Vistas de página en total

viernes, 30 de junio de 2017

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
 

6 MAYO DE 2017



Nuestra Madre
Vuestra Madre de la Preciosa Sangre bajo esta hermosísima advocación y grandiosa, vuestra Madre Inmaculada se ha hecho presente en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Hijos míos e hijas mías, un año más hemos comenzado el mes de mayo. Este mes dedicado a mí, vuestra Madre, por ello este mes es uno de los más hermosos del año.
Quiero, hijas mías e hijos míos, que me honréis y me demostréis vuestro amor trayéndome una florecilla, pero no una flor comprada o del jardín. Una florecilla de amor que salga de vuestro corazón y me obsequiéis con ella.
Dejando esa florecilla a mis plantas. La florecilla de una buena acción. Eso es lo que os pido en este mes.
Y sí, también me agrada que tengáis un recuerdo para vuestra Madre de una florecilla natural, que tenga mis altares todo el mes de mayo, pero más me agrada la florecilla espiritual que os he pedido.
Este mes, es mes de grandes gracias y bendiciones para todos mis hijos de la tierra que acuden a Mí.
Mi Inmaculado Corazón se desborda de amor hacía mis hijos y les obsequio con grandes gracias y bendiciones para el alma y para el cuerpo y necesidades.
¡Que contenta estoy ahora entre vosotros!
Mira mi manto, hija mía, y mis ojos.

Belén
Si, Madre, ya al final he visto el color de tus ojos, que te vamos a poner en la imagen.

Nuestra Madre
Aquí en la tierra no tiene comparación con los vuestros.

Belén
Con ese azul tan profundo, que te va sumergiendo a las almas en ellos.
El manto es un morado, no oscuro, pero tampoco muy claro. Todo lleno de luz, con muchas cosas doradas en él. No sé describirlo, Madre, si son florecillas.

Nuestra Madre
Eso no quiero que lo pongas en el manto, hija mía. Es la luz de mi Inmaculado Corazón que se refleja en él.
Mira cómo se extiende.

Belén
Madre, se hace inmenso, grande.
La Virgen se pone detrás de mí, extiende sus manos. El cáliz queda sujeto en el aire, no sé cómo. Coge el manto de los extremos y nos cubre a todos en él.
¡Ay, Madre!, ¡Qué grande, Madre! Pues no parece tan grande el manto.

Nuestra Madre
Os cubre con él a toda la humanidad redimida por mi Divino Hijo que viene a Mí. A toda la tierra, mira hija mía.

Belén
Veo un globo terrestre, con una multitud de gente. ¡Ay, si!, ¡Madre, percibo ahora lo que hay en tu manto! Son estrellas.

Nuestra Madre
Si, hija mía, son estrellas.

Belén
El manto se hace aún más grande, más ancho, todo lleno de pliegues y cubre a toda la tierra en él.
Sólo queda abierto un poco su Inmaculado Corazón traspasado por las espinas, del cual, empieza a sangrar, a brotar sangre de todo su Inmaculado Corazón. Y al mismo tiempo, el cáliz se inclina y se vierte juntándose la sangre de la de Jesús con la de su Madre.
La tierra queda cubierta con la sangre de María y la sangre de su Hijo, todo una. ¡Ay, ¡Madre, son muchos los que van a ti!, ¡Qué alegría!

 Nuestra Madre
Hija mía, ¿ves muchos?
Pero hay más, muchos más que no quieren saber nada de su Madre. Y por ello, mi Inmaculado Corazón sangra y se desgarra, hija mía.
Pero mira, mi pequeña, como la he vertido mi sangre junto con la de mi Hijo en todas las almas y en la tierra, pero sobre todo en las almas, que me tienen como Madre, hija mía.
Me da dolor no poder verter, verterla, en toda la humanidad.
Mira, hija mía.
Descríbelo bien, mi niña.

Belén
La Virgen destapa un poco la tierra y las almas. Veo parte de la tierra oscura, una parte muy grande.

Nuestra Madre
Ahí, hija mía, no ha llegado la sangre de mi Hijo ni la mía. Por eso, yo estoy derramando lágrimas de sangre y de agua.
Mira esa otra parte.

Belén
Veo la otra parte de la tierra, toda llena de luz, impregnada de la sangre de la Virgen y Jesús. Son como rubíes de gotas chiquititas, cayendo sobre las almas, sobre la tierra todo está encendido en luz y en la sangre del Señor y de la Virgen.
El cielo se tiñe de esa sangre, llena de luz.
Va haciendo un circulo y se pone encima de la cabeza de la Santísima Virgen. Veo al Padre encima de ese círculo, al Paráclito y a Jesús.
Es una corona muy grande encima de la Virgen, así redonda y la Trinidad en medio de esa corona.
Veo descender por los lados de la corona grandes rayos rojos, más claros y más oscuros que pasan a través de Virgen hasta llegar a la tierra y a todos los hermanos y hermanas que aman a María.

Nuestra Madre
Hijas mías e hijos míos, vuestra Madre Inmaculada os pide que no dejéis de orar, hijos míos, por la conversión de los pobres pecadores, esa parte la quiero yo para mí, quiero salvarla.
Ayudarme, hijos míos.
Recordar que quiero vuestra flor espiritualmente diariamente y si me ponéis una flor natural, también la acepto con inmenso amor pero que sea besada por vuestros labios. Que en esa flor vaya todo vuestro amor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario