MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
10 DICIEMBRE DE 2016
Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre Inmaculada bajo la
advocación de Nuestra Señora de Guadalupe se ha hecho presente en esta tarde en
medio de vosotros.
Soy la Mujer vestida de sol. La Señora del
Apocalipsis.
Vengo rodeada de ángeles. Trayendo la paz del corazón
de mi divino Hijo que late dentro de mí, su amor y su misericordia.
Pedir perdón por todos vuestros pecados, hijos míos.
Besar el suelo, los que podáis y si no el crucifijo
en reparación de vuestros pecados, de vuestros familiares y los del mundo
entero.
Todos los que estáis aquí presentes en esta tarde,
vais a ser marcadas con el sello del Dios vivo; frente, corazón, palmas de las
manos y palmas de los pies.
Estos sellos del Dios vivo os protegerán, ayudarán y
os socorrerán si tenéis fe y os auxiliarán en todo lo que os toca vivir.
Estamos marcando a nuestros hijos por diversos
lugares del mundo para atraerlos más fuertemente a mí. Para que Luzbel no pueda
nada contra vosotros y seáis fieles apóstoles de los últimos tiempos, el talón
con que aplastaré su cabeza, hijos míos.
Los tiempos son muy, muy graves. Todo lo profetizado
está encima, no os digo ni día ni mes, ni siquiera el año para que no podáis
empezar a pensar y a hacer conjeturas, pero en verdad os digo que está muy
próximo a desencadenarse la batalla final.
El Aviso está en puertas, prepararos para esta gran
gracia que el Padre va a daros a través de mí y procurar estar lo más posible
libres de pecado para que vuestra presencia ante mi Divino Hijo no os cause
tanto y tanto dolor como merecen vuestras culpas, sino que sintáis el dolor de
vuestras faltas pero por la misericordia de mi Divino Hijo y su infinito amor
os sea suavizado tanto dolor como va a producir a las almas el verse a sí
mismos llenos de podredumbre, llenos de maldad y de pecado viéndose a sí mismos
el dolor que se han hecho ellos y el dolor que han provocado a Dios, al igual
que vosotros por la soberbia.
Pero cuando acudáis al confesionario, acudir con
verdadero dolor de vuestros pecados y arrepentimiento y con el propósito de
enmendaros y de corregiros que no lo hacéis.
Os habéis acostumbrado a ir a la confesión, que me
parece muy bien que vayáis asiduamente, que así debe ser, pero con el propósito
de enmienda y el arrepentimiento profundo. No abusar de la misericordia de
Dios, hijos míos.
Prepararos para al año que entra a pasarlo peor que
este. Las tinieblas avanzarán y el mundo oscurecerá más.
El hombre se embrutecerá aún más y todos los pecados
acamparán por todas partes.
Los buenos serán perseguidos, burlados y algunos
encarcelados.
La naturaleza bramará ante la perversidad del hombre
y causará mayores catástrofes.
Los poderosos, en vez de mirar por los más
necesitados, llenos de codicia miran por ellos mismos. Mucho prometen, pero no
hacen nada. Sino hundir a los pueblos y a España, en sus habitantes, cada vez
más.
Llevándolos a la humillación de no encontrar un
trabajo para obtener lo necesario para vivir, hijos míos. Que no os engañen con
noticias, hijos míos, todas son falsas.
En España hay mucha, mucha, mucha pobreza, muchas
almas desesperadas que no tienen, ya no solamente para comer, sino para los
gastos necesarios de una casa.
¡Y cuántos no se suicidan y se suicidarán por lo
mismo!
Todo va a ir a peor, hasta que la bolsa se caiga por
completo y los poderosos y los que tienen también se queden sin nada. Porque en
mitad de todo esto vendrá el Aviso. A continuación, las consecuencias y de los
que más tienen no quedará piedra sobre piedra porque no han repartido sus
bienes, esos bienes que Dios les ha dado con los pobres, con los necesitados.
Mi Inmaculado Corazón gime de dolor por mi España, mi
tierra, tierra de María, tierra de la Inmaculada, casi destruida por el
enemigo. Pero yo prometo en esta tarde, que el enemigo no se saldrá con la
suya. España surgirá toda bella y hermosa y será en ella donde se posarán los
Sagrados e Inmaculados Corazones y de todas partes vendrá a ella.
Porque ella será la primera limpia de todo mal y en
ella se posará la Jerusalén celeste.
En ella será el Triunfo y el reinado de nuestros
Sagrados e Inmaculados Corazones. Por eso, el enemigo la ataca bestialmente sin
contemplaciones. Pero con mi calcañar no podrá y vosotros sois parte de mi
calcañal. Al frente San Miguel y vuestra Madre, capitana y reina.
Mucho os queda todavía por sufrir y por pasar, pero
en nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones será leve y ligero.
Mi Inmaculado Corazón y el Sagrado Corazón de mi
Divino Hijo estaremos con todos los que perseveréis hasta el fin y a nada
debéis temer. San Miguel os defiende, mi Inmaculado Corazón os cuida y el
Sagrado Corazón de mi Divino Hijo os protege formando círculos a través vuestro
para que Luzbel no emplee toda su saña contra vosotros.
No quiero lloros ni llantos, os quiero alegres y
felices. Sois el calcañal de María, la Inmaculada, sois parte de mi ejército,
los apóstoles de los últimos tiempos. Apóstoles que dará vida a muertos a la fe
y vendrán a nuestros Sagrados Corazones.
Sed muy humildes y llevar a cabo todas nuestras
enseñanzas. No perderos, caminar paso a paso puesto en las huellas de mi Hijo,
esas huellas ensangrentadas que os van a llevar a la victoria, tanto para
entrar en el reino de los Sagrados e Inmaculados corazones como para los que no
lleguéis a la gloria eterna.
Ánimo, alegría y gozo es lo que tenéis que tener
dentro de cada uno y cada una de vosotros y vosotras, hijas mías e hijos míos.
Los ojos de vuestra Madre os están grabando uno a uno
en ellos, siempre os llevo y os llevaré en mi mirada y mi Hijo salta de gozo en
el vientre por el amor infinito que os tiene y os envía rayos de luz y de amor
a cada uno de los presentes. Y os llena de gracias, protecciones y bendiciones
infinitos para todo lo que os ha de venir, para el tiempo del Aviso, el tiempo
del Aviso hasta el tiempo del castigo.
Todos los objetos religiosos han sido pasados por los
rayos de mi Divino Hijo que está lanzando a través de mi vientre inmaculado
para todas vuestras necesidades.
Para estos tiempos que han de pasar y para los tres
días de tinieblas. Todos serán luz en esos días y Satanás no os podrá engañar
haciéndose pasar por amigos vuestros o familiares. No podrá nada contra
vosotros porque estáis cubiertas de nuestras gracias, de nuestras bendiciones y
protecciones en vosotros y los objetos religiosos. Todas caen sobre vosotros y
los objetos religiosos quedando todas llenas de luz al igual que los objetos
religiosos con todas las gracias, protecciones, y bendiciones que os estamos
dando esta tarde y ya os he mencionado.
El poder de Dios Padre, de mi Divino hijo y del
Paráclito desciende sobre vosotros y los objetos religiosos.
Vuestra Madre besa vuestras frentes y los objetos
religiosos que hay aquí en esta tarde y mi Divino Hijo, mi Hijo, mi Jesús y el
vuestro también los ha besado.
Quedad en la luz, en la paz y en el amor de nuestros
Sagrados e Inmaculados Corazones.
Espíritu Santo
El fuego de mi amor desciende sobre cada uno de
vosotros.
Ella, al igual que los apóstoles oró por mi primera
venida, el primer Pentecostés, junto a ellos y ahora sigue orando junto a
vosotros, apóstoles de María, apóstoles del Padre, apóstoles del Hijo y
apóstoles del Paráclito.
Por vosotros, María era el Aviso para vosotros, la
Inmaculada. María la siempre pura, más suave. Os dará fuerzas en el Aviso y a
todos en el éxtasis para llorar vuestras faltas, para pedir perdón de corazón
al hijo de Dios que viene, a Jesús, toda amor y misericordia para quien confía
en Él, y justicia, hijos míos.
Para aquellos que se burlan y no quieren saber nada
de él.
El cenáculo, os recuerdo, es oración.
Olvidaros en él de los móviles. El que esté pendiente
de él que no venga a no ser que sea algo muy, muy especial e importante y urgente,
pero ponerlo en silencio que no moleste a los hermanos.
La Inmaculada, mi Esposa, os ayudará y estará junto a
vosotros en la presencia del Dios vivo.
Y muchos de aquí, no todos, saldréis como los
apóstoles del primer Pentecostés, hablaréis sin miedo porque Yo seré quien
hable por cada uno de vosotros. Vuestras bocas serán espadas de doble filo,
denunciaréis las injusticias, la maldad y predicaréis la maldad llevando como
los apóstoles a muchos hermanos al Padre.
Algunos seréis apresados, no todos, y martirizados
como los apóstoles, pero seréis mi fuerza porque Yo estaré en cada uno de
vosotros y el fuego de mi Espíritu saldrá por todos vosotros y muchos serán
sanados, millares en el cuerpo y en el alma.
Prepararos para el Aviso, mi venida está en puertas.
El segundo Pentecostés está a punto de darse, os necesito fuertes para poder
obrar en vosotros.
Curaré a través de vosotros a los enfermos en el
cuerpo y en el alma. Mi fuego saldrá por vuestras bocas.
Es hora de poner en práctica todo lo que os hemos
dicho. El tiempo del Aviso está cerca, no seáis como las vírgenes necias que os
quedéis fuera de esta gran misión que tenéis cada uno.
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