MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
10 DE MARZO DE 2014
JESÚS
Si un padre sufre por el
mal comportamiento y el mal camino de sus hijos ¿cómo no voy a sufrir Yo,
viendo a mis hijos al borde del precipicio?, viendo a mis hijos, muchos, como
se precipitan en el, negándome, maldiciéndome, y todo un Dios no puede nada
contra estas almas porque mi Amor, Misericordia, mis brazos para extender a
ellos y mis manos para cogerlos están atados por la libertad del hombre.
La libertad es uno de los
mayores regalos que el Padre ha dado al hombre para hacerle libre, para no
hacerle esclavo, la libertad bien empleada, bien utilizada camina por el sendero
de la gloria.
La oración junto a mi
Madre es una oración que lleva grandes gracias, porque llega directamente a mi
Corazón y al Padre, recordarlo, y todas vuestras intenciones son recogidas en
su Inmaculado Corazón y de su Inmaculado Corazón pasa al Mío, a mi Sagrado Corazón.
Y de nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones pasan al Corazón del Padre.
No desesperéis, hijos míos,
cuando pedís algo y en el momento no se os da. Siempre se os dará si es bien
para vosotros, por las almas que pedís, pero en mi momento, no en el vuestro.
¡Cuánto dolor y sufrimiento
me causan las almas que me piden! y porque no les doy en el momento que ellos
quieren se enfadan conmigo. Incluso algunas más, llegan a dudar de que les
escucho y de que existo. Y se apartan de Mí. Todavía no han comprendido y,
algunos de vosotros tampoco, que ello es egoísmo. Venir a Mí porque me amáis,
venir a Mí con fe y con confianza, ponerlo todo en la llaga de mi Divino
Costado y en el Inmaculado Corazón de mi Madre y vuestra y Yo os prometo que si
os conviene se os dará en su momento.
Pero Yo necesito vuestro
amor sin interés, hijos míos. El Amor no es amado, vengo como un mendigo,
buscando vuestros consuelos, buscando un pecho donde apoyar mi cabeza, buscando
que me acojáis, y tantas y tantas veces, hijos míos, no encuentro ni siquiera
en los míos el consuelo porque veo sus corazones lleno de egoísmo, me ama si
les doy, si no, hijos míos, me dejan, me maldicen y dudan de mi existencia,
hijos míos.
Os recuerdo que solamente
ante Mí vais a ser juzgados del amor, porque en el amor están todas las
virtudes, porque el que verdaderamente ama no hace daño al hermano y el que
verdaderamente me ama a Mí no incumple ningún mandamiento.
Recordarlo y desde mi
Amor, si en verdad me amáis, amareis más fácilmente a vuestros hermanos, os
aceptaríais mejor y no que en muchos todavía veo las faltas, el poco amor y
caridad que tienen hacia algunas hermanos. Ve la miserias del hermano pero no
ven las suyas, cuando actuáis así es que todavía falta mucho de amar a vuestro
Jesús , porque algunos todavía me amáis egoístamente y eso, hijos míos, no es
amor.
Amar a vuestro Dios sobre
todas las cosas, amarme sin egoísmos, venir a Mí porque realmente me amáis, no
para conseguir solo lo que me pedís.
Entonces, veréis maravillas
cada uno en vuestras vidas, porque entonces yo podré obrar a través de
vosotros, hijos míos. Vuestro Jesús agonizante clavado en una cruz por amor a
los hombres, por amor a cada uno de vosotros estoy aquí en la cruz, hijos míos.
Os pido que me améis, amarme de corazón, hijos míos. Si no sabéis pedírmelo pedírselo
a mi Madre, que vuestros Jesús está sediento de amor, de ser amado por su
hijos.
¡Con el dolor tan inmenso
que sentí al ver que mi Pasión para muchos iba a ser inútil, hijos míos!
¡Qué dolor sintió vuestro
Jesús en Getsemaní!, ¡Qué dolor al ver a todos los hombres de todos los
tiempos, a una multitud tan inmensa que me negaría, que me traicionaría, que me
maldeciría y que se condenaría!
Sólo el amor de otros
hijos que con su miseria me seguirían, que con sus miserias querrían estar
junto a Mí, y me amarían. Sólo ello me dio fuerzas para llegar a la cruz, hijos
míos, y con qué amor abracé esta cruz, hijos míos.
¡Con qué amor os abracé a
todos los hombres de todos los tiempos en ella, hijos míos, con qué amor os
redimí, con que amor os salvé, hijos míos, con que amor a todos os presenté al
Padre en la cruz, hijos míos, y con qué amor a todos os recibió el Padre os
recibe a todos, hijos míos¡
No dejar de rezar
diariamente el santo rosario, hijos míos, acudid al sagrario que allí os estoy
esperado, y a la Santa Misa diaria todos lo que podías, hijos míos, y
frecuentemente como os he dicho tantas veces al sacramento de la penitencia.
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