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martes, 28 de mayo de 2019

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES


7 MARZO DE 2019



Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre desgarrada y llena de angustias y de dolor me he hecho presente, acompañando a mi divino Hijo que también está aquí en medio de vosotros en la Pasión amarga y desgarradora que sufrió y sufre en Getsemaní.
¡Ay, hijos míos, que olvidado está mi divino Hijo en esta amarga Pasión!
Y en ella, sufrió aún más que en todo el resto que le quedaba, hijos míos. Hasta el punto de que todos sus poros se abrieron y por todos exudo sangre.
Sólo fue confortado por mí. Los tres apóstoles que llevo con Él al huerto y en los que más confiaba, la debilidad del hombre los tumbó y durmió.
Ni siquiera pudieron velar acompañándole en su angustioso dolor una hora. Para que su oración le diera fuerzas y le confortara, hijos míos. 
Despertar todos y acompañar a vuestro Jesús constantemente y no dejarle solo, pues Él no os deja a ninguno de vosotros.
Salió para el huerto de los Olivos para orar por toda la humanidad de entonces, presente y futura. 
Para que el Padre se apiadara de ella y vio todos los pecados horribles, todas las abominaciones y declaraciones que el hombre cometería y todo cayó sobre Él y que ni aun derramando su sangre y dando su vida por el hombre, ni, aun así, una parte de la humanidad se perdería. Y en estos tiempos, no una parte, sino la tercera parte, hijos míos. 
Todo ello le hizo tiritar de frio y su sangre se desbordó saliendo al exterior por los poros de su piel. Ni un poro quedo exento de su sangre, hijos míos. 
Y el Padre para fortalecerle y disminuir tanto dolor que le produjo la humanidad le hizo pasar por delante de Él todas las almas que, por su infinito amor y misericordia,
por su sangre derramada, por su Pasión, por su crucifixión se salvaría y ello le alentó. Abrazó a todos y por ellos se levantó y se entregó a los soldados, hijos míos. 
Amar mucho a Jesús en Getsemaní.
Que ahí, mi divino Hijo está muy olvidado. También está solo y abandonado en la mayoría de los sagrarios y encuentra pocos consuelos y amor en sus hijos. ¡Ahí, en el Getsemaní perpetuo!
Que el hombre cree que cuando va al sagrario le hace un favor a Jesús y no. El favor se lo hace el mismo Jesús al hombre derramando su gracia, su amor, su misericordia sobre el hombre. 
Cuando vayáis al sagrario llevad a toda la humanidad con vosotros y presentársela a mi divino Hijo para que mueva y toque esos corazones. 
Vuestra Madre, hijos míos, os bendice en el nombre de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo con grandes gracias espirituales y corporales a vosotros. Y en todos cae sangre derramada de mi divino Hijo en Getsemaní.
Quedad en la paz del Dios trino y en su infinito amor. 

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