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martes, 4 de marzo de 2014

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

15 DE FEBRERO DE 2014



Jesús
Gracias, hijitos muy amados de mi Sagrado Corazón y de mi Inmaculado Corazón de mi madre y vuestra por acudid a nuestra llamada.
Gracias pequeñas niñas, nuestras pequeñas florecillas tan amadas por nuestros Corazones Inmaculados pero cada una tan diferente, cada una de diferente color, cada una de diferente perfume. Todas no sois iguales pero todas habéis sido creadas por el mismo Dios. Por el Padre mío y vuestro,  cada una y cada uno exhaláis vuestro perfume. Todos agradables a nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Todos estos esfuerzos alegran a nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones y se gozan en vosotros y en vosotras, hijos míos. No veniros abajo en los sufrimientos, ni en las enfermedades, problemas y situaciones difíciles, hijos míos.
Yo estoy junto a vosotros, no penséis hijos, ni por un momento, que vuestro Jesús no se conduele con vosotros. Me conduelo en vuestros sufrimientos, en vuestros dolores. Sufro con vosotros, hijos míos. Oigo vuestros clamores, vuestras peticiones, y todas son recogidas en mi Sagrado Corazón. Todo sufrimiento, aunque no me creáis del todo, son gratificados, son gracias que os doy para vuestra salvación y la salvación de las almas. Aceptadlo todo con amor, ofrecerlo, que con ello dais gloria a mi Sagrado Corazón, consuelo, alivio a vuestro Jesús.

Mira, por vosotros, por vuestro amor, por amaros tanto di, hijos míos, hasta la última gota de mi Sangre. Esta sangre que se derrama y se sigue derramando en cada uno de vosotros, en cada misa, en cada hombre y mujer que me la pide, en cada mujer y hombre que me lo pide para los demás. En toda la humanidad se derrama mi Sangre, pedida no por todos mis hijos, eso es lo que quisiera Yo, pero pedida por los hermanos para los demás hermanos.
Seguid pidiendo, no desfallecer, seguid pidiendo a vuestro Jesús y a mi Madre y vuestra, con fe, con confianza y esperanza, hijos míos, os escuchamos, aunque muchas veces, no os dé lo que me pedís.
Vuestro Jesús os conoce más que lo que os podéis conocer cada uno de vosotros. Y os doy lo que conviene a vuestras almas y las almas por las que me pedís. Pero amarme, hijos míos, sin egoísmos. El que verdaderamente ama, ama sin esperar nada a cambio y en vosotros todavía hay ese egoísmo, hijos míos. Os enfadáis con vuestros Jesús, cuando no os doy lo que me pedís, os venís abajo, flaqueáis, entráis en depresiones.

Si lo necesario no os a de faltar, hijos míos, tenéis tan poca confianza en vuestro Jesús. Si mi Padre se ocupa de las aves, de las flores de los campo, de toda la naturaleza, y nada les falta, ni a la naturaleza, ni a los animalillos y a las aves, ¿cómo pensáis que mi Padre y el vuestro os va a abandonar? A vosotros, que sois sus hijos, creados con tanto amor, con tanto mimo, por nuestro Padre Eterno.
Acudid al Padre que os está esperando, hijos míos. Acudid a Él, como acudid a vuestras madres y vuestros padres, todavía los que los tenéis en la tierra, hijos míos.
Con ese amor, con esa confianza de que los padres os dan lo que necesitáis y os escuchan, si un padre bueno y una madre buena dan a sus hijos lo que necesitan y los escuchan, como la Bondad Infinita, el Amor Infinito no lo va a dar a vosotros, hijos míos.

Mi Padre y el vuestro os ama, os ama tanto, hijos míos, que se llena de gozo y de alegría cuando vais directamente a Él, os extiende sus brazos, os estrecha en ellos, os acaricia, os mima y os da fuerza para que sigáis adelante haciendo su Santa Voluntad.
Hijos míos, subid a la cruz, clavaros conmigo en la cruz, quiero haceros participes junto conmigo de la vuelta de muchas ovejas al redil del buen pastor, hijos míos. Pero, os advierto que ello lleva consigo sufrimiento, dolores y otras tantas cosas. Pero, conmigo en la cruz, esos dolores, esos sufrimientos, os serán llevaderos porque yo llevo la mayor parte, hijos míos, de todos vosotros.

No ser cobardes,  hijos míos y subiros a la cruz con vuestro Jesús, que mi Madre y vuestra estará y está a cada instante junto a vosotros, como estuvo conmigo en toda la pasión y muerte y descendimiento, entierro y en la soledad del tiempo que estuve en el sepulcro. No os faltará su alivio, su consuelo y su fortaleza , hijos míos. Al igual que la de vuestro Jesús, hijos míos, ayudarme, ayudarme a salvar a mis hijos, os amo tanto, hijos míos, tanto amo a mis hijos que se parte mi corazón en mil pedazos cuando un alma se me pierde, hijos míos. 
Llevar mi amor a vuestros hermanos. Decirle con vuestras obras lo que les amo, decirle con vuestras obras que les estoy esperando.


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