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domingo, 1 de enero de 2017

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
 

21 OCTUBRE DE 2016


Jesús
Mi amor y mi fuerza caen sobre todos vosotros.
Gracias, mis pequeñas almas, por haberos reunido en esta noche. Atraídos por la llamada de vuestro Jesús para acompañar y consolar en esta cruda agonía en que fui sumergido, en la cual pasaron ante mí todos los pecados de los hombres, pasados, presentes y futuros y todos cayeron para rescatar las almas, para reconciliarlas con el Padre y para obtener la vida eterna.
Ello me hizo sudar sangre por todos los poros de mi piel al ver que para una mayor parte de la humanidad, este sacrificio de amor iba a ser en vano.
El inocente, el puro, cargo con todas vuestras culpas.
La justicia del Padre cayó sobre mí sin piedad para poder pagar vuestro rescate y el rescate de toda la humanidad y reconciliaros con el Padre. Le perdisteis al igual que toda la humanidad la unión con Él, al entrar el pecado por el primer hombre y la primera mujer.
Pero que en vez del hombre haber expiado ese pecado fue cayendo cada vez más en pecados más terribles y más agonizantes hasta llegar a esta situación en que la tierra va a ser abolida con la justicia de mi Padre.
El trueno de la justicia va cayendo sobre vosotros.
Sólo las almas de los justos, de los que me amarían hasta el fin que me trajo Gabriel en el cáliz fueron las que me dieron las fuerzas para llegar hasta el fin, para dar por completo mi vida por todos los hombres y mujeres de todos los tiempos.
Hijos míos, que no os pase como a los apóstoles que, en vez de unirse a rezar, vencidos por Satanás, se aislaron unos de otros y fueron derrotados por el enemigo de las almas. Así os pasaría a vosotros también si no camináis unidos.
Manteneros unidos porque solos no vais a poder seguir y caeréis y os costaría mucho, mucho, mucho volver a levantaros.
Os pido unión, que estéis todos unidos para que todos seáis uno conmigo.
Orar y reparar por vosotros, vuestros familiares y por el mundo entero.
En esta Hora Santa mi sangre ha sido derramada sobre los presentes y sobre todos los objetos religiosos.
Ella será la fuerza que necesitéis en los momentos más difíciles por los que tengáis que pasar. En mi sangre derramada en Getsemaní, Yo os levantaré. Yo os abrazaré, Yo os curaré, en el Espíritu Santo obraréis.
El poder y el amor de Dios Padre desciende sobre vosotros.
La fuerza de vuestro Jesús, que es Él que os está bendiciendo, y mi amor desciende sobre vosotros.
El fuego y el amor del Paráclito desciende sobre vosotros.
Quedaos en mi paz y en mi amor y en la fuerza que os he dado bañados en la sangre que derramé en Getsemaní. 

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