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domingo, 30 de diciembre de 2018

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

19 OCTUBRE DE 2018



Nuestra Madre
Cada uno y cada una tenéis que cargar con la cruz que el Padre permite para ayudar a mi divino Hijo a llevar la cruz. También a los familiares y la de tantas y tantas almas que vagan sin pastor.
Pero no ver la cruz como una desgracia sino como una alegría porque habéis recibido la confianza del Padre y os tenéis que regocijar porque sus ojos os han mirado y os permiten llevar una milésima parte de la cruz que llevó mi Hijo. 
¡Alegraos y regocijaos por ese gran premio y privilegio y llevarla con amor!
La cruz permitida y dada por el Padre es llevadera y ligera porque os da la fuerza y el coraje y el amor para llevarla.
Las cruces pesadas son aquellas que el hombre se carga encima por ellos mismos por no llevar el camino recto, cumplir los mandamientos y regirse por el Evangelio.
Esas cruces impuestas por el hombre no por Dios son las pesadas y las no llevaderas.
Pedir mucho para que los hombres, aún, los que se llaman míos y de mis hijos hagan la voluntad de Dios, del Padre y no la de ellos. Para que las cruces permitidas por el Padre sean ligeras.
Pedir para que vayan por el camino recto que lleva a la vida eterna.
El corazón de vuestro Jesús y de vuestra Madre os ama. Y en ellos os lleva. 
Y cuando miráis con amor mi imagen, los ángeles que hay en vuestros hogares puestos por el Padre cogen el cáliz y lo derraman sobre vuestros hogares.
Confiar mucho en esta advocación, hijos míos e hijas mías, como confiáis en vuestros padres, las que los tenéis y las que no, en amigos. (Nuestra Señora de la Preciosa Sangre)
Venid a nosotros con confianza y con amor. Que cuando venís así, nuestros corazones se inflaman de gozo y sois abrasadas en el fuego del amor. 
Y lo que pedís, todo lo llevo al corazón del Padre, pero no siempre es en el momento en que vosotros lo pedís. 
El Padre, mi divino Hijo y el Paráclito saben en el momento en que os tienen que dar esa petición. Esperar con amor, con confianza y esperanza, que ninguna petición hecha con amor, con fe y con confianza se pierde, porque si se os da lo que estáis pidiendo para esa alma porque no le viene bien, en verdad os digo, que Jesús tiene otro plan y se le da lo que a esa alma le viene bien. 
Creerlo, hijos míos, porque es así. Nadie que pide con amor, con fe, con confianza y esperanza, nadie, ningún hijo nuestro se va con las manos vacías.
Y llevar las cruces con alegría y con gozo, bien altas como las llevó Cristo, mi divino Hijo, porque es una gracia que el Padre da al hombre, es un trocito de cruz, una milésima parte que el Padre pone en los hombres para la salvación de vuestras almas, de las almas que llevan las cruces, de familiares y de tantas y tantas almas. 
Que no tienen la gracia y que van camino del infierno, hijos míos. 
El Padre las da y cuando ve a las almas responder bien ante ellas se alegra con esas almas. Y se entristece con las almas que no las aceptan, que las tiran, el Padre las recoge de esas almas para dárselas para ayudar a reparar, a consolar a Jesús.
Y, si hija mía, esas almas que tiran sus cruces, cogen las cruces que ellos mismos se cargan. 
Cruces a veces imposible de llevar y que llevan sus almas a la muerte porque le quitan la vida. 
Las cruces que el Padre da, no quitan vida, la da en abundancia, hijos míos.   
Orar mucho por los desesperados, que muchas almas son las que se quitan la vida para terminar con los sufrimientos y no saben que el sufrimiento que les viene es aún peor, un sufrimiento que quema, que desgarra, que abrasa, que no cesa, y que estarán toda la eternidad con ellos, hijos míos.
Orar mucho por estas almas. Que quieren terminar de sufrir y lo que encuentran es el sufrimiento eterno. 
Os bendigo con grandes bendiciones, protecciones y gracias que manan de la Preciosa sangre de mi divino Hijo y la de vuestra Madre sobre vosotros, vuestros familiares y todas estas gracias también quedan, bendiciones y protecciones de la sangre del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo y de vuestra Madre sobre vosotros.
Nada podrá ni el enemigo ni sus secuaces, ni los vuestros, con la sangre de mi divino Hijo y de vuestra Madre.
Vosotros responder, tener fe, confianza y esperanza. Cuanta más tengáis, más poder, más gracia, más fuerza tienen las gracias, protecciones y demás que os estamos dando, hijas mías e hijos míos. Según la fe que tengáis así son las gracias que recibís. Y no porque las gracias no las demos a todos iguales, sino está en le fe que vosotros tenéis cada uno, hijos míos.
In nomine Patios, et Filie et Spiritus Sancti.
Todos habéis quedado bendecidos, protegidos y sellados en nuestra sangre con tantas gracias, bendiciones y protecciones que se os han dado en esta tarde, con todos los auxilios, socorros que necesitáis. 
Esta paz y este amor que viene del Dios Trino. Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. 
Hijas mías, hay tres personas distintas y un solo Dios verdadero, al que tenéis que amar, adorar, y glorificar. Ahora y por siempre. 
Las tres personas de la Santísima Trinidad jamás os fallan, siempre están ahí. Pero quiero, y el Padre quiere, y el Hijo quiere y el Paráclito quiere, que lo honréis en persona a los tres. Que le améis en persona a los tres. Pues personas son, distintas pero un solo Dios verdadero.
Dios Padre, creador. Dios Hijo, la Palabra y el Paráclito, el hacedor, que lo hace todo. Todo posible, en la voluntad del Padre, del Hijo y del Paráclito. 


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