MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
8 MAYO DE 2017
Padre
Celestial
Hijos míos, vuestro Padre celestial se ha hecho
presente en medio de vosotros.
¡Ay, hijos míos, tan queridos y tan amados del
corazón de vuestro Padre!
¡Qué necios sois algunas veces cuando torcéis el
camino y os desviáis del que os ha trazado mi divino Hijo y mi divina Hija!,
¡la Inmaculada, con envidias, con rencores, con el querer figurar!
¡Figurar hijos míos, llamar la atención, con el
querer salirse con la suya y no hacer caso a nuestras palabras llenas de amor y
misericordia por cada uno de vosotros y vosotras, mis pequeñas y pequeños
hijos!
Cuando esto sucede desviáis el camino y camináis a la
izquierda por donde caminan los cabritos, hijos míos.
Entonces, el designio que tengo sobre vosotros no se
llega a cumplir plenamente por vuestra soberbia y ha llegado el momento y se
está viendo que, ¡ay de aquel y de aquella que no camine por el camino trazado
y por nuestras palabras!, ¡Nada le saldrá bien!
Y los males que acarreen esas desobediencias no
vienen dadas ni por Mí ni por mi Divino Hijo para reparar a vuestro Dios tres
veces santos y los corazones de Jesús y de Maria.
Son males que habéis traído por vuestra soberbia y
por vuestros pecados.
Por ello, está así el mundo, por la soberbia y el
pecado de toda la humanidad, hijos míos.
Quiero que esto os quede claro, caminar todos juntos.
Ser todos uno en Mí, en mi Hijo y en el Paráclito.
Seguir las huellas ensangrentadas de mi Divino Hijo
cueste lo que cueste, aunque sea lágrimas de sangre. Cada palabra, cada consejo
que se os da por vuestro bien y por vuestra salvación. Cada enseñanza, hijos
míos.
Si sois un rebaño escogido del cielo y pastoreado por
el Buen Pastor y la Divina Pastora, el sagrado Corazón de mi divino Hijo y el
Inmaculado Corazón de mi Divina Hija.
El rebaño camina junto y cuando alguna ovejilla se
dispersa porque se distrae o se pierde, la Divina Pastora y el Buen Pastor las
vuelve al rebaño, pero siempre juntas no haciendo lo que os venga en gana,
meteros esto en el corazón y no ser soberbios para evitar males mayores que os
puede acarrear la desobediencia. El creeros perfectos, el creer que lleváis la
razón y no la lleváis.
Y con ello, ponéis nuestras palabras, nuestras
enseñanzas, nuestro amor por debajo de vosotros y eso, hijos míos, no puede
ser.
¡Os amo tanto, que os tengo sentados como en la foto
estoy, en mi regaño y os doy la corona para que juguéis con ella porque no me
hace falta!
La corona que yo quiero son vuestras almas, vuestro
amor, vuestro consuelo para que vuestro Padre celestial pueda descansar en
vosotros y en vosotras, mis pequeñas y pequeños corderillas y corderillos
¡Cuántos os amo, hijos míos e hijas mías, si
supierais el amor de vuestro Padre!
Mi pecho se dilata y mi corazón se abre para
adentraros a todos los que estáis aquí en esta tarde y lo que, verdaderamente
no han podido estar, en mi corazón.
En él si sois fieles y camináis como os venimos
diciendo en mi corazón al igual que en el corazón de mi Hijo y de mi Hija,
vuestra Madre.
Se os evitarán peligros y muchos males que están
aconteciendo en la tierra y que vienen como marabunta más a ella, vosotros, hijos
míos e hijas mías, no sabéis los males, no sois conscientes porque no lo sabéis,
que hay en la tierra.
Enfermedades que vienen, al ser rota la capa de ozono
y enfermedades incurables, hijos míos, enfermedades que provocan con todas las
comidas que echan a los animales y los abonos a las plantas, hortalizas,
legumbres, frutas. Enfermedades también provocadas por las pruebas nucleares.
El pescado está casi todo enfermo, hijos míos, tener
cuidado con el pescado.
Y todo ello está en el aire. Por ello, están saliendo
enfermedades no conocidas que no tienen ni idea los médicos ni los grandes especialistas
porque son nuevas producidas por todos estos venenos. ¡Ay hijos míos, cuanto
mal están haciendo a esta tierra que con tanto amor os la di y os la puse a vuestro
servicio!
Para que todos os sirvierais de ella y para que todos
comierais de ella y los ricos avarientos, los poderosos, se han hecho dueños de
la mayoría de la tierra y dejan morir a la mayoría de mis hijos de hambre, de
frio porque no tienen un lugar donde reclinar la cabeza.
¡Ay, cuantas cuentas tienen que dar estos grandes,
que se creen grandes y son unos necios, unos hipócritas, avarientos, orgullos y
avarientos que solo piensan en ellos y en vivir ellos!
Para la mayoría de todos ellos no habrá piedad ni
misericordia porque están matando a sus hermanos de hambre y de frio.
Y mirar cómo está España, los que tenéis no os dais
cuenta, pero hay mucha hambre y mucha pobreza y también culpa de ello es el
gobierno porque no se preocupa de los que peor lo están pasando, hijos míos.
Por ello, por España a la que tanto ama mi Corazón y
será grande porque dentro de tanto dolor y tanta pobreza también da cobijo a
otras almas que vienen a ella. En las mismas circunstancias que la mayoría de
los españoles se encuentran.
Es España grande a mis ojos. Es España del Sagrado
Corazón, es España del Inmaculado Corazón de Maria y será muy castigada, claro
que si, porque tiene que ser purificada pero no llegará al extremo de otras
naciones.
Mi brazo va cayendo porque no puedo ver tanto dolor y
sufrimiento, tanta injusticia, tanto desamor, tanta soberbia contra mis hijos y
contra Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad y contra la
Inmaculada, hijos míos.
El látigo de mi justicia está azotando ya a la
tierra, poco a poco lo veréis y todo lo que se os ha dicho se va a ir
cumpliendo, palabra por palabra, coma, punto, interrogación. Todo se va a ir
cumpliendo, hijos míos.
Pedir mucho por la conversión de los pobre pecadores
porque el rigor de mi justicia cada vez será mayor.
Pedir mucho por los agonizantes porque se conviertan,
aunque sea en el último instante, aunque tengan que padecer todas las penas del
purgatorio pero que se salven estas almas que con tanto amor las cree y con
tanto amor tuve a cada una en mis manos. Ese es mi gran dolor, hijos míos, el
ver el desprecio de tantos hijos a su Padre, que prefieren al padre de la
mentira y de la iniquidad y encima van contentos al infierno.
¡Ay, vosotras madres, que sabéis de los dolores que
os pueden causar vuestros hijos con alguna enfermedad, con alguna cabezonería,
con otras tantas cosas y os duele tanto, pues fijaros a vuestro Padre que es
todo amor, que con infinito amor os creo a cada uno de vosotros y del mundo entero cuando
no quieren saber nada de Mi me rompen el corazón!
Cuando blasfeman contra mi Hijo, la Inmaculada,
cuando rompen las imágenes y el cuerpo de mi Hijo es pisoteado por los suelos.
¡Que dolor siente mi corazón, ya no puedo más, hijos
míos!
Estoy dando un corto tiempo, solo un cortito tiempo, aunque
mi justicia ya se está dando en la tierra, que me ha pedido la Inmaculada,
vuestra Madre, y ya no habrá más tiempo. Cuando se termine este poquito de
tiempo, que en él entra el Aviso y no hagáis caso a fechas, ni a meses, hijos
míos, ni a días.
Entonces, si en el Aviso, esta gracia tan inmensa y
tan grande, que he concedido a la Inmaculada, mi Hija Predilecta, no se
convierte la humanidad y seguidamente para que muchos no sean confundidos,
vendrá el Milagro. Entonces vendrán los tres días de tinieblas.
El día del castigo, donde la paja será echada al
fuego y las almas fieles serán puestas al lado de mi Hija y de mi Hijo.
La tierra pegará tal vuelco que nada de lo que habéis
visto en ella, hasta ahora, será igual. Después del vuelco, porque surgirá toda
bella y hermosa, purificada como cuando fue creada. Y en ella será todo amor,
paz y alegría. Será toda adoración y gloria a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios
Espíritu Santo y a la Inmaculada.
Por un tiempo, Jesús mi Hijo, María y José acamparán
entre vosotros, enseñándoos a como tenéis que vivir en esta tierra y a los que Yo
escoja como hijos predilectos, almas consagradas, les será enseñada como llevar
bien la iglesia, hijos míos.
Será un tiempo hermoso y bello, lleno de mi amor, del
amor de mi Hijo, del Paráclito y de la Inmaculada. Y en ese tiempo no habrá
dolor, ni muerte, ni lágrimas.
Porque la muerte será una adormilación como la de
Maria, y seréis llevados por los ángeles al cielo, los que estéis en ellas,
hijos míos.
Orar, orar y pedir con fe la segunda venida de mi
Hijo.
Y para que sea todo suavizado por mi mano y algunos
males quitados y para que la revolución en España sea muy corta, hijos míos,
porque pronto se dará en ella.
En el poder, la fuerza y la misericordia de Dios
Hijo.
En el poder, la fuerza, el amor, la misericordia y el
fuego del Paráclito
Y en la llama de amor del Inmaculado Corazón de mi
Madre, tu Madre, hija mía, mi Hija Predilecta, esta bendición los tres: el
Padre, el Hijo y el Paráclito te la hemos dado, por eso hemos dicho, mi Madre,
ha sido el Hijo, quien lo ha dicho, hija mía.
Quedad en mi paz y en mi amor.
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