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lunes, 27 de abril de 2015

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

21 DE FEBRERO DE 2015




Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre Inmaculada llena de dolor y vuestro Jesús agonizante en Getsemaní junto con el arcángel San Gabriel, nos hemos presentes en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Hijos míos, os pido estar alerta y velar. Velar y consolar a mi Divino Hijo en esta cuaresma.
No dejarnos solos.
Que seáis, vosotros y vosotras, nuestras florecillas, la que Gabriel les presente en el cáliz a mi Divino Hijo para consolarle del desamor y de la maldad que en este tiempo de tanta aberración hay en el hombre y que tanto dolor y sufrimiento causan a nuestro Jesús, que no deja de sudar sangre viendo que su pasión fue inútil para tantos y tantos hijos que le rechazan, que se mofan de Él, que le flagelan, le coronan de espinas, le suben a la cruz sin ningún miramiento y le gritan palabras sacrílegas y una vez más es despojado de sus vestiduras en el pecado de la carne, en el apoyo a las cosas del mundo y quitan a mi Divino Hijo sin ningún miramiento de sus vidas.
Orar, orar y consolar a Jesús de tanto dolor, de tanta angustia que sufre por no poder salvar a toda la humanidad.
Hacer penitencia de buenas obras, de amor al prójimo, de humildad, de caridad y consolar a esta Madre que con los brazos extendidos y desgarrada de dolor al ver a mi Divino Hijo desgarrado en Getsemaní. Y no poder acercarme a Él, limpiarle su sangre, abrazarle, besarle para aliviarle tanto dolor y sufrimiento que los hombres ingratos le causan.
Con el amor al hermano, con la humildad y con el despojo a las cosas del mundo.
¡Que todavía hay almas en este grupo muy apegadas a ellas!
¡Despojaros de todo lo que no sea de Dios y hacer el trabajo de vuestros hogares con amor y no con tanta comodidad como tenéis hoy en día, ofreciéndolo a vuestra Madre y a vuestro Jesús para consolarnos, para alegrarnos y para que apoye mi Divino Hijo su cabeza!
Hijos míos e hijas mías, consolar a vuestro Jesús y al mío. No dejarle solo.
Que siempre tenga vuestro hombro para apoyar su cabeza, donde reciba vuestro amor imperfecto y miserable pero que mi Divino Hijo en su corazón todo se transforma.

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