MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
13 MAYO DE 2017
Nuestra Madre
Vuestra Madre Inmaculada se ha hecho presente en esta
tarde bajo varias advocaciones.
Nuestra Señora del Inmaculado Corazón, nuestra Señora
de la Asunción, Nuestra Señora de la Preciosa Sangre y, por último, nuestra
Señora Corredentora de toda la humanidad.
Hijos míos, en cada advocación que me he manifestado
y me manifiesto traigo grandes gracias para la humanidad. Pero la humanidad, la
mayor parte no acoge mis gracias, mis desvelos, mis lágrimas, mi corazón
desgarrado y esta Madre que os dio mi Divino Hijo Jesús a pie de la cruz sufre
por todos mis hijos, por los que se han apartado de mi Inmaculado Corazón, por
los que se llaman míos y de mi divino Hijo y cogen lo que les viene en gana
tanto en el Evangelio como en las manifestaciones que nos manifestamos, hijos
míos. Por tanto sacrilegio, tanta profanación.
¡Cuánto se pierde esta humanidad!
Porque las gracias de cada advocación caen como una
lluvia fina sobre la humanidad que las acoge y desgarra mi Inmaculado Corazón
en la otra gran parte de la humanidad que caen mis gracias y son pisoteadas por
la incredulidad del hombre, por su perversidad y su maldad, hijos míos.
Pero en verdad os digo, que las gracias que
derramamos tanto mi Hijo como yo so los tesoros más grandes que el hombre puede
obtener aquí en la tierra.
No hay tesoro más grande y que valga más que las
gracias que derramo en cada advocación y las gracias que derrama también mi
Hijo en sus advocaciones. Y que nuestros corazones se regocijan, se alegran
cuando llegan a los corazones llenos de nuestro amor, las guardan en sus
corazones y las hacen fructificar cumpliendo cada mandamiento que es la ley de
Dios. Rigiéndose por el Evangelio y los que acuden a los lugares donde nos
manifestamos llevando a cabo cada palabra, cada coma, cada interrogación, cada
punto, cada tilde, hijos míos, que vamos diciéndoos para el bien vuestro y de
la humanidad, para vuestra salvación. Porque como Madre que soy me preocupa la
salvación de mis hijos.
Y en verdad, mi Hijo es misericordia, pero también es
justicia y el hombre, incluso una gran mayoría de almas consagradas lo han
olvidado y hablan solamente de la misericordia de Dios y han aniquilado la
justicia. Y mi Hijo, el Padre y el Paráclito son justos y a cada hombre le da
según sus obras.
¡Ay, hijos míos, al aniquilar la justicia de Dios han
aniquilado el infierno y el purgatorio y en verdad os digo, que el purgatorio
existe y el infierno también!
Les fue mostrado a los pastorcillos de Fátima, hijos
míos, y a todos nuestros portavoces. Y os vuelvo otra vez a decir, que muchas
son las almas que diariamente caen al infierno, me creáis o no y al purgatorio.
Y el purgatorio no lo toméis, hijos míos, como si
fuera cualquier cosa porque no lo es.
En el purgatorio se sufre con los miembros que se han
pecado en la tierra. Es fuego purificador, son llamas, hijos míos.
Y mucho del purgatorio, muchas de esas llamas son las
llamas del infierno, pero con la esperanza y la certeza de que del purgatorio
se sale y del infierno no.
Orar mucho por las benditas almas del purgatorio,
refrescarlas con vuestras oraciones, con vuestros sacrificios, con las misas
ofrecidas a ellas, acortar, hijos míos, su purgatorio.
Son millares y millares de almas que hay en él y se
encuentran solos con su dolor, como si solamente estuviera esa alma en el
purgatorio.
No ser quejicas como os dice la portavoz, ofrecerlo
todo por ya que lo tenéis, unas veces mandado y permitido por Dios y otras
veces por vuestras cabezonerías. Ofrecerlo para reparar nuestros corazones, por
la conversión de los pobres pecadores, por las benditas almas del purgatorio y
por las vuestras para que, en verdad, esos sufrimientos den fruto, sea cual sea
el sufrimiento. Ya puede ser un sufrimiento, hijos míos, por enfermedad, por
moral, por problemas, etc.
Todo sufrimiento es malo, todo dolor es malo y duele
y desgarra. Es vuestra cruz llevarla con alegría, llevar la cruz alta y confiar
más en Dios.
Que el que pone toda confianza en Dios, hijos míos,
nada debe de temer y la cruz la puede llevar hasta el fin.
Y no pensar en cómo estáis, que si os duele esto, que
si os duelo lo otro porque nada más que estáis pensando en vosotros mismos y no
os dais cuenta que el hermano que está al lado, a lo mejor, está peor que
vosotros y no os preocupáis ni siquiera de preguntarles. Y, ¿sabéis por qué?
Porque vosotros, algunos pensáis que estáis peor que los demás y eso no es
verdad, hijos míos.
Hay algunos que están peor que todos los que os
quejáis y lo llevan con amor, lo llevan en silencio, lo llevan con fuerza
porque el Señor los sostiene y un alma en el grupo, que está aquí por la
voluntad de Dios, pero por lo que tiene hace tiempo que ya estaría gozando de
las delicias del cielo y no la oís quejarse porque ella confía plenamente en
Dios y nada le importa esta vida sino agradar a mi Divino Hijo, al Padre y al
Paráclito y hacer su santa voluntad y mi Hijo la llena de fuerza, de valor para
cumplir la misión que Él la ha dado, hacer vosotros lo mismo en vez de
quejaros.
¡Ay, hijos míos, levantar vuestros corazones,
levantar vuestra confianza y como un ramillete hermoso lleno de distintas
fragancias con vuestro amor y vuestra plena confianza depositarlo en el corazón
de mi Divino Hijo!
Y no estéis pendientes en lo que tenéis, hijos míos.
Y preocuparos más de lo que tienen los demás.
Os amo infinitamente y a todas os tengo cogidas en mi
mano como un ramo de flores, pero bello y hermoso porque mi Divino Hijo lo ha
embellecido y hermoseado, hijos míos.
Seguir con el rezo del santo rosario.
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