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domingo, 11 de febrero de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

14 DICIEMBRE DE 2017



Jesús
Hijos míos de mi Sagrado Corazón.
Os bendigo a todos los presentes con grandes bendiciones, protecciones y gracias para que estéis siempre en mi sagrado corazón eucarístico. Para que caminéis siempre en mis pisadas ensangrentadas de sangre. Para que sea fácil cumplir mi santa voluntad en cada uno y cada de vosotros y vosotras, hijos míos e hijas mías. Llevar todo con amor y con paz, tanto las alegrías como las penas. Dármelo todo para alegrarme con vosotros y para sufrir con vosotros.
Con ello ayudáis a reparar mi sagrado corazón eucarístico, tan desgarrado, dolorido y traspasado por tantas y tantas espinas como en él me clavan tantos hijos.
Amarme mucho en la eucaristía, que ahí estoy verdaderamente presente en cuerpo, alma y sangre y divinidad, hijos míos.
Cuando vais al sagrario mis brazos se extienden a cada uno de vosotros, y aunque no me sentís salgo del sagrario y os abrazo fuertemente en mis brazos para confortaros en vuestras penas y ayudaros a llevarlas y si es la voluntad del Padre, solucionarlas o curar los males que tengáis, hijos míos, o tenéis. No creáis que me hacéis un favor, pues muchas almas vienen pensando que me hacen un favor cuando vienen al sagrario y el favor lo reciben todos vosotros.
¡Que no hago yo por un alma que viene ante mí, llena de amor, a mí, su Jesús!
Es la alegría y el gozo que Dios puede recibir de sus criaturas, hijos míos.
No olvidaros que estoy en él por vosotros, por el amor tan intenso que os tengo. Por ese inmenso amor a todas mis criaturas me quede prisionero en él, para daros vida, vida en abundancia para ayudaros y para que viváis más cerca de mí.
Quiero que sepáis que cuando comulgáis con amor, humildad, mi cuerpo, se hace uno con el vuestro y mi sangre se mezcla por la vuestra y corre por vuestras venas y la vuestra en las mías, hijos míos.
¡Cuánto os amo, aunque sea cinco minutos, de las veces que vayáis al sagrario, cinco minutos dedicarlos a reparar a vuestro Jesús en la eucaristía, por el dolor como ya os he dicho que me causa la ingratitud de mis criaturas, el olvido, el poco respecto que me tiene, que pasan ante mi como si no existiera! Y en vez de dedicar una gran mayoría de almas el tiempo que están en el templo antes de la misa como después a estar en mi presencia o a estar conmigo, la dedican a hablar unos con otros y se olvidan de mí. Se olvidan que estoy suplicante a una palabra de amor que salgan de sus labios, a una inclinación o buenas tardes, Señor.
Son cosas sencillas las que pido y ni siquiera esas cosas sencillas me dan mis almas, mis criaturas, hijos míos.
Vosotros ser almas reparadoras del sagrario. Ser sagrarios vivos pues yo vivo en vuestros corazones. En vuestros corazones plantó el Padre un sagrario con querubines que ellos suplen el tiempo que, por dedicarlo a la familia, a descansar o a los demás, ellos están siempre orando por vosotros en vuestro corazón. Recordarlo. Sois sagrarios vivos y ese sagrario está puesto en vuestros corazones, hijos míos e hijas mías.

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