MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
28 DE NOVIEMBRE DE 2014
Jesús
Hijos míos,
quiero que os unáis al dolor de vuestro Jesús crucificado y reparéis los
salivazos, las bofetadas, los golpes, los latigazos, las caídas con la cruz ,
el despojo de mis vestiduras, la subida a la cruz, las llagas de mis manos y de
mis pies por los clavos, la agonía, el desgarro de mis huesos en la cruz, que
con tanto amor lo padecí por amor a todo el género humano y ¡cuánto desamor
encuentro en esta humanidad!
Todavía me
siguen crucificando, todavía siguen mofándose de Mí, todavía siguen golpeándome
y flagelándome y todavía sigo en Getsemaní.
Yo les doy amor
y os doy amor y, ¿que me dais? La esponja con la hiel y el vinagre. Tengo sed,
hijas mías e hijos míos, dadme de beber, trayéndome a las almas, traerlas a Mí,
que yo desclavo mis brazos de la cruz y los estrecho en mi cuerpo llagado,
desgarrado y los cubro de mi sangre y los reconcilio con el Padre.
Tener
piedad de vuestro Dios que sigo sufriendo por las almas, por todos los hijos
ingratos que me rechazan y se olvidan de Mí, viviendo a su libre albedrío.
Y, ¡cuántas
llagas y desgarros recibo, más profundas aún, que esos latigazos, me llegan a los
huesos, de los que os llamáis míos y os regís por el mundo!
Y, otra
vez, vuelvo a exudar sangre en Getsemaní, por la desconfianza que veo en los
míos, por la falta de fe y por el desamor a Mí, su Dios y a sus hermanos.
Aquí en la
tierra, cuando se pasa por exámenes terminada la carrera o los cursos, son
muchos los exámenes o las asignaturas que en los cursos hay, pero Yo, el juez
de vivos y muertos, cuando lleguéis a mi
Divina presencia, solamente juzgaré al hombre de una asignatura, del amor.
Meterlo en
los más profundo de vuestro corazón, el amor abarca toda las virtudes, el que
ama no falta, hijos míos.
Despojaros
de las cosas del mundo que son cadenas que lleváis cada uno arrastrando y esas
cadenas os apartan de Mí.
Ayudar al
que lo necesita porque me ayudáis a Mí.
Amar al
hermano es amarme a Mí.
Sed muy
humildes y quitar la poca o mucha soberbia que lleváis todos y todas en vuestro
interior.
Revestíos
de la humildad de mi Madre y hacer de ella vuestro ejemplo y vuestro modelo a
seguir. Y, dejar ya de vivir como vivís, a medias.
Dar a Dios
lo que es de Dios y al César lo que es del César, porque a los tibios, Yo los
vomito de mi boca.
Os hemos
dado tanto: talentos, enseñanzas, consejos para que lo viváis y, ¿que habéis
hecho con ello?
Dejaros de
mediocres y empezar ya a vivir y a poner en práctica todo lo que os hemos
dicho, os hemos enseñado, hijos míos.
Caminar en
las huellas de vuestro Jesús empapadas en la sangre que derramé por amor a
todos vosotros y vosotras y a toda la humanidad y que sigo derramando y vertiendo
a todas las almas que me la piden.
Que ella
sea vuestra túnica para que siempre estéis lavados, purificados, perdonados,
curados, liberados y santificados y
salvados, hijos míos.
Mi venida
está cerca, prepararos con las lámparas encendidas, no sea que llegado el
momento os encuentre como las vírgenes necias y cuando queráis entrar al
banquete de bodas os diga: No os conozco. Y os cierre las puertas.
Si supierais
¡cuánto os amo, con un amor infinito! y en la niña de mis ojos os llevo
grabados y grabadas.
Levantaros,
poneros a caminar y no os quedéis mirando al cielo como cuando ascendí a él.
Los
apóstoles y la gente que me veía subir se quedaron todos embobados, viéndome
ascender y mandé un ángel para que les dijera, que no se consigue lo que dejé
escrito tiempo después en los Evangelios, por mis apóstoles, mirando al cielo
sino trabajando y llevando el Evangelio grabado a fuego en los corazones al
igual que los mandamientos.
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