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martes, 21 de enero de 2020

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES


22 NOVIEMBRE DE 2019




Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre se ha hecho presente formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados corazones. 
Gracias a todos los que habéis venido a honrar, amar, adorar y a reparar a vuestra Madre en la advocación de Nuestra Señora de la Preciosa Sangre y a mi Hijo crucificado por vuestros pecados y los pecados de la humanidad y a su sagrado corazón dolorido.
Hijos míos, termina este domingo el tiempo ordinario para pasar al Adviento.
Cada semana encenderéis vuestras almas y vuestros corazones con la luz de estas cuatro gracias tan grandes que os he mencionado. 
El lunes encenderéis vuestro corazón y vuestra alma con la luz de la fe. Practicar la fe en vosotros y en los demás.
La próxima será la luz de la paz y llevaréis la luz de la fe y la paz y ejercitaréis de manera especial la paz en vosotros y pediréis la paz para vuestro entorno y familiares y para todas las almas.
La próxima la esperanza igualmente, hijos míos e hijas mías, la encenderéis la tercera vela en vuestra alma y en vuestro corazón.
Practicando la esperanza para vosotros, para vuestros familiares y para todas las almas, pidiéndola para todas las almas y para todos vuestros familiares, hijas mías e hijos míos.
Y, la última, el amor, encenderéis esta vela en vuestra alma y en vuestros corazones en la llama de amor de mi Inmaculado corazón y del sagrado corazón de mi divino Hijo y practicaréis el amor junto con las tres velas y virtudes anteriores y pediréis el amor de Dios que venga a habitar los corazones de vuestros familiares y el corazón de todas las almas del mundo entero.
Estas serán las velas de adviento de este año, hijas mías e hijo mío.
Consolar nuestros corazones en este adviento y prepararos para recibir a mi divino Hijo, vuestro Jesús, el 25 de diciembre. Tiritando de frío por la dureza y el hielo de tantos y tantos pecadores.
Vosotros seréis el calor que reciba mi divino Hijo y el amor supliendo con ello, hijas mías e hijo mío, el desamor, el hielo, el pecado, la abominación de este mundo, de tanta ingratitud de la mayoría de nuestros hijos, en vez de darnos amor nos clavan espinas y dan latigazos a mi divino Hijo.
Y, lo vuelven a clavar en la cruz.
Estas navidades sean para vosotros, en verdad, la celebración del nacimiento del Hijo de Dios, del Hijo de vuestro Padre Celestial que se hizo hombre para enseñaros el amor, para enseñaros como comportaros y corregiros, para daros instrucciones que están en los Evangelios de cómo caminar cada día. Y, para redimiros del pecado y obteneros la salvación eterna, hijos míos.
Id en la paz y el amor de nuestros Sagrados e Inmaculados corazones. 


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