MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
3 AGOSTO DE 2017
Nuestra Madre
¡Ay, hijas mías e hijo mío, si hubierais visto la
alegría y el gozo de nuestro Padre al veros llegar!
Ha sido aliviado el dolor y sufrimiento de la
ingratitud de un mayor número de sus hijos, como el hijo pródigo cuando llegó
al padre y fue abrazado y besado por él.
Así habéis sido cada una, abrazadas y
besadas por vuestro Padre y el mío celestial.
Todo sacrificio que hagáis no es nada con lo que vais
a recibir, hijos míos, que se os dará el ciento por uno.
Por favor, hijas mías e hijo mío, no abandonar la
oración, ser constantes para que todo sea suavizado y acortado.
Yo os prometo que, si venís, asiduamente, a este
lugar y me honráis en vuestros hogares como Madre, reina y capitana que soy
vuestra y de España, haré como hice en Lepanto. Daré la victoria a mi España
amada, dando muerte a los impíos, a los de corazón furo y corrompido que no
escuchan la llamada del Espíritu Santo en sus corazones.
Yo triunfaré con mi Hijo en España.
No tengáis miedo.
No os prometo la felicidad en esta tierra porque vais
a pasar mucho pero sí os la prometo en el cielo. Y todavía podéis ser
inmensamente felices en las situaciones que tenéis cada uno. Aceptarlas, pues
el Padre, mi hijo y el Paráclito saben de todas vuestras situaciones y es
permitido por la Trinidad para vuestro bien, para el bien de las almas y bien
de vuestros familiares, hijos míos.
Confiar plenamente en mi Divino Hijo, en el Padre y
en el Paráclito.
Yo no os prometo lujos pero al igual que el Padre se
preocupa de los campos, de las florecillas, de los animales que hay en el
bosque, en los campos y de los pajarillos y de alimentarlos. También y con mucha
más razón y amor se preocupa de cada uno de vosotras de que
no os falte lo necesario.
Ayudaros todas, ser todas una en mi divino Hijo. Que
se os conozca por el amor y por como os ayudáis, como los primeros cristianos.
Por el sacrificio que habéis hecho esta tarde, el
tiempo de la revolución y de la persecución a la Iglesia, a mi Hijo y a todos
vosotros va a ser acortado y todo suavizado. No os preocupéis de cuando tiene
que venir el Aviso y el Milagro sino preocuparos de estar en gracia, de que
vuestros corazones ardan de amor a Dios y al prójimo y de llevar a cabo cada enseñanza, cada
consejo que os hemos ido dando y os vamos dando, hijos míos.
Lo demás dejarlo en nuestros corazones.
En todos los alimentos del hombre van a crear grandes
epidemias, grandes pestes y enfermedades que el hombre no sabrá combatir y una
gran mayoría morirán de ellas.
No salir a la calle sin los sacramentales que ellos
os libran del maligno y de otros muchos males.
Guerra en España no se formará, pero una gran
revolución si, que será acortada por la intercesión de vuestra Madre.
Otras enfermedades trae el asteroide que viene a la
tierra. El sol que se está muriendo con sus llamaradas, todo provocado por el
hombre.
Grandes terremotos; se van a desencadenar tsunamis;
volcanes muertos volverán a ponerse en erupción. Otros volcanes que, ni el
hombre sabe, abrirán sus bocas y tragarán también ciudades y pueblos.
El mar se tragará toda la costa porque también
grandes huracanes surgirán en sitios donde no se han dado antes y volcanes
nuevos en el mar.
El polo se está deshaciendo, las aguas subirán y se
tragarán pueblos enteros.
Pedir, hijos míos, al Padre para que venga pronto su Hijo porque en verdad os digo que, si el
Padre no llama pronto al Hijo para que vuelva, la fe desaparecerá de la tierra.
Regiros por la tradición, por los mandamientos, los
Evangelios, los sacramentos. Acudir asiduamente al sacramento del perdón. Hacer
visitas a Jesús sacramentado, alimentaros de Él y venir a este lugar donde el
Padre y vuestra Madre os esperamos con los brazos abiertos. Ya sea año jubilar
o no.
Cada advocación de vuestra Madre es un propósito y
aquí estoy como vuestra Señora de la Asunción, reina y capitana de los
ejércitos de toda España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario