MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
10 NOVIEMBRE DE 2017
Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre dolorosa junto con mi Jesús
y el vuestro, nos hemos hecho presentes en este cenáculo formado y dirigido por
nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Gracias a todos, todos los que habéis acudido a la
llamada de nuestros corazones.
A mayor sacrificio que hagáis por acudir al encuentro
de nuestros corazones, mayor recompensa tendréis en el cielo.
Os amor tanto. ¡Cuánto os amo, hijitos e hijitas
mías!
No me des las gracias, hija mía.
Una madre se desvive y se desvela por sus hijos, Así
hago yo por todos vosotros y vosotras y al igual que la gallina recoge a sus
polluelos y los cobija debajo de sus alas. Así os cobijo yo en mi Inmaculado
Corazón doloroso y os tengo protegidos dentro de mi manto.
¡Atesorar para el cielo no para la tierra!
¡Desprenderos de todo lo que no se es necesario!
Porque cuando os presentéis ante mi Hijo no os va a pedir cuentas, hijos míos,
ni va a tener en cuenta lo que habéis atesorados aquí lo dejaréis y para nada
os servirá.
Os pedirá cuentas del amor que le habéis dado y del
amor, la caridad que habéis dado a los demás.
Os iréis dejando todos los bienes aquí abajo.
¡Ay, hijos míos e hijas mías, si os preocuparais más
de los bienes del cielo! Mejor os iría.
Seguir pidiendo mucho por España. Es el tiempo de mi
Inmaculado Corazón doloroso. Después será el tiempo de mi Corazón inmaculado
triunfante, hijos míos.
Ser muy humildes y mansos de corazón y no ver la paja
en el ojo ajeno. Que os fijáis en los demás y no os fijáis en las pajas que
vosotros tenéis en el interior.
Hablaros con dulzura y con amor.
Y no disculparos cuando se os corrija. Aceptar la
corrección con amor y con humildad. Que cada una veis lo que os hacen, pero no
lo que hacéis vosotros y vosotras, hijos míos e hijas mías.
Ser muy humildes.
Y recordar que os amo tanto, tanto, tanto que mis
ojos no dejan de miraros todos los instantes del día y de velaros por la noche.
Ser buenos con vuestra Madre y llevaros bien,
amándoos, hablando con amor y con dulzura porque ello alegra mi corazón
entristecido y dolorido. Al igual que el de mi divino Hijo y el del Padre.
Y le consoláis del dolor inmenso que sufre por la
ingratitud de la mayoría de sus hijos al igual que nuestros Sagrados e
Inmaculados corazones.
El cielo lo tenéis que ganar y en verdad os digo que
no cuesta tanto, más cuesta mantener los hogares y las casa que tenéis y lo
dais todo por ellas. Pero no lo dais todo por el cielo.
Empezar a subir escalones espirituales para ir creciendo
en santidad y sentir en el corazón la llamada tan fuerte de no poder estar sin
el grupo de los corazones de Jesús y de María. De la escuela de amor de
nuestros corazones, hijos míos.
Os bendigo en el amor de Dios Padre, de Dios Hijo, mi
divino Hijo y del Paráclito. Seguir con la oración que tanto agrada y consuela
a nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
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