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lunes, 11 de septiembre de 2017

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

 22 AGOSTO DE 2017




Nuestra Madre
Vuestro Madre dolorosa con vuestro Jesús crucificado se ha hecho presente en medio de vosotros.
Mirar todo el dolor de vuestro Dios producido por los pecados de esta humanidad ingrata, desagradecida y malvada.
Os pido que tengáis presentes a tantos ancianos, que su hogar es una residencia.
Y muchos de esos ancianos carecen de las visitas de los hijos si los tienen o de los familiares.
¡Ay, hijos ingratos!, ¿qué habéis hecho con vuestros padres?
Tanto como se sacrificaron por vosotros. Los padres de entonces trabajaban y la mayoría de las madres estaban en casa cuidando de sus hijos, del marido y del hogar.
Y esas madres, tanto las que estaban en casa como las que estaban en casa y tenían que trabajar, todo lo han dado por sus hijos, tanto si estuvieran bien como si estuvieran mal.
¡Cuantas veces esas madres y padres se han ido a dormir sin poder llevarse un trozo de pan a sus bocas!
Y los hijos ingratos por comodidad, por evitarse problemas y no tener la responsabilidad de cuidar a su madre y a su padre los meten en las residencias.
Al igual, que han hecho con mi divino Hijo, con el Padre y el Paráclito, le han relegado a un lado como un estorbo y también les han metido en una residencia, olvidados de todos sus hijos,
¡Hijos ingratos, tanto de los padres de la tierra como de vuestro Padre en el cielo, como de vuestro salvador y del Paráclito!
Vuestros padres se sacrificaron por vosotros, mi divino Hijo dio la vida por vosotros, y, ¿a dónde le habéis llevado? Tanto a los padres como a mi divino Hijo y al Padre eterno, porque os estorban, a la residencia.
A los padres por no querer responsabilidad y vivir con libertad, según ellos, y son esclavos del enemigo.
No dando por sus padres, lo que dieron sus padres por ellos, ya estuvieran sus padres enfermos o no. Ahora todo son pretextos.
¡Que poco los hijos se sacrifican por los padres!, ¡Ay, cuántas cuentas vais a tener que dar a mi Hijo!
Con mi divino Hijo y el Padre y con el Paráclito ¿qué?
El corazón del Padre está desgarrado constantemente al ver el desamor que hay entre los hombres y a él. Mi divino Hijo saliendo al encuentro de los hombres, le empuja, le insultan, se ríen de él, le pegan manotazos, le escupen, laceran sus espaldas y le echan, echan a un lado como un estorbo, como a los ancianos, a la residencia. Al Paráclito que grita a los corazones callan su voz con toda clase de pecados, de lujuria, de asesinatos.
Todo es desamor en la tierra.
Y mi divino Hijo en estos tiempos sufre más que en el tiempo que fue apresado, maniatado, escupido y flagelado, tirado a un lado y a otro en los bordes de los caminos, golpeándose cuando llevaba con la cruz a cuestas. Cuando sin miramientos fueron rasgadas sus vestiduras para podérselas quitar y ser crucificado.
Cuando subió a la cruz, ¡ay, hijos míos, estamos en los tiempos peores que Sodoma y Gomorra!
Sodoma y Gomorra no es nada comparado con los tiempos que vivís, hijos míos.
No hay amor a Dios y tampoco hay amor en la tierra. Muchas de las familias son destruidas por la falta de amor y fuera de ellas mirar como están, hijos míos.
Todo es destrucción, todo es caos.
El hombre en su libertad cree que es libre y es esclavo de Satanás. Solo piensa en él, en vivir bien, en tener cada vez más, en estar cada vez más cómodo, pasar el tiempo en juergas.
Los jóvenes en discotecas y orgias. Al igual, que los no tan jóvenes y los ancianos. Los de la tercera edad que tenían que dar ejemplo, una mayoría, a sus hijos y nietos también viven a su libre albedrío, en libertinajes, en bailes, en lujurias. Y a eso, dicen, pasárselo bien. 
Si los vicios de los hijos, no de todos, pero de algunos, el mal vivir de esta juventud, de tantos hijos como tienen a los padres partidos los corazones. También el mal ejemplo de otros padres a sus hijos.
La vida ya no tiene ningún valor. El hombre se ha convertido en asesino de sus hermanos.
¡Cuántos Caínes hay en estos tiempos, hijos míos! La mayoría son Caines.
No le dan valor el hombre a nada, nada más que el vivir en la abominación de tanto pecado.
Los tiempos cada vez se agravan más y no esperéis que mejoren.
Los grandes de la tierra, los gobiernos, no miran nada más que por ellos solos. ¡Cuánto dolor podrían evitar a los pueblos! Pero no en esos dolores hay intereses para ellos por eso no terminan con el mal que otros hermanos hacen a tantos pueblos, hijos míos.
Si quisieran, podrían, liberar al mundo del terrorismo, pero no quieren.
Y mi Iglesia, la iglesia de mi divino hijo, el que está crucificado ante vosotros tampoco habla con cordura muchas veces, está tibia y a Dios hay que dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. No se puede defender lo que es pecado. El pecado sea cual sea tiene que ser condenado.
Se ha perdido en este mundo la ley por el que Dios rige a los hombres, los mandamientos.
Y, en verdad os digo que todo lo que predije y dije en La Salette todo se va a cumplir.
Y, se está dando ya cardenales contra cardenales, obispos contra obispos, sacerdotes contra sacerdotes. La confusión ya está en ella.
Porque se han desviado del verdadero camino y muchos han dado, hijos míos, más amor al poder, al tener que a Dios.
Mi Hijo no fundó una Iglesia en la abundancia. Mi Hijo fundó una iglesia en la pobreza, en la más pobreza con los discípulos que fueron pescadores y en esa iglesia, los cristianos se unieron y se conocían y se ayudaban unos a otros. Esa es la iglesia de Cristo. El ponerlo todo en común y darlo a los más necesitados. No el engordar sus panzas y sus bienes.
También hablé de las plagas, de las guerras, de las sequías, de las grandes hambrunas, de los grandes calores y de los grandes fríos y tantas y tantas cosas. Coger el mensaje de La Salette. Os lo dije ya hace tiempo y no me habéis hecho caso y tenerlo presente porque todo se va a cumplir.
Sólo la fe de los justos de los que nos aman e intentan llevar a cabo los mandamientos, se rigen por buenos sacerdotes y las almas dirigidas por nosotros en los grupos, sólo por ellos, puede que el Padre aplaque un poco su justicia, suavizando todo lo que viene. 
Y el Padre está desgarrado en ver a sus hijos ir a su libre albedrío, por el camino de la perdición y desgarrado aún más al ver que a su primogénito, Jesús, el hijo del Dios vivo no le hacen caso, sino que na y otra y otra vez es crucificado, es cargado con la cruz, es flagelado, es apresado y es desgarrado en Getsemaní.
Sólo por los justos y los santos que hay en este tiempo, porque algunos hay, los que viven escondidos solamente en la oración.
Los desconocidos son esos santos que, junto con ellos, todos los que os he mencionado, imploran al Padre y por ello su justicia, su ira y su cólera no ha caído todavía sin piedad sobre la tierra.
Amaros a vuestros padres todavía los que los tenéis que ellos os lo han dado todo, sin pediros nada a cambio y tenerlos siempre con vosotros.
Amar a Dios sobre todas las cosas y tenerlo en el mejor sitio en vuestros hogares, darle lo mejor de vosotros y no ser falsos judas, fariseos y arrinconarlo en un asilo. Darle el amor que le es negado en la mayoría de los hombres, darle vuestro corazón y todo vuestro ser sin miedo y hacer siempre lo que Él os diga.

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