MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
9 DE OCTUBRE DE 2015
Jesús
Mi amor os traigo y os doy, vuestro Jesús en
Getsemaní, se ha hecho presente y en estos grandes momentos de oración, la Hora
Santa, mi corazón herido, entristecido y desgarrado ha sido consolado por
vosotras y vosotros, pequeños y pequeñas, hijos e hijitas mías.
Quiero, en esta noche, recordaros que cuando leáis
los mensajes, leerlos bien que vuestro Jesús habla claro y la mayoría, todos y
todas lo entendéis y darle otra interpretación que no es.
En verdad, que en algunos, pero muy pocos, mis
palabras a lo mejor no llegáis a entenderlas porque están ocultas a vuestras
mentes y todavía no ha llegado en momento de ser plenamente reveladas pero para
todos los demás son claros. Por lo tanto, leerlos tal y como están escritos y
no dar la interpretación que cada uno y cada una queráis de ellas.
Esto es lo que os quería decir en esta noche santa
pues más ya no os puedo decir de lo que os he dicho en ella.
Seguir reparando en vuestros hogares mi corazón y el
de mi Madre.
Acercaros a la cruz, tenderos a la cruz sin miedo que
no estáis solos. En Mí, en el medio del dolor está la felicidad si tenéis
confianza en Mí, porque la carga que lleváis, en Mí se hace ligera y suave.
No desalentaros y animaros y ayudaros unos a otros.
Solos no podéis caminar y sucumbiríais.
Al igual que cuando estuve crucificado al pie de la
cruz estaba mi Madre, Juan, María de Magdala y otras santas mujeres y algunas
más almas piadosas que me amaban pero que no estaban más cerca de Mí por miedo
a la represalia de los fariseos.
También vosotras y vosotros tenéis a mi Madre, me
tenéis a Mí, tenéis a vuestros ángeles,
a vuestros santos protectores y a vuestros familiares que tenéis gozando de la
vida eterna en el cielo.
Pero tenéis que creer y ser fuertes y no veniros
abajo. Mi carga es ligera en Mí y la felicidad no la encontraréis fuera de Mí.
En Mí encontrareis un pedacito de paraíso aquí en la
tierra, ya sea en la alegría o en el dolor porque en todo estoy Yo.
Os bendigo en esta noche, que se ha hecho santa, en
el nombre de mi Padre y mío, en el nombre de Jesús, el Hijo del Dios vivo, que
es el que os está bendiciendo y en el nombre del Paráclito.
Muchas almas, en esta noche que están agonizando, se
salvarán. Al igual que todas se han salvado en el transcurso de esta hora santa
tan amada de mi Sagrado Corazón.
Quedad en mi paz y en mi amor. Y creer y no interpretéis
los mensajes a vuestra manera sino según están escritos.
Os amo y os llevo en mi Sagrado Corazón al igual que
mi Madre os lleva en su Inmaculado Corazón.
Y las llagas de mi Divino Costado siempre está
abierta para que podáis entrar en ella.
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