MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
1 FEBRERO DE 2018
Jesús
Hijos míos, vuestro Jesús se ha hecho presente en
medio de vosotros en este grupo formado y dirigido por nuestros sagrados e
Inmaculados corazones.
Gracias, hijos míos, por haber acudido a nuestra
llamada en este primer jueves de mes para reparar de nuestros corazones tanto
sacrificio como se comete con mi divino cuerpo hecho pan por amor a cada uno de
vosotros y de toda la humanidad.
Y que poco consciente es el hombre de este gran
milagro de tenerme constantemente en la eucaristía y en el sagrario.
Ni siquiera la mayoría de los míos son conscientes de
que estoy verdaderamente presente y vivo bajo las especies del pan y del vino.
Perdonarme que descargue mi dolor con vosotros otra
vez, una vez más, hijos míos.
¡Que dolor siente mi corazón al ver el poco respeto
con el que se me recibe!
El poco respeto con el que va, la mayoría de las
mujeres, a recibirme, escandalosamente vestidas, sin pudor y sin vergüenza.
Que no solamente ya las mujeres sino ¡Cuántos hombres
van en pantalón corto por encima de las rodillas o aún más corto, a recibirme y
entran en mis templos!
¡Que dolor siente mi corazón cuando mis hijos entran
en los templos y en vez de venir a saludar al que está prisionero por amor en
el sagrario se saludan todos mutuamente olvidándose de que estoy pendiente, de
que me digan, aunque solo sea buenas tardes!
El poco respeto de muchas almas que pasan ante mí y
ni siquiera hacen una inclinación de cabeza.
La mayoría no creen que verdaderamente estoy bajo las
especies del pan y del vino y mi corazón se angustia como en Getsemaní. Y mi
corazón se desgarra de dolor al ver el poco amor que se me tiene, que di la
vida por todos vosotros y me atan una vez más las manos.
Si no vienen a mí con fe, con confianza y esperanza,
creyendo que verdaderamente estoy bajo las especies del pan y del vino no los
puedo ayudar.
Ni realizar milagros en las almas.
¡Cuánto me acusan y me culpan del mal que hay en el
mundo diciendo: ¡Si hubiera Dios, lo podría remediar!
Otros: no hay Dios. Otros: si hay Dios es injusto y
le gusta ver al hombre sufrir. Y eso no es verdad.
¿Qué puede hacer una madre cuando su hijo se empeña
en hacer lo contrario, hijos míos? Nada.
¿Qué puedo hacer yo si no vienen a mí? Les llamo por
su nombre y pasan de largo.
¡Ay, hijos míos, el hombre es el que se ha olvidado
de Dios, el que se ha olvidado de mí! El que no quiere nada conmigo y yo no
puedo hacer nada por él.
En el sagrario estoy con los brazos extendidos y
quisiera abrazar, no a unos cuantos hijos, a cada alma, a cada hijo que entra
al templo.
Pero no puedo porque entran a los templos y pasan de mí,
no se detienen. La mayoría van a los templos a misa y van ya porque se han
acostumbrado a ella, pero sin sentir. Y mi mano toca sus corazones para
atraerlos nuevamente a Mí. Para decirles que el dios que se han forjado no es,
que el Dios que es, es el que está en el sagrario. El de los Evangelios y el
que habla a los profetas en las escrituras.
No el Dios que se ha creado el hombre a su imagen y
semejanza, interpretando mal las escrituras y los evangelios, incluso ponen y
quitan.
El Evangelio está muy claro, para todos los hombres
es tal y como está escrito.
¿Qué siente mi corazón cuando mi cuerpo y mi sangre
es repartida como un supermercado al gusto del consumidor, sirviéndose cada uno
lo que necesita?
Ahí mi cuerpo sufre latigazos, y mi cuerpo se abre
una vez más. Al igual que cuando mi cuerpo es cogido por manos que no están
consagradas y por los fieles, hijos míos.
¡Ay, ingratos que os puso por modelo a mi Madre y
pasáis de mi Madre!
Mi Madre, la Inmaculada, la llena de gracia, la sin
pecado porque sin pecado fue concebida, porque fue divinamente concebida en el
seno de mi abuela Ana.
Ella bien podía coger a su Hijo cuando comulgaba en
las manos y jamás lo hizo. Se arrodillaba y con sus manos juntitas, no así (y
las abre) como ahora se ponen a rezar el Padrenuestro, así (juntas) con mucho
amor, mucho respeto, mucho fervor me recibía de la mano de los discípulos y
apóstoles.
Y, ¿el hombre se ha creído y se cree más que mi
Madre?
Si se salvan estas almas, sufrirán el fuego en las
manos y en la boca, por no haberme recibido directamente en ella, hijos míos.
¡Ay, cuántas veces por no poner los reclinatorios y
dejar a mis fieles, mis hijos, que verdaderamente me aman, comulgar de
rodillas, en un acto de amor y adoración a Jesús que viene a las almas, que viene
a ellos, hacerse uno con el alma que me recibe!
¡Cuántas veces por no tener reclinatorios y no tener
la patena, mi cuerpo cae al suelo!
Y, vosotras y vosotros, ¿no os habéis caído alguna
vez? Pues mi cuerpo recibe el mismo dolor.
¡Qué poco respeto, qué poco amor hay a vuestro Jesús!
Ni siquiera en muchas almas consagradas lo hay, hijos
míos.
Orar mucho por las almas consagradas.
Orar mucho por la conversión de los pobres pecadores.
Orar mucho por las almas que se han enfriado y se han
vuelto tibias. Y pedir también por vosotros para que os mantengáis siempre
calientes en el amor a mí, vuestro Jesús, hijos míos. Al Padre, al Paráclito y
a mi Madre.
Amaros todos unos a otros como Yo os amo, que sois
hermanos más que de sangre.
Los que están casados y tienen sus sueldos que se
adapten a ellos,
Y al soltero, si trabajo que se sustente y si no el
plato de comida. Y que busquen trabajo.
El pan, el hombre se lo tiene que ganar con el sudor
de su frente, hijos míos.
Mi Sagrado corazón Eucarístico os bendice junto con
todo lo que habéis traído a bendecir para la salud de las almas y los cuerpos.
Por el poder de Dios Padre desciende sobre vosotros.
El amor de Dios Hijo desciende sobre vosotros.
Y el fuego del Paráclito desciende sobre vosotros.
In nomine Patris, et filie, et Spiritus Sancti.
Quedad en mi paz y en mi amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario