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miércoles, 17 de enero de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

10 NOVIEMBRE DE 2017


Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre dolorosa junto con mi Jesús y el vuestro, nos hemos hecho presentes en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Gracias a todos, todos los que habéis acudido a la llamada de nuestros corazones.
A mayor sacrificio que hagáis por acudir al encuentro de nuestros corazones, mayor recompensa tendréis en el cielo.
Os amor tanto. ¡Cuánto os amo, hijitos e hijitas mías!

No me des las gracias, hija mía.
Una madre se desvive y se desvela por sus hijos, Así hago yo por todos vosotros y vosotras y al igual que la gallina recoge a sus polluelos y los cobija debajo de sus alas. Así os cobijo yo en mi Inmaculado Corazón doloroso y os tengo protegidos dentro de mi manto.
¡Atesorar para el cielo no para la tierra!
¡Desprenderos de todo lo que no se es necesario! Porque cuando os presentéis ante mi Hijo no os va a pedir cuentas, hijos míos, ni va a tener en cuenta lo que habéis atesorados aquí lo dejaréis y para nada os servirá.
Os pedirá cuentas del amor que le habéis dado y del amor, la caridad que habéis dado a los demás.
Os iréis dejando todos los bienes aquí abajo.
¡Ay, hijos míos e hijas mías, si os preocuparais más de los bienes del cielo! Mejor os iría.
Seguir pidiendo mucho por España. Es el tiempo de mi Inmaculado Corazón doloroso. Después será el tiempo de mi Corazón inmaculado triunfante, hijos míos.
Ser muy humildes y mansos de corazón y no ver la paja en el ojo ajeno. Que os fijáis en los demás y no os fijáis en las pajas que vosotros tenéis en el interior.
Hablaros con dulzura y con amor.
Y no disculparos cuando se os corrija. Aceptar la corrección con amor y con humildad. Que cada una veis lo que os hacen, pero no lo que hacéis vosotros y vosotras, hijos míos e hijas mías.
Ser muy humildes.
Y recordar que os amo tanto, tanto, tanto que mis ojos no dejan de miraros todos los instantes del día y de velaros por la noche.
Ser buenos con vuestra Madre y llevaros bien, amándoos, hablando con amor y con dulzura porque ello alegra mi corazón entristecido y dolorido. Al igual que el de mi divino Hijo y el del Padre.
Y le consoláis del dolor inmenso que sufre por la ingratitud de la mayoría de sus hijos al igual que nuestros Sagrados e Inmaculados corazones.
El cielo lo tenéis que ganar y en verdad os digo que no cuesta tanto, más cuesta mantener los hogares y las casa que tenéis y lo dais todo por ellas. Pero no lo dais todo por el cielo.
Empezar a subir escalones espirituales para ir creciendo en santidad y sentir en el corazón la llamada tan fuerte de no poder estar sin el grupo de los corazones de Jesús y de María. De la escuela de amor de nuestros corazones, hijos míos.
Os bendigo en el amor de Dios Padre, de Dios Hijo, mi divino Hijo y del Paráclito. Seguir con la oración que tanto agrada y consuela a nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones. 

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