MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
7 DICIEMBRE DE 2016
Nuestra Madre
Hijos míos, mis mismos hijos, la mayoría me ven como
una mujer más y soy la llena de gracia. La Madre de toda la humanidad.
Y que dolor siente mi Inmaculado Corazón al sentir la
ignorancia de estos hijos, creyendo que esta Madre no sabía nada de lo que le
iba a acontecer a mi Hijo, vuestro Salvador y Redentor.
Todo lo supe, todo lo sufrí desde el mismo instante
que supe que iba a ser la Madre del Verbo.
Mi corazón quedó traspasado por tantas espadas de
dolor e ingratitud hacia mi Hijo, de odio, de traición, de envidia.
¿Cómo pueden decir que esta Madre estaba ignorante
respecto a todo lo que iba a pasar y acontecer a mi Hijo?
Lo único que se me fue ocultado es que iba a ser la
Madre del Verbo hasta el momento de la Anunciación.
Desde mi más tierna edad el Padre se deleitaba
conmigo en el Paraíso y todo me fue mostrado y mi corazón inflamado de amor
pedía al Padre una y otra vez la venida del Hijo para la salvación del género
humano.
El dolor del Padre producido por la ingratitud del
hombre le era retirado al deleitarse conmigo y tenerme en sus brazos. Todo
dolor desaparecía de nuestro Padre celestial.
Jugaba conmigo como un Padre juega amorosamente con
sus hijos. Se deleitaba enseñándome una y otra vez, todas las delicias del Paraíso
y las moradas de los justos cuando rescatados por la sangre del Cordero fueran
a morar en ellas.
Las manos del Divino Infante y los pies en ellas nada
más nacer se dibujaron los clavos de la Pasión
¿Cómo estos hijos pueden decir que la Madre estaba
ignorante a todo lo que iba a acontecer a su Hijo?
En todos los momentos de su vida, en su nacimiento,
en su adolescencia y en la madurez. El hombre al hacerse adulto, en su Pasión, en su crucifixión, en su resurrección. En todos los momentos y años que estuvo
aquí en la tierra. En todos estuve con mi Jesús.
¿Cómo puede decir el hombre que la Madre ignoraba
todo lo que le iba a acontecer a mi Hijo?
Incluso lo dicen almas consagradas y lo piensan, que
no son fieles.
Si meditaran más, si pensaran más en su interior
recibirían la respuesta.
Y no hablarían por hablar ni meterían tantas
meteduras de pata. Como la de Lázaro, que era un niño subnormal.
¿De donde se sacan, mis almas consagradas estas
cosas, hijos míos?
Tanto estudiar y de nada les ha servido y eso que el
sacerdote es bueno.
Mirar las meteduras que hacen con tanta teología.
Los secretos, Dios se los revela a los pequeños y a
los humildes.
¡Cuántas lecciones tienen que aprender nuestras almas
consagradas!
Incluso muchas de las más santas.
Con ello confunden a los fieles y la doctrina no se
predica correctamente, hijos míos.
Por ello, os vuelvo otra vez a repetir coger la obra
de María Valtorta: “El Evangelio según me ha sido revelado”. Y la Ciudad
Mística de Dios.
Que os preocupáis de lo va a venir, pero no os
preocupáis de conocer y amar a Dios y a mí, su Madre. Y al pobre y casto
esposo, San José.
Llenar vuestra alma, vuestro corazón y vuestra mente
del conocimiento, el saber de vuestro Jesús, de San José y de mí, vuestra Madre
y la Madre del Verbo.
Y no preocuparos de lo que os ha de venir pues ya
todos estáis avisados.
Ya se os ha dicho algunas reglas para esos días.
Vivir con amor, con fe y con confianza que lo que
viene en vuestros corazones. A nada han de temer y no ir buscando ni picoteando
en otros lugares si en este lo tenéis todo.
Tener un poco de comida para este tiempo que os va a venir
y lo que os hemos dicho y no perder más tiempo con ello sino con vuestras
almas, que estén en gracia para llegados esos momentos, hijos míos e hijas
mías, llenaros del conocimiento y del amor de vuestro Jesús, del Padre y del
Paráclito, de San José y de vuestra Madre, en María Valtorta y en la Ciudad Mística
de Dios.
¡Cuánto aprenderíais en ello y cuánto avanzaríais
espiritualmente, hijos míos!
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