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jueves, 5 de marzo de 2015

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

20 DE ENERO DE 2015



Jesús
Mi Madre Dolorosa y vuestro Jesús llagado, nos hemos hecho presentes en este cenáculo formado y dirigido por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
¡Ay, hijos míos, como los apóstoles no habéis entendido nada!
Mi pasión en Getsemaní no fue por flaqueza. Yo ardía, mi corazón se encendía en llamas por amor, por dar la vida por cada uno de vosotros y de todo el género humano.
¡Cómo se ve que no repasáis los mensajes!
Ante Mí, se presentó las negaciones que iba a sufrir a lo largo de todos los tiempos por los hombres. Las traiciones, los sacrilegios, las bofetadas, las blasfemias, la pérdida de tantas y tantas almas por las que Yo iba a dar hasta la última gota de mi sangre y eso fue y muchas cosas más lo que produjo el exudado de sangre en mi cuerpo.
El dolor desgarrador de tantas almas para las cuales mi pasión y mi sangre iba a ser inútil.
Aparta de Mí este cáliz, aparta Padre de Mí, la amargura y el dolor de ver caer al infierno a tantas almas en las cuales mi sangre preciosa iba a ser despreciada y por lo tanto la perdición de sus almas.
Cuando vino Gabriel con el cáliz a consolarme, ¿sabéis lo que había en ese cáliz? Las almas de los justos, de todos los tiempos, en las cuales iba a ser consolado, iba a poder reposar mi cabeza, me iban a dar tanta gloria, tanta bendición, y tanto amor que por ellas y vosotras me fortalecí para llegar hasta el final de la pasión y salvar vuestras almas y las de tantas y tantas almas juntas a lo largo de los tiempos.
Ello me dio la fortaleza para levantarme y presentarme ante los soldados y el traidor. Allí, en esa copa estabais vosotras y vosotros, hijos míos e hijas mías, junto con todas las almas que se iban a salvar.
Y, os vuelvo a repetir, me disteis y me dieron la fuerza para llegar hasta el final, hasta la cruz, en la cual di hasta la última gota de mi sangre para vuestra salvación y de todo el género humano.
Orad, orad para que no caigáis en la tentación. La oración es vuestra fuerza para seguir adelante, es el alimento de vuestras almas para seguir pisando en mis huellas ensangrentadas, yendo por el camino estrecho que llega a Mí, al Padre y al Paráclito.
Hijos míos e hijas mías, junto con la Santa Misa, la comunión de mi cuerpo y de mi sangre y el santo rosario y el amor, la caridad y la humildad.
¡Cuántas almas solamente se salvan por el amor que hay en ellas a los demás!
Ser muy humildes, misericordiosos unos con otros, caritativos y amar a vuestro Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a vosotros mismo.
No hacer al hermano lo que no queréis que os hagan a vosotros que muchas veces lo hacéis.
Ya os he dicho que el camino que lleva a Mí, el camino de la luz es estrecho, recto y seguro.
Haceros muy pequeños, muy pequeños, muy pequeños, muy pequeños, para haceros grandes ante Mí.
Pero os quiero muy, muy, muy, muy bondadosos. Muy llenos y llenas de caridad y de amor, de mansedumbre, de paciencia, de fe, de confianza y de esperanza
Ser todos uno en Mí, vuestro Jesús, como una piña madura que no hay quien la abra sin hacer, dura, injertados todos y todas a la vid que soy Yo y vosotros y vosotras los sarmientos.
Gracias os damos por el sacrificio de acudir a nuestra llamada y consolar a vuestro Jesús y a mi Madre y vuestra dolorosa.

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