MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
12 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Jesús
Venid hijos míos, tan amados de
mi Sagrado Corazón, venid mis consuelos de esta hora santa. Venir al igual que
vinisteis a consolar a vuestros Jesús, vuestra almas cuando aún no estaban en
la tierra y estabais disfrutando en el cielo del amor de mi Padre y vuestro.
Venir, hijos míos, como en
aquella noche vinisteis con el ángel a consolar a vuestro Jesús del dolor tan
inmenso que sintió todo mi ser.
Se rompieron todas las venas de
mi corazón, mi corazón se hizo pedazos al ver que mi muerte iba a ser inútil
para tantos y tantos hijos que con tanto amor iba a derramar mi sangre por la
salvación y el rescate de sus almas y de todo el género humano.
Todas mis venas se rompieron, el
dolor era inmenso de aquella noche. ¡Ay, Padre!, ¡Ay, Padre, al ver el
sacrificio de su Dios inútil para tantas almas, y ver esas almas precipitarse en
el infierno!
Los poros de mi piel se
dilataron, se abrieron y mi sangre salió a borbotones por todos los poros de mi
piel y esa sangre sigue saliendo por las almas que me rechazan. Estoy ante
ellos con los brazos abiertos para recibirlos en ellos con inmenso e infinito
amor y adentrarlos en mi corazón y mi escupen, me abofetean, se burlar de Mi,
se ríen, golpean mi rostro, me flagelan, me crucifican con toda la soberbia de
Lucifer.
Prefieren el infierno, estar
eternamente en el, que estar eternamente con su Padre que es el mío y el
vuestro y los creó con tanto amor.
Venir mis consuelos de esa noche
y de todas las noches que un alma, y son tantas las que se precipitan en los
infiernos.
Venir a consolar a vuestro Jesús,
con ello ganáis todavía un poco más de tiempo dando a mi misericordia más
tiempo para que no se agote y el brazo de mi Padre no caiga pesadamente sobre
esta humanidad perversa e infame.
Venir, cubrirme con vuestro amor,
con vuestros besos mi Santa Faz, toda desbordante de sangre al igual que mi
cabeza y mis cabellos, limpiar con vuestro amor esta sangre derramada en
Getsemaní para que sea volcada una vez más sobre la humanidad y mi Padre siga
teniendo, aún un poco más, misericordia de este mundo.
Venir y recoger la sangre de
vuestro Jesús que derramé y derrama en Getsemaní y volcarla sobre vuestro
hogares y familias y sobre el mundo entero.
¡No sabéis, hijo míos, el valor
incalculable e infinito de mi Preciosa Sangre derramada en Getsemaní y tan
olvidada!
Porque allí en Getsemaní pasé el
mayor dolor de mi Pasión, en rescate por cada uno de vosotros y de la humanidad.
Los golpes, las bofetadas, las insultos,
los latigazos, la corona de espinas, el cargar con la cruz, el ser crucificado,
el despojo de mis vestiduras, fueron sufrimientos inmensos que el hombre nunca
podrá saber aquí en la tierra porque por ellos el hombre no ha pasado ni
pasará.
Pero la Pasión de Getsemaní, el
dolor de Getsemaní fue aún más cruento, pasó por delante de Mí.
Toda la humanidad, todos los
pecados de todos los hombres de ese momento, de ahora, del futuro hasta el fin
de al eternidad aquí en la tierra que termina con la muerte del cuerpo del ser
humano, digo eternidad en la tierra por los siglos y los milenios que abarca
desde que fue creada hasta el fin del mundo en que entonces la tierra
purificada blanqueada y santificada se unirá a la del cielo.
Hijos míos, ser obediente a
nuestras enseñanzas, caminar en mis huellas ensangrentadas, seguro camino que
llega a la eternidad con vuestro Jesús, el Padre y el Paráclito, mi Madre y
vuestra y todos los santos y ángeles del cielo.
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