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domingo, 21 de octubre de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

7 AGOSTO DE 2018



Jesús
Hijos míos, vuestro Jesús crucificado se ha hecho presente en medio de vosotros junto con mi Madre y San Juan al pie de la cruz, en este grupo formado por nuestros corazones y dirigido por ellos.
Hijos míos, os quiero recordar que todo lo que necesitáis saber está en lo mensajes y no andar de un lugar a otro o de un sitio a otro buscando fechas y años donde se va a dar lo anunciado.
Estáis bien avisados, sólo os digo que todo ha comenzado y en breve veréis en vuestras conciencias el mal que habéis hecho y el bien que habéis dejado sin hacer delante de vuestro Redentor. 
Preocuparos más bien en cambiar, cada vez a mejor. 
Preocuparos unos de otros y poner en práctica todo lo que os hemos venido diciendo.
Tener los sacramentales a mano y llevar siempre algunos con vosotros.

San Juan
La paz está en medio de vosotros, que es Nuestro Señor Jesús, os vengo a decir que os hagáis niños, que tengáis un corazón del niño. El corazón de un niño está lleno de amor y de ternura y todo lo que dicen sus padres lo creen y van creciendo en estas enseñanzas, sin preguntarse nada porque creen a sus papás y hacen lo que sus buenos papás les dicen.
Así tenéis que ser vosotros y recostar vuestras cabezas en el pecho de nuestro Jesús tal y como hacía yo, hermanos míos. 
Y, enamoraros profundamente de Jesús que quien ama de corazón no causa dolor a la persona amada. Al revés, sólo quiere agradarle y amarle más.
¡Cuánto he amado yo a Jesús en la tierra!
Mi corazón estallaba de un amor puro e inocente como tiene que ser vuestro amor hacía nuestro Jesús. 
Y me embelesaba y saltaba el corazón cuando Jesús nos hablaba, estaba con nosotros.
Y, ¡ay, cuando me llamaba para acompañarle a orar! Mi corazón parecía romperse en mil pedazos.
Nada me importó durante la Pasión, el que me reconocieran. El que me apresaran o me mataran.
Mi corazón estaba en el de Jesús y en el de María, nuestra Madre. Y nada me importaba. Nada más que acompañar a nuestra Madre y a Jesús en tan sublime dolor. 
Mi corazón desgarrado de tanto dolor al ver a nuestro Jesús en todos los momentos de la Pasión y a nuestra Madre que era una llaga inmensa, infinita de dolor.
El Padre me sostuvo para acompañar a Jesús y a María en toda la Pasión hasta llevarle al sepulcro. Al igual, que a María Magdalena y a las santas mujeres. 
Meditar cada estación del Via Crucis, viendo en cada estación el dolor de Jesús, de María. Metiéndoos en la estación, una pequeña parte, muy pequeña sentiréis un poco el dolor de la Madre de Jesús, de vuestro hermano Juan, María Magdalena y las santas mujeres.
Mejor coger la Pasión revelada por Jesús a María Valtorta y meditarla un poquito, poco a poco para que cale más en vuestro corazón, hermanos míos. 
Os bendigo con mi amor que es el amor de Jesús y de María 
En el nombre de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo.
Ser fieles a Jesús, ser compasivos unas con otras. Ayudaros y soportaros.


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