MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
20 DE OCTUBRE DE 2015
Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre dolorosa al pie de la cruz
por mi Divino Hijo, desgarrado en mis brazos me he hecho presente en este
cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Hija mía, explica a tus hermanos y hermanas que ves.
Rosa
Veo un monte en el que está clavado tres cruces. La
del medio está desnuda, la de los lados hay un hombre en cada una, maniatados,
al igual que los pies.
Se deben encontrar muy mal porque les falta las
fuerzas para respirar.
Debajo de la cruz, veo un poco retirada de ella a la
Santísima Virgen toda vestida de negro con Jesús en brazos.
La Virgen le cubre con su manto, le besa, sus
lágrimas limpian su divino rostro. Le mece como si fuera un niño chiquitito, el
dolor y el desgarro de la Virgen es inmenso. No hay consuelo para Ella.
¡Con qué mimo, con que cuidado y amor sostiene en sus
brazos el cuerpo de su Hijo!
Va besando todo el cuerpo y con sus lágrimas le va
limpiando.
Nuestra Madre
Si, hijos míos e hijas mías, no ha habido ni habrá
dolor más grande en este mundo que el de vuestra Madre dolorosa.
Vosotras, madres que sufrís por vuestros hijos sabéis
un poquito, pero apenas nada, del dolor tan inmenso que sintió vuestra Madre al
ver a su Divino Hijo maltratado, despedazado como si fuera el más vil criminal.
Tantas mofas e insultos, escupitajos, golpes recibió
mi divino Hijo aún cargado con la cruz a cuestas hasta llegar a la cima del
Calvario. Y el mayor dolor para Él y para mí fue cuando le despojaron de sus
vestiduras.
¡Qué dolor tan inmenso para esta Madre! Al ver a todo
un Dios despojado, sin ningún miramiento de toda vestidura.
Pedí al Padre que aceptaran el velo que les tendía,
que cubrí mi cabeza para tapar a mi Divino Hijo un poco y no hacerle pasar
tanta vergüenza.
Y ahora no hay pudor ni vergüenza. Las mujeres, sobre
todo la juventud, van semidesnudas, sin ningún pudor, viviendo en orgías como
animales, peor que ellos.
Cayendo en toda clase de lujuria.
Da la mano, hija mía, a tu ángel.
Enmanuriel
Calma, hermanita, la Virgen, nuestra Madre quiere que
veas esto.
No tengas miedo que yo estoy contigo.
Rosa
¡Dios mío, otra vez!
Veo esta tierra desértica, donde no hay vida, todo
está muerto.
Hay un aire, no se como explicarlo, como si no te
dejara respirar. El olor a azufre invade este lugar.
Veo la boca del infierno.
¡Ay, por Dios, no me hagas entrar aquí!
Enmanuriel
No, hija mía, te vas a quedar aquí.
Rosa
Que mal huele, no se puede respirar.
Nuestra Madre
A ver hija mía, tranquila que tu Madre está aquí
contigo junto al ángel.
¿Qué ves?
Rosa
Veo una especie de bichos volando, no los he visto
nunca. Llevan almas. Se revuelven, quieren escapar de sus garras. Estas almas
no pueden, estos bichos que son demonios se ríen de ellas desencajadas, van
entrando con ellas en la boca del infierno.
A una la llevan de los pelos, a otras como piñizcadas
de un brazo.
Manuriel
Si, hermanita mía, estas son las almas de tanta
juventud que se pierden por el pecado de los vicios y el pecado de la carne,
que ni en los últimos momentos cuando han estado frente de la luz de nuestro
Señor han pedido perdón y han maldecido a nuestro Señor.
Rosa
¡Dios mío, pero si son muchas las que están cayendo
por esos bichos tan raros! ¡Dios mío
perdónalos Señor!
Nuestra Madre
Hija mía, no hay perdón para ellas. No solamente no
han perdido perdón a mi Hijo sino que le han maldecido.
Rosa
Ahora veo a los ángeles de la guarda de todas estas
almas tristes, llorosos, con las manos puestas en la cara. Con dolor por la
pérdida de las almas que nuestro Señor, el Padre, las dio para que las
protegieran y guiarán.
Nuestra Madre
Si, hija mía, el ángel de la guarda de cada alma, a
lo largo de sus vidas les sembró de luces, de remordimientos pero no hicieron
caso ni de las luces ni del remordimiento. Y cada vez se fueron más y más
cayendo profundamente en los pecados de los vicios y de la carne hasta llegar a
ser marionetas del enemigo Lucifer.
Rosa
¡Pobrecitos los ángeles como lloran!
Nuestra Madre
Ellos toda su vida les dieron amor y solamente
recibieron desprecios.
Querer mucho a vuestro ángel de la guarda. Hablar con
él. Contarle vuestra cosas. Pedirle ayuda, mandarle a los sagrarios donde mi
Hijo se encuentra solo para que le adoren por vosotros.
Ser agradecidos y agradecidas con vuestro ángel de la
guarda, que el está presto en todo momento a escucharos.
El es vuestra ayuda, vuestro auxilio, vuestro
socorro, vuestro consejero, vuestro confidente, que muchas veces os olvidáis de
él. Y el Padre os lo ha dado para que contéis también con él y para que le
hagáis caso a tantas luces como os dan.
Orar mucho por la juventud y orar mucho por los que
se llaman nuestros.
Que mira, hija mía, mira también como caen presas del
enemigo.
Mira como caen también por la boca del infierno.
Hija mía, no se puede servir a dos señores. Hay que
ser fiel a Jesús y a sus enseñanzas.
Rosa
Madre, veo también almas consagradas.
Nuestra Madre
Si, hija mía, también caen por no haber cumplido la
misión que mi Divino Hijo les dio en la tierra. Por no haber cumplido con su
ordenación sacerdotal.
Porque a cada uno y a cada una os pedirán según las
gracias que hayáis recibido. Al que más le da mi Divino Hijo más pide.
Orar mucho por las almas consagradas. Orar mucho
porque al infierno también caen cardenales, obispos, arzobispos y más en este
tiempo en que están haciendo a mi Divino Hijo y poniéndolo como un títere.
La palabra de mi Divino Hijo, su Evangelio, siempre
es actual. Al igual que los mandamientos.
El hombre no puede quitar ni poner lo que a él le
conviene. En este caso las almas consagradas y predicar una doctrina falsa.
El Evangelio es tal y como está escrito. Quieren
abolir por completo el infierno y el purgatorio, para la mayoría de ellos no
hay pecado porque a mi Divino Hijo sólo le han dejado la misericordia y su
justicia ha sido abolida. Pero aún, en la misericordia, ignorantes que sois unos
ignorantes, está la justicia de mi Divino Hijo.
Regiros por la tradición de vuestros padres, no
creáis que no hay infierno, como tampoco creáis que no hay limbo, como tampoco
lleguéis a creer que desaparece el purgatorio. Porque eso no es verdad.
Y al infierno caen más almas de las que vosotros y
vosotras creéis.
Orar mucho por las almas consagradas, por la juventud
y por lo que se llaman míos y de mi Divino Hijo.
Que se condenan más estas almas que las almas que no
conocen a mi Divino Hijo, se salvan más esas otras, las almas que no conocen a
mi Divino Hijo que las almas que le conocen.
Ser muy humildes y no soberbios. Amaros unos a otros
y ayudaros.
La paz y el amor y la misericordia de mi Jesús y el
vuestro desciende sobre vosotras y vosotros.
Podéis seguir orando pero con el corazón, que salga
de lo más profundo de él y gracias por desagraviar los dolores y las lágrimas
de vuestra Madre y el rostro dulcísimo y amorosísimo de mi Divino Hijo.
Pero quiero que saquéis ya las pajitas que algunas no
todas, algunas, lleváis en vuestro corazón, entre vosotros y vosotras os podéis
engañar pero a Él, mi Divino Hijo no.
Besar el crucifijo en reparación por vuestros
pecados, los de vuestros familiares y los del mundo entero y ahora seguir.
Y leer todos los días los mensajes y no meterlo en los cajones, que
nuestras palabras sonsiempre actuales y en ella estamos nosotros, que creéis
que por venir al cenáculo y rezar ya lo habéis hecho todo y NO, NO, NO. Si no
cumplís con lo que os estamos diciendo, el grupo de los Sagrados Corazones que
es una escuela de amor, en los colegios se estudian los temas y se aprenden,
¿no, hijos míos? Pues aquí coger todos los días un mensaje aprenderlo y
llevarlo a la práctica.
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