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jueves, 9 de noviembre de 2017


MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

 2 SEPTIEMBRE DE 2017



Nuestra Madre
La Inmaculada junto con San Miguel Arcángel nos hemos presentes en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Hijos míos, mi Iglesia pide jornada de oración porque la oración es el incienso que llega al Padre y a nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones, pero llevada de la obediencia y mi Iglesia no ha obedecidos.
¿Cuántas veces no he pedido, no por Mí, hijos míos, sino por la humanidad? Que se proclamara el quinto Dogma y no han escuchado mi súplica para salvar a la humanidad.
Si hubieran aprobado esta petición y la hubieran proclamado el mundo no estaría como está ahora.
Muchos eventos hubieran sido quitados y la purificación hubiera sido suavizada porque el Espíritu Santo se hubiera derramado en todos los pueblos y en todos los corazones, hijos míos.
¿Cuántas apariciones está aprobadas, pero han desechado nuestros mensajes?
Han desechado la súplica que en estas apariciones se han dado y ni siquiera en las apariciones aprobadas han hecho caso a nuestras palabras.
Mi Iglesia hace lo que la viene en gana.
Y por ello, por no hacer caso, a lo que la Madre, reina de cielos y tierra, viene a decir a sus hijos, está el mundo como está.
¡Ay, mis almas consagradas!, ¡Ay, cardenales, obispos!, ¡Ay, algunos Papas!
¡Cuánta cuenta tendréis que dar de ellos al Padre! Los que se han ido ya las han dado, hijos míos.
Mi divino Hijo fundo la Iglesia y en ella puso pastores para pastorear el rebaño y llevarlo a Él y no dispersarlo como está ahora. Para que lo llevaran como mi divino Hijo lo llevó cuando estuvo en la tierra.
Cuando hay obediencia, la oración mueve montañas.
¡Cuántas veces no he pedido y sigo pidiendo el dogma para evitar tanto mal como hay en la tierra y viene a ella! Y los responsables cierran sus oídos a esta súplica y desobedecen a Dios, al no escucharla, hijos míos.
San Miguel viene para llenaros, de bendiciones, gracias y protecciones para todo lo que se va a desencadenar en la tierra a partir de otoño, si sois obedientes veréis el resultado de vuestras oraciones, de vuestras súplicas y de vuestras peticiones.
Los mensajes como os he dicho otras veces, se van a ir acortando, pues todo ya se os ha dicho.
Nuestra bendición nunca os faltará.
Nuestros corazones estarán con vosotros hasta el fin, pero no ser como mi iglesia, que coge lo que la conviene y lo demás lo desecha.
Orar mucho por la iglesia, orar amucho por el santo Padre, orar mucho por las almas consagradas.
Orar por la conversión de los pobre pecadores, hijos míos.
Orar mucho para que la Iglesia formada por mi divino Hijo llegue a ser pobre y humilde como cuando fue formada. Y no vivan en la opulencia y que repartan todo lo que tiene a los pobres, que mi Hijo no quiere a esta Iglesia tal y como está.
Fijaros en el santo Cura de Ars como vivía y en otros santos sacerdotes.
Ellos son el claro ejemplo de cómo tiene que ser la Iglesia de Cristo.
Vivir en la pobreza, en la castidad, en el amor a Dios y a sus semejantes.
Pedir para que la Iglesia vuelva a ser como fue al comienzo cuando fue fundada por mi divino Hijo y dirigida por vuestra Madre hasta que fui asunta al cielo.
El tiempo que queda es corto, pero si no hace caso mi Iglesia a los mensajes se hará largo porque en él habrá mucho sufrimiento.

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