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miércoles, 17 de enero de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

 4 NOVIEMBRE DE 2017



Nuestra Madre
Vuestra Madre bajo la advocación de Nuestra Señora de la Preciosa Sangre al pie de la cruz recogiendo la sangre de mi Divino Hijo para derramarla sobre toda la humanidad, sobre las almas que la quieran coger para en ella purificar sus almas. Atraerlas al Sagrado Corazón de mi Divino Hijo y a la conversión plena porque muchos dicen que creen y están convertidos y no piensan como mi divino Hijo quiere y obran como Él manda.
El que cree en Dios, en mi divino Hijo y en nuestras revelaciones, no cree en supercherías porque todo el que tiene fe y ama de corazón a Dios y se cubre en la preciosa sangre de mi divino Hijo está libre de todo ello.
¡Ay, hijos míos, alguno que picáis y picáis en varias fuentes, en vez de ir ascendiendo espiritualmente vais bajando!
Y no alcanzáis la espiritualidad, la fe y la confianza que se debería tener en Dios. Y ello, hiere mi Inmaculado corazón con afiladas espinas.
Las almas que están en gracia, las almas que viven del amor y la confianza en Dios, las almas que están llenas de fe no piensan ni creen que a estas almas les pueda tocar el maligno con brujerías, hechicerías y otras cosas.
Dejar de picar y de ir de flor en flor y los que sois de los Sagrados Corazones, ateneros solo a los sagrados corazones.
Todo el que cree en eso es porque no tiene suficiente fe, confianza y amor a Dios, ni vive en gracia.
Leer los mensajes, meditarlos que con ello ya tenéis bastante. Y dejaros de bobadas y tonterías, hijos míos.
Vuestros oídos, vuestros ojos, vuestras manos, vuestros pies, vuestra boca, pensamientos y demás tienen que tener que estar puestos en los mensajes de los sagrados corazones y en el Evangelio. Y los mandamientos, hijos míos.
¡Ay, del que bebe en otras fuentes, su mente está llena de confusión y no ve!
En vez de pensar que lo que le sucede es por la voluntad de Dios o permitido por Dios. Cree en el mal de ojo y otras cosas similares, hijos míos.
El Padre purifica para que podáis estar el tiempo menor en el purgatorio y poder gozar plenamente en el cielo.
Con lo que Él permita que suceda, entregárselo al Padre.
Y dejaros en paz de bobadas a estas alturas y beber de las fuentes de agua viva. La sangre de Cristo, mi divino Hijo y el agua que brota de su divino costado.
Beber los mensajes, los mandamientos los Evangelios, la Biblia. Beber del sacramento de la penitencia y de la Eucaristía.
Bebe del cáliz, hija mía. De la amargura y el dolor de todo un Dios que le produce la humanidad.

Belén
¡Ay, Madre, que amargo!

Nuestra Madre
Un poquito, hija mía, alíviale, consuélale, hija mía.
No sabes, hija mía, el consuelo el alivio que Jesús, tu Jesús y el mío, y el de todos, hija mía, ha recibido al quitarle la amargura de la hiel que los hombres me dan con su mala vida, perversidad, rechazo y quererse poner en su lugar, hijos míos.
Os bendigo a vosotros con gracias, protecciones y bendiciones muy, muy especiales contra Lucifer, sus secuaces y vuestros enemigos.
El poder, el amor y el fuego del Paráclito, hijos míos, desciende sobre vosotros.

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