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domingo, 26 de octubre de 2014

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES


12 DE SEPTIEMBRE DE 2014



Jesús
Venid hijos míos, tan amados de mi Sagrado Corazón, venid mis consuelos de esta hora santa. Venir al igual que vinisteis a consolar a vuestros Jesús, vuestra almas cuando aún no estaban en la tierra y estabais disfrutando en el cielo del amor de mi Padre y vuestro.
Venir, hijos míos, como en aquella noche vinisteis con el ángel a consolar a vuestro Jesús del dolor tan inmenso que sintió todo mi ser.
Se rompieron todas las venas de mi corazón, mi corazón se hizo pedazos al ver que mi muerte iba a ser inútil para tantos y tantos hijos que con tanto amor iba a derramar mi sangre por la salvación y el rescate de sus almas y de todo el género humano.
Todas mis venas se rompieron, el dolor era inmenso de aquella noche. ¡Ay, Padre!, ¡Ay, Padre, al ver el sacrificio de su Dios inútil para tantas almas, y ver esas almas precipitarse en el infierno!
Los poros de mi piel se dilataron, se abrieron y mi sangre salió a borbotones por todos los poros de mi piel y esa sangre sigue saliendo por las almas que me rechazan. Estoy ante ellos con los brazos abiertos para recibirlos en ellos con inmenso e infinito amor y adentrarlos en mi corazón y mi escupen, me abofetean, se burlar de Mi, se ríen, golpean mi rostro, me flagelan, me crucifican con toda la soberbia de Lucifer.
Prefieren el infierno, estar eternamente en el, que estar eternamente con su Padre que es el mío y el vuestro y los creó con tanto amor.
Venir mis consuelos de esa noche y de todas las noches que un alma, y son tantas las que se precipitan en los infiernos.
Venir a consolar a vuestro Jesús, con ello ganáis todavía un poco más de tiempo dando a mi misericordia más tiempo para que no se agote y el brazo de mi Padre no caiga pesadamente sobre esta humanidad perversa e infame.
Venir, cubrirme con vuestro amor, con vuestros besos mi Santa Faz, toda desbordante de sangre al igual que mi cabeza y mis cabellos, limpiar con vuestro amor esta sangre derramada en Getsemaní para que sea volcada una vez más sobre la humanidad y mi Padre siga teniendo, aún un poco más, misericordia de este mundo.
Venir y recoger la sangre de vuestro Jesús que derramé y derrama en Getsemaní y volcarla sobre vuestro hogares y familias y sobre el mundo entero.
¡No sabéis, hijo míos, el valor incalculable e infinito de mi Preciosa Sangre derramada en Getsemaní y tan olvidada!
Porque allí en Getsemaní pasé el mayor dolor de mi Pasión, en rescate por cada uno de vosotros y de la humanidad.
Los golpes, las bofetadas, las insultos, los latigazos, la corona de espinas, el cargar con la cruz, el ser crucificado, el despojo de mis vestiduras, fueron sufrimientos inmensos que el hombre nunca podrá saber aquí en la tierra porque por ellos el hombre no ha pasado ni pasará.
Pero la Pasión de Getsemaní, el dolor de Getsemaní fue aún más cruento, pasó por delante de Mí.
Toda la humanidad, todos los pecados de todos los hombres de ese momento, de ahora, del futuro hasta el fin de al eternidad aquí en la tierra que termina con la muerte del cuerpo del ser humano, digo eternidad en la tierra por los siglos y los milenios que abarca desde que fue creada hasta el fin del mundo en que entonces la tierra purificada blanqueada y santificada se unirá a la del cielo.
Hijos míos, ser obediente a nuestras enseñanzas, caminar en mis huellas ensangrentadas, seguro camino que llega a la eternidad con vuestro Jesús, el Padre y el Paráclito, mi Madre y vuestra y todos los santos y ángeles del cielo.

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