección.

Padre Eterno
Hijos míos, vuestro corazón está siendo sellado con esta gran protección que os he dado en esta tarde.
Y os bendigo en el nombre del Padre, que es él os está bendiciendo. 
En el de mi Hijo, Dios Hijo. Y en el del Paráclito, Dios Espíritu Santo. 
Y en la llama de amor del Inmaculado Corazón de María, la Inmaculada y Purísima Concepción.
Quedad en nuestra paz y en nuestro amor. 

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

1 MARZO DE 2018



Jesús
Hijos míos, vuestro Jesús, se ha hecho presente en medio de vosotros. en este grupo formado y dirigido por nuestros sagrados e Inmaculados corazones.
Os quiero muy humildes, desprendidos de todo. Solamente el que es así, entrará en el reino de los cielos. No os quiero apegados a nada de esta vida.
Ni quiero que os metáis en cosas que os tengan tan oprimidos y que por ello lo paséis tan mal.
Os vuelvo a repetir, mi Madre y vuestra, mi padre, San José y vuestro Jesús, vivíamos en una casa muy humilde y sencilla en Nazaret con menos de lo necesario, pero a nada echábamos de menos. 
Teníamos los cubiertos, platos y demás que necesitábamos. Una mesa, unas sillas y unas camas que vosotros llamaríais camastros. Y éramos inmensamente felices y vosotros contra más tenéis más queréis, hijos míos.
Y en ello no vais a encontrar la felicidad. En ello solamente encontraréis tormentos. 
Mirar que lo he avisado muchas veces y lo sigo avisando.
Ser muy humildes. Y si creéis en mis palabras, haced lo que Yo os digo y seréis más felices de lo que sois ahora porque estaréis en la plenitud conmigo, en vuestro interior. Pero no crecéis porque estáis atados a tantas cosas inútiles en este mundo, hijos míos.
Que la mitad o más de lo que tenéis en vuestros hogares no sirve para nada.
Vestir con sencillez y humildad y no desear ser más que el otro, ni tener más que el otro. Solamente desear ser como mi Madre y la vuestra.
Como mi Padre y el vuestro, San José. Y como lo es vuestro Jesús. 
Que a todo le decís si, si, sí, pero no hacéis caso y no hacéis mi voluntad sino la vuestra.
Meditad en lo que os dicho y poner mis palabras llenas de amor para todos vosotros. Mis consejos en práctica, hijos míos, que soy vuestro Padre, que soy vuestro Dios, vuestro amigo, vuestro todo y todo os lo digo por vuestro bien.
No desear en este mundo nada más que lo bienes del cielo y dejaros, hijos míos, de los bienes de la tierra y conformaros con los que tenéis.
Y desprenderos de todo lo que no os vale. De lo que no es necesario para vosotros y de lo que os hace sufrir.
Yo os bendigo con muchas gracias, protecciones y bendiciones para que salgáis triunfantes en el segundo Pentecostés.