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martes, 21 de enero de 2020

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES


5 OCTUBRE DE 2019



Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre Inmaculada se ha hecho presente en medio de vosotros, en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
En este mes de octubre que ha empezado. Mes dedicado al Santo Rosario, os pido que no dejéis ni un día de rezar el santo rosario, mi plegaria favorita.
La cadena con la que, hijos míos, será amarrado Lucifer con todos sus secuaces y será echado al abismo de donde no podrá salir durante mil años hasta llegado el fin del mundo.
Un tiempo antes, hijos míos, por la rebeldía de los hombres que al igual que ahora se olvidarán, entonces, de Dios y volverá a acometer todas las atrocidades que está cometiendo ahora.
¡Ay, el hombre que pronto se olvida de Dios!
Y, no escucha nuestras palabras que por todos los lugares del mundo nos hemos manifestado para sacar al hombre del pecado y de los errores. Pero el hombre embrutecido nos ha despreciado, nos ha dado de lado y no quiere saber nada de Dios y menos de mí, la Inmaculada, hijos míos.
Orar mucho por la conversión de los pobre pecadores.
Se aproxima todo lo anunciado. 
Velar, no ser como las vírgenes necias y cuando venga mi Hijo os encuentre sin el aceite y las lámparas apagadas.
Mirar, se de todas, de todas vuestras tribulaciones, vuestros problemas, dolores y sufrimientos. Pero sois almas reparadores junto a mí, vuestra Madre, al pie de la cruz.
Agarraros fuertemente a la cruz y no soltaros de ella.
Por ello, se que a veces entre tantos agobios, dolores y sufrimientos invadidos por ellos ni siquiera podéis orar. 
Yo os pido, en esta tarde, sólo a las que os encontréis de esta manera o si no os da tiempo hacer toda la oración que no os agobies por ello. Pero eso sí, el Ángelus y el santo rosario, hijas mías e hijos míos, por favor, no dejarlo ni un día de vuestra vidas. 
Al igual, que ir al sagrario y a la santa misa diaria si podéis.
El cuerpo, a la que tenga fuerzas y no enferme, y si enferma tenga fuerzas para salir de esas enfermedades y mejoráis, lo alimentáis. Al igual, tenéis que alimentar el alma porque de igual manera enferma y la apartáis de Dios y puede caer al abismo, hijos míos. 
El cuerpo necesita el alimento pero el alma también para estar siempre en gracia, para estar siempre en la presencia divina de Dios para escuchar, hijos míos. Lo que el Espíritu Santo os diga en vuestro interior, para seguir en las huellas ensangrentadas de mi divino Hijo que es el camino recto y seguro para llegar a la gloria eterna. 

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