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viernes, 28 de marzo de 2014

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES


10 DE MARZO DE 2014



JESÚS
Si un padre sufre por el mal comportamiento y el mal camino de sus hijos ¿cómo no voy a sufrir Yo, viendo a mis hijos al borde del precipicio?, viendo a mis hijos, muchos, como se precipitan en el, negándome, maldiciéndome, y todo un Dios no puede nada contra estas almas porque mi Amor, Misericordia, mis brazos para extender a ellos y mis manos para cogerlos están atados por la libertad del hombre.
La libertad es uno de los mayores regalos que el Padre ha dado al hombre para hacerle libre, para no hacerle esclavo, la libertad bien empleada, bien utilizada camina por el sendero de la gloria.
La oración junto a mi Madre es una oración que lleva grandes gracias, porque llega directamente a mi Corazón y al Padre, recordarlo, y todas vuestras intenciones son recogidas en su Inmaculado Corazón y de su Inmaculado Corazón pasa al Mío, a mi Sagrado Corazón. Y de nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones pasan al Corazón del Padre.
No desesperéis, hijos míos, cuando pedís algo y en el momento no se os da. Siempre se os dará si es bien para vosotros, por las almas que pedís, pero en mi momento, no en el vuestro.
¡Cuánto dolor y sufrimiento me causan las almas que me piden! y porque no les doy en el momento que ellos quieren se enfadan conmigo. Incluso algunas más, llegan a dudar de que les escucho y de que existo. Y se apartan de Mí. Todavía no han comprendido y, algunos de vosotros tampoco, que ello es egoísmo. Venir a Mí porque me amáis, venir a Mí con fe y con confianza, ponerlo todo en la llaga de mi Divino Costado y en el Inmaculado Corazón de mi Madre y vuestra y Yo os prometo que si os conviene se os dará en su momento.
Pero Yo necesito vuestro amor sin interés, hijos míos. El Amor no es amado, vengo como un mendigo, buscando vuestros consuelos, buscando un pecho donde apoyar mi cabeza, buscando que me acojáis, y tantas y tantas veces, hijos míos, no encuentro ni siquiera en los míos el consuelo porque veo sus corazones lleno de egoísmo, me ama si les doy, si no, hijos míos, me dejan, me maldicen y dudan de mi existencia, hijos míos.
Os recuerdo que solamente ante Mí vais a ser juzgados del amor, porque en el amor están todas las virtudes, porque el que verdaderamente ama no hace daño al hermano y el que verdaderamente me ama a Mí no incumple ningún mandamiento.
Recordarlo y desde mi Amor, si en verdad me amáis, amareis más fácilmente a vuestros hermanos, os aceptaríais mejor y no que en muchos todavía veo las faltas, el poco amor y caridad que tienen hacia algunas hermanos. Ve la miserias del hermano pero no ven las suyas, cuando actuáis así es que todavía falta mucho de amar a vuestro Jesús , porque algunos todavía me amáis egoístamente y eso, hijos míos, no es amor.
Amar a vuestro Dios sobre todas las cosas, amarme sin egoísmos, venir a Mí porque realmente me amáis, no para conseguir solo lo que me pedís.
Entonces, veréis maravillas cada uno en vuestras vidas, porque entonces yo podré obrar a través de vosotros, hijos míos. Vuestro Jesús agonizante clavado en una cruz por amor a los hombres, por amor a cada uno de vosotros estoy aquí en la cruz, hijos míos. Os pido que me améis, amarme de corazón, hijos míos. Si no sabéis pedírmelo pedírselo a mi Madre, que vuestros Jesús está sediento de amor, de ser amado por su hijos.
¡Con el dolor tan inmenso que sentí al ver que mi Pasión para muchos iba a ser inútil, hijos míos!
¡Qué dolor sintió vuestro Jesús en Getsemaní!, ¡Qué dolor al ver a todos los hombres de todos los tiempos, a una multitud tan inmensa que me negaría, que me traicionaría, que me maldeciría y que se condenaría!
Sólo el amor de otros hijos que con su miseria me seguirían, que con sus miserias querrían estar junto a Mí, y me amarían. Sólo ello me dio fuerzas para llegar a la cruz, hijos míos, y con qué amor abracé esta cruz, hijos míos.
¡Con qué amor os abracé a todos los hombres de todos los tiempos en ella, hijos míos, con qué amor os redimí, con que amor os salvé, hijos míos, con que amor a todos os presenté al Padre en la cruz, hijos míos, y con qué amor a todos os recibió el Padre os recibe a todos, hijos míos¡
No dejar de rezar diariamente el santo rosario, hijos míos, acudid al sagrario que allí os estoy esperado, y a la Santa Misa diaria todos lo que podías, hijos míos, y frecuentemente como os he dicho tantas veces al sacramento de la penitencia.

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