MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
15 DE FEBRERO DE 2014
Jesús
Gracias, hijitos muy
amados de mi Sagrado Corazón y de mi Inmaculado Corazón de mi madre y vuestra
por acudid a nuestra llamada.
Gracias pequeñas niñas,
nuestras pequeñas florecillas tan amadas por nuestros Corazones Inmaculados pero
cada una tan diferente, cada una de diferente color, cada una de diferente
perfume. Todas no sois iguales pero todas habéis sido creadas por el mismo Dios.
Por el Padre mío y vuestro, cada una y
cada uno exhaláis vuestro perfume. Todos agradables a nuestros Sagrados e
Inmaculados Corazones.
Todos estos esfuerzos alegran a nuestros Sagrados e
Inmaculados Corazones y se gozan en vosotros y en vosotras, hijos míos. No
veniros abajo en los sufrimientos, ni en las enfermedades, problemas y
situaciones difíciles, hijos míos.
Yo estoy junto a vosotros,
no penséis hijos, ni por un momento, que vuestro Jesús no se conduele con
vosotros. Me conduelo en vuestros sufrimientos, en vuestros dolores. Sufro con
vosotros, hijos míos. Oigo vuestros clamores, vuestras peticiones, y todas son
recogidas en mi Sagrado Corazón. Todo sufrimiento, aunque no me creáis del todo,
son gratificados, son gracias que os doy para vuestra salvación y la salvación
de las almas. Aceptadlo todo con amor, ofrecerlo, que con ello dais gloria a mi
Sagrado Corazón, consuelo, alivio a vuestro Jesús.
Mira, por vosotros, por vuestro
amor, por amaros tanto di, hijos míos, hasta la última gota de mi Sangre. Esta
sangre que se derrama y se sigue derramando en cada uno de vosotros, en cada
misa, en cada hombre y mujer que me la pide, en cada mujer y hombre que me lo
pide para los demás. En toda la humanidad se derrama mi Sangre, pedida no por
todos mis hijos, eso es lo que quisiera Yo, pero pedida por los hermanos para
los demás hermanos.
Seguid pidiendo, no
desfallecer, seguid pidiendo a vuestro Jesús y a mi Madre y vuestra, con fe,
con confianza y esperanza, hijos míos, os escuchamos, aunque muchas veces, no
os dé lo que me pedís.
Vuestro Jesús os conoce
más que lo que os podéis conocer cada uno de vosotros. Y os doy lo que conviene
a vuestras almas y las almas por las que me pedís. Pero amarme, hijos míos, sin
egoísmos. El que verdaderamente ama, ama sin esperar nada a cambio y en
vosotros todavía hay ese egoísmo, hijos míos. Os enfadáis con vuestros Jesús,
cuando no os doy lo que me pedís, os venís abajo, flaqueáis, entráis en depresiones.
Si lo necesario no os a de
faltar, hijos míos, tenéis tan poca confianza en vuestro Jesús. Si mi Padre se
ocupa de las aves, de las flores de los campo, de toda la naturaleza, y nada
les falta, ni a la naturaleza, ni a los animalillos y a las aves, ¿cómo pensáis
que mi Padre y el vuestro os va a abandonar? A vosotros, que sois sus hijos,
creados con tanto amor, con tanto mimo, por nuestro Padre Eterno.
Acudid al Padre que os
está esperando, hijos míos. Acudid a Él, como acudid a vuestras madres y
vuestros padres, todavía los que los tenéis en la tierra, hijos míos.
Con ese amor, con esa
confianza de que los padres os dan lo que necesitáis y os escuchan, si un padre
bueno y una madre buena dan a sus hijos lo que necesitan y los escuchan, como
la Bondad Infinita, el Amor Infinito no lo va a dar a vosotros, hijos míos.
Mi Padre y el vuestro os
ama, os ama tanto, hijos míos, que se llena de gozo y de alegría cuando vais
directamente a Él, os extiende sus brazos, os estrecha en ellos, os acaricia,
os mima y os da fuerza para que sigáis adelante haciendo su Santa Voluntad.
Hijos míos, subid a la
cruz, clavaros conmigo en la cruz, quiero haceros participes junto conmigo de
la vuelta de muchas ovejas al redil del buen pastor, hijos míos. Pero, os
advierto que ello lleva consigo sufrimiento, dolores y otras tantas cosas. Pero,
conmigo en la cruz, esos dolores, esos sufrimientos, os serán llevaderos porque
yo llevo la mayor parte, hijos míos, de todos vosotros.
No ser cobardes, hijos míos y subiros a la cruz con vuestro
Jesús, que mi Madre y vuestra estará y está a cada instante junto a vosotros,
como estuvo conmigo en toda la pasión y muerte y descendimiento, entierro y en
la soledad del tiempo que estuve en el sepulcro. No os faltará su alivio, su
consuelo y su fortaleza , hijos míos. Al igual que la de vuestro Jesús, hijos
míos, ayudarme, ayudarme a salvar a mis hijos, os amo tanto, hijos míos, tanto
amo a mis hijos que se parte mi corazón en mil pedazos cuando un alma se me
pierde, hijos míos.
Llevar mi amor a vuestros hermanos. Decirle con vuestras
obras lo que les amo, decirle con vuestras obras que les estoy esperando.
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