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martes, 13 de enero de 2015

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

13 DE DICIEMBRE DE 2014



Padre Eterno
La paz y el amor de vuestro Padre Celestial que me he hecho presente en este cenáculo junto a mi Hija predilecta la Inmaculada caiga en vuestros corazones. Vengo con infinito amor a cada uno y cada una de vosotras y vosotros, hijas mías e hijos míos.
Os amo tanto que mi corazón de Padre se derrite de amor por cada uno y cada una de vosotros y vosotras, pero vengo a corregiros. El corregir es la prueba de amor más grande que un padre puede dar a sus hijos.
Porque os amo infinitamente, porque me gozo en cada uno y en cada una de vosotros y vosotras.
Por ello, os corrijo y os llevo por el camino recto, por el camino estrecho pero seguro porque al final del camino está la puerta del cielo, donde allí no habrá lamentación, más dolor, lágrima y sufrimiento, porque todo será gozo, alegría y felicidad.
Hablar, a todos los hombres de buena voluntad del Padre que tienen en el cielo, del Padre que se abaja a ellos, que los mima, que los ama, que los cuida y que una mayoría no viene a Mí porque me tienen miedo por la severidad con que a estos hijos le han hablado de Mi, el Padre Eterno.
Soy el Dios de bondad, de amor, de misericordia y de justicia. Soy Dios y Padre.
Venid más a Mí, que como niños pequeños, porque así os quiero, os tengo en mi regazo, os abrazo y os estrecho en mi corazón.
Hablar al mundo del Padre, que está presto a escucharles, a llorar con ellos, a reír con ellos, que me cuenten sus alegría y sus penas que Yo todo lo puedo y es mi santa voluntad y veo que os conviene.
Acudid a la Inmaculada, a esta Madre y que se desvive por cada uno y cada una de vosotros y de vosotras.
Acudid a mi Hijo, que os lo di y dio su vida por cada uno de vosotros y de vosotras y de la humanidad entera y que espera con los brazos abiertos que le deis cabida a mi Hijo, a Jesús, vuestro salvador y redentor, a su Madre y vuestra en vuestros corazones.
Acudir al Paráclito para que prenda fuego en vuestros corazones y que habla en vuestras conciencias llevándoos, si sois dóciles a la salvación y a todo el género humano a saber distinguir el bien del mal, amarnos más y mejor y amar al prójimo.
Ser compasivos, misericordiosos, caritativos unos con otros y ser todos muy humildes.
Regiros por nuestras enseñanzas, por nuestros consejos que no es otro que los Evangelios.

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