MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
20 DE ENERO DE 2015
Jesús
Mi Madre Dolorosa y vuestro Jesús
llagado, nos hemos hecho presentes en este cenáculo formado y dirigido por
nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
¡Ay, hijos míos, como los
apóstoles no habéis entendido nada!
Mi pasión en Getsemaní no fue por
flaqueza. Yo ardía, mi corazón se encendía en llamas por amor, por dar la vida
por cada uno de vosotros y de todo el género humano.
¡Cómo se ve que no repasáis los
mensajes!
Ante Mí, se presentó las
negaciones que iba a sufrir a lo largo de todos los tiempos por los hombres.
Las traiciones, los sacrilegios, las bofetadas, las blasfemias, la pérdida de
tantas y tantas almas por las que Yo iba a dar hasta la última gota de mi
sangre y eso fue y muchas cosas más lo que produjo el exudado de sangre en mi
cuerpo.
El dolor desgarrador de tantas
almas para las cuales mi pasión y mi sangre iba a ser inútil.
Aparta de Mí este cáliz, aparta
Padre de Mí, la amargura y el dolor de ver caer al infierno a tantas almas en
las cuales mi sangre preciosa iba a ser despreciada y por lo tanto la perdición
de sus almas.
Cuando vino Gabriel con el cáliz
a consolarme, ¿sabéis lo que había en ese cáliz? Las almas de los justos, de
todos los tiempos, en las cuales iba a ser consolado, iba a poder reposar mi
cabeza, me iban a dar tanta gloria, tanta bendición, y tanto amor que por ellas
y vosotras me fortalecí para llegar hasta el final de la pasión y salvar
vuestras almas y las de tantas y tantas almas juntas a lo largo de los tiempos.
Ello me dio la fortaleza para
levantarme y presentarme ante los soldados y el traidor. Allí, en esa copa
estabais vosotras y vosotros, hijos míos e hijas mías, junto con todas las
almas que se iban a salvar.
Y, os vuelvo a repetir, me
disteis y me dieron la fuerza para llegar hasta el final, hasta la cruz, en la
cual di hasta la última gota de mi sangre para vuestra salvación y de todo el
género humano.
Orad, orad para que no caigáis en
la tentación. La oración es vuestra fuerza para seguir adelante, es el alimento
de vuestras almas para seguir pisando en mis huellas ensangrentadas, yendo por
el camino estrecho que llega a Mí, al Padre y al Paráclito.
Hijos míos e hijas mías, junto
con la Santa Misa, la comunión de mi cuerpo y de mi sangre y el santo rosario y
el amor, la caridad y la humildad.
¡Cuántas almas solamente se
salvan por el amor que hay en ellas a los demás!
Ser muy humildes, misericordiosos
unos con otros, caritativos y amar a vuestro Dios sobre todas las cosas y al
prójimo como a vosotros mismo.
No hacer al hermano lo que no
queréis que os hagan a vosotros que muchas veces lo hacéis.
Ya os he dicho que el camino que
lleva a Mí, el camino de la luz es estrecho, recto y seguro.
Haceros muy pequeños, muy
pequeños, muy pequeños, muy pequeños, para haceros grandes ante Mí.
Pero os quiero muy, muy, muy, muy
bondadosos. Muy llenos y llenas de caridad y de amor, de mansedumbre, de
paciencia, de fe, de confianza y de esperanza
Ser todos uno en Mí, vuestro
Jesús, como una piña madura que no hay quien la abra sin hacer, dura,
injertados todos y todas a la vid que soy Yo y vosotros y vosotras los
sarmientos.
Gracias os damos por el
sacrificio de acudir a nuestra llamada y consolar a vuestro Jesús y a mi Madre
y vuestra dolorosa.
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