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martes, 21 de enero de 2020

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES


25 OCTUBRE DE 2019



Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Mamá del cielo junto con mi puro y casto José y el divino Infante nos hemos hecho presentes en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones. 
Y dedicado a honrar, a venerar, a glorificar y a adorar a la Sagrada Familia. A Jesús, a José y a vuestra Madre Miriam.
Os vuelvo a pedir que oréis mucho por las familias.
Una mayor parte de las familias están destruidas y nuestros corazones se desgarran al ver tanto dolor en estas familias. Tras vivir al margen de mi divino Hijo han quedado totalmente destruidas.
Orar mucho por las familias. Orar mucho también por vuestras familias pues el enemigo no se detiene ante ellas y quiere destruirlas todas, hijos míos. 
Orar mucho por vuestra patria pues mucho dolor y sufrimiento viene a ella. Pero orar de corazón, no con los labios, hijos míos, para que vuestras plegarias, vuestras oraciones, sean escuchadas.
Orar mucho por la Iglesia fundada por mi divino Hijo, la única verdadera.
Por el Papa y por las almas consagradas, pues hay una parte y muy grande de estas almas que están dormidas.
No hay otra religión, ni otra Iglesia verdadera. Sólo la que fue fundada por mi divino Hijo y llevada a cabo por los apóstoles después de su resurrección bajo las directrices de vuestra Madre, María.
Vuestra Madre ayudó a los apóstoles junto con el Paráclito a fundar la Iglesia que mi divino Hijo empezó.
Hijos míos, no aceptar otras religiones que no sea la católica y apostólica. No saliros de la tradición porque os podréis confundir con todo lo que está ocurriendo.
Porque os vuelvo a repetir, no hay nada más que una verdadera. Si aceptáis esas religiones, aceptáis esos ídolos a los que adoran. Y, herejías.
Pedir mucho por la Iglesia para que vuelva otra vez a las raíces de las que fue fundada y por las familias.
Las familias en la Iglesia, el enemigo de la discordia, de la mentira, Lucifer, las quiere destruir. 
Contamos con vuestras oraciones, vuestros sacrificios, ayunos y cumplimientos de los mandamientos de cada uno para poder salvar a las familias y para despertar a tantos aletargados que están dentro de la Iglesia, tantas almas consagradas, hijos míos. 
No perder la fe, la confianza y la esperanza pero ser astutos y no dejaros engañar.
Ir en paz, hijos míos e hijas mías. 

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