MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
6 MAYO DE 2017
Nuestra Madre
Vuestra Madre de la Preciosa Sangre bajo esta hermosísima
advocación y grandiosa, vuestra Madre Inmaculada se ha hecho presente en este
cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Hijos míos e hijas mías, un año más hemos comenzado
el mes de mayo. Este mes dedicado a mí, vuestra Madre, por ello este mes es uno
de los más hermosos del año.
Quiero, hijas mías e hijos míos, que me honréis y me
demostréis vuestro amor trayéndome una florecilla, pero no una flor comprada o
del jardín. Una florecilla de amor que salga de vuestro corazón y me obsequiéis
con ella.
Dejando esa florecilla a mis plantas. La florecilla de
una buena acción. Eso es lo que os pido en este mes.
Y sí, también me agrada que tengáis un recuerdo para
vuestra Madre de una florecilla natural, que tenga mis altares todo el mes de
mayo, pero más me agrada la florecilla espiritual que os he pedido.
Este mes, es mes de grandes gracias y bendiciones
para todos mis hijos de la tierra que acuden a Mí.
Mi Inmaculado Corazón se desborda de amor hacía mis
hijos y les obsequio con grandes gracias y bendiciones para el alma y para el
cuerpo y necesidades.
¡Que contenta estoy ahora entre vosotros!
Mira mi manto, hija mía, y mis ojos.
Belén
Si, Madre, ya al final he visto el color de tus ojos,
que te vamos a poner en la imagen.
Nuestra Madre
Aquí en la tierra no tiene comparación con los
vuestros.
Belén
Con ese azul tan profundo, que te va sumergiendo a
las almas en ellos.
El manto es un morado, no oscuro, pero tampoco muy
claro. Todo lleno de luz, con muchas cosas doradas en él. No sé describirlo, Madre,
si son florecillas.
Nuestra Madre
Eso no quiero que lo pongas en el manto, hija mía. Es
la luz de mi Inmaculado Corazón que se refleja en él.
Mira cómo se extiende.
Belén
Madre, se hace inmenso, grande.
La Virgen se pone detrás de mí, extiende sus manos.
El cáliz queda sujeto en el aire, no sé cómo. Coge el manto de los extremos y
nos cubre a todos en él.
¡Ay, Madre!, ¡Qué grande, Madre! Pues no parece tan
grande el manto.
Nuestra Madre
Os cubre con él a toda la humanidad redimida por mi
Divino Hijo que viene a Mí. A toda la tierra, mira hija mía.
Belén
Veo un globo terrestre, con una multitud de gente.
¡Ay, si!, ¡Madre, percibo ahora lo que hay en tu manto! Son estrellas.
Nuestra Madre
Si, hija mía, son estrellas.
Belén
El manto se hace aún más grande, más ancho, todo
lleno de pliegues y cubre a toda la tierra en él.
Sólo queda abierto un poco su Inmaculado Corazón
traspasado por las espinas, del cual, empieza a sangrar, a brotar sangre de
todo su Inmaculado Corazón. Y al mismo tiempo, el cáliz se inclina y se vierte
juntándose la sangre de la de Jesús con la de su Madre.
La tierra queda cubierta con la sangre de María y la
sangre de su Hijo, todo una. ¡Ay, ¡Madre, son muchos los que van a ti!, ¡Qué
alegría!
Nuestra Madre
Hija mía, ¿ves muchos?
Pero hay más, muchos más que no quieren saber nada de
su Madre. Y por ello, mi Inmaculado Corazón sangra y se desgarra, hija mía.
Pero mira, mi pequeña, como la he vertido mi sangre
junto con la de mi Hijo en todas las almas y en la tierra, pero sobre todo en
las almas, que me tienen como Madre, hija mía.
Me da dolor no poder verter, verterla, en toda la
humanidad.
Mira, hija mía.
Descríbelo bien, mi niña.
Belén
La Virgen destapa un poco la tierra y las almas. Veo
parte de la tierra oscura, una parte muy grande.
Nuestra Madre
Ahí, hija mía, no ha llegado la sangre de mi Hijo ni
la mía. Por eso, yo estoy derramando lágrimas de sangre y de agua.
Mira esa otra parte.
Belén
Veo la otra parte de la tierra, toda llena de luz,
impregnada de la sangre de la Virgen y Jesús. Son como rubíes de gotas
chiquititas, cayendo sobre las almas, sobre la tierra todo está encendido en
luz y en la sangre del Señor y de la Virgen.
El cielo se tiñe de esa sangre, llena de luz.
Va haciendo un circulo y se pone encima de la cabeza
de la Santísima Virgen. Veo al Padre encima de ese círculo, al Paráclito y a
Jesús.
Es una corona muy grande encima de la Virgen, así redonda
y la Trinidad en medio de esa corona.
Veo descender por los lados de la corona grandes
rayos rojos, más claros y más oscuros que pasan a través de Virgen hasta llegar
a la tierra y a todos los hermanos y hermanas que aman a María.
Nuestra Madre
Hijas mías e hijos míos, vuestra Madre Inmaculada os
pide que no dejéis de orar, hijos míos, por la conversión de los pobres
pecadores, esa parte la quiero yo para mí, quiero salvarla.
Ayudarme, hijos míos.
Recordar que quiero vuestra flor espiritualmente
diariamente y si me ponéis una flor natural, también la acepto con inmenso amor
pero que sea besada por vuestros labios. Que en esa flor vaya todo vuestro amor.
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