MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
3 NOVIEMBRE DE 2016
Jesús
Hijos míos, mis pequeños hijos, hijos tan amados de
mi Sagrado Corazón, hijos tan queridos, os amo tal y como sois con todos
vuestros defectos, todas vuestras miserias, todas vuestras virtudes en mi
Sagrado corazón os llevo, muy dentro de él, mis almas tan amadas, almas
reparadoras de Jesús y de María.
Quiero que reparéis nuestros corazones, todos
nuestros dolores que están dentro de nuestros corazones, todo sacrilegio que
está dentro de nuestros corazones, toda profanación que está dentro de nuestros
corazones, todo dolor que producís y producen los hombres a nuestros corazones,
toda maldad que está creciendo a pasos agigantados contra vuestro Jesús y mi
Madre y que ese dolor está en nuestros corazones. En nuestros corazones se
encuentran todo el dolor que produce el hombre y que también nos producís
vosotros, hijos míos e hijas mías.
Nuestros corazones aunque están glorificados son de
carne como los vuestros y sufren y se llenan de dolor, se desgarran de dolor al
ver y sentir en nuestros corazones de carne semejantes a los vuestros que
nuestras llamadas han sido inútiles para una multitud de almas y que se van a
condenar, por su querer, hijos míos, no por el nuestro, que como un leproso,
llagado y desgarrado sale a estas almas para que se compadezcan de su Jesús,
ablanden sus corazones, se arrepientan y los pueda estrechar en mis brazos y
lavar sus pecados, sus almas en las llagas que llevo abiertas por los caminos y
ser purificados en mi Preciosa Sangre.
Pero no encuentro casi almas, solo desprecios y más
almas a las que llevo, hijas mías e hijos míos.
Quiero que seáis almas reparadoras, no solamente con
la oración sino con las obras y las acciones y no ser soberbias porque todos
sois soberbios.
Por más que os acrisolo en el crisol no agacháis el
cérvix y os levantáis envalentonados y algunas veces no os respetáis unos a
otros. Pero aun así os amo y os llevo dentro en lo más profundo de mi Sagrado
Corazón.
Pensar antes vuestras acciones, antes de cometerlas
porque estáis abusando del sacramento de la penitencia.
A él tenéis que ir contritos y arrepentidos y
resueltos a corregiros y a poner cada uno y cada una de vuestra parte, que no
lo ponéis.
Aquí en mayor soy Yo y mi Madre, no hay mayores que
nosotros.
Arrodillaos y pedir perdón por vuestros pecados que
siento pena y dolor que ni siquiera ante mi presencia inclináis vuestra rodilla
y soy un Dios cercano, un Dios de amor y misericordia. Me abajo a vosotros y os
estrecho a todos en mi corazón, pero no olvidéis que soy Dios y ante Mí toda
rodilla se dobla en el cielo y en tierra y eso lo habéis olvidado hijos míos.
Y ahora en vuestro interior pedir perdón a mi corazón
de carne como el vuestro que se dulcifica en cada alma que viene a Mí, hijos
míos.
El tiempo de mi misericordia se está terminando por
ello, quiero que tengáis antes que se termine el tiempo de la misericordia de
vuestro Dios que es el que os está hablando, la imagen de Nuestra Señora y Reina
del Sagrado Corazón.
Ella junto con mi Sagrado Corazón, con el Inmaculado
Corazón de mi Madre en la advocación de nuestra Señora de la Preciosa Sangre
aplacaremos la justicia divina que está pronto a caer sobre esta tierra y sobre
los impíos. Sobre los buenos y sobre los malos. Purificación para los buenos,
salvación o condenación para los malos.
Ella es el Acordaos.
Esta imagen es portentosa en los casos difíciles e
imposibles y a ella os consagraréis todos y a vuestras familias para una mayor
protección.
Porque ¡Ay, hijos míos e hijas mías, no sabéis muy
bien lo que os viene!
Los ángeles tiemblan ante tanto dolor y sufrimiento
como ha provocado el hombre y el trueno de la justicia está tocando a empezar.
¡Cuántas veces, hijos míos, os he dicho que compréis
lo necesario para este tiempo que viene, no lo voy a repetir más!
Lo sabréis por los medios de comunicación, por algún
alma escogida que Yo avisaré en su momento del gran Aviso.
Y por la gran cruz blanca en el cielo.
Vais a tener más señales de las que el hombre se
merece porque mi justicia, la justicia del Padre, también es misericordia.
Os bendigo, hijitos míos, con muchas gracias,
protecciones y bendiciones especiales para estos tiempos que vais a empezar a
ver y vais a empezar a vivir, hijos míos.
El poder, el amor y la misericordia de Dios Padre
desciende sobre vosotros y los objetos religiosos.
El poder, el amor y la misericordia del Buen Pastor,
vuestro Jesús, el Hijo del Dios vivo desciende sobre vosotros.
El poder, el amor, la misericordia y el fuego del
Paráclito desciende sobre vosotros y los objetos religo
Con estas gracias, bendiciones y protecciones que os
he mencionado y muchas más.
Quedad en mi paz y en mi amor, hijos míos.
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