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martes, 24 de marzo de 2015

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

10 DE FEBRERO DE 2015


Rosa
Veo a Jesús y en la mano izquierda tiene su sagrado corazón y la otra mano la tiene extendida, ahora veo también a la Virgen que viene, vestida de morado; la túnica es morada y el manto negro, se arrodilla ante Jesús y le besa los pies, Jesús se agacha un poco, coge la mano a su madre y la levanta; la Virgen también trae el corazón rodeado de gruesas espinas.
Veo descender a los ángeles que traen un cáliz y Jesús les dice, entregárselo a mi  madre, la Virgen coge el cáliz con mucho amor, lo lleva a su pecho y lo adora, luego vuelve con el brazo y lo extiende, la copa burbujea sangre, que va cayendo lentamente.
Ven Espíritu Santo, ven sobre mi, por medio de la poderosa intersección del Inmaculado corazón de María, tu amadísima esposa Jesús; 

Jesús
Todo el que me llama y me busca me encuentra, las puertas de mi Divino Corazón están abiertas para todos, y a todos, hijos míos, a todos los que venís a Mí, os introduzco en mi divino corazón, y mi divina misericordia se derrama sobre todos vosotros curando vuestras heridas y fortaleciendo vuestro espíritu.
Yo soy el buen pastor y a todos os he traído con amor y dulzura, salgo siempre al encuentro de la oveja descarriada o perdida, y cuando la encuentro y oigo sus quejidos me acerco a ella, la llamo por su nombre sin  reproches, y la cojo en brazos y mi amor y mi infinita misericordia la hacen ver lo ciega que ha estado, y exclama ¡Padre perdóname por mi ceguera y  rebeldía!
Pero, todo, hijitos míos se consigue con amor, bondad y dulzura; y Dios emplea de infinita bondad y paciencia con todos, soy infinitamente misericordioso con todos, pero no olvidéis que también soy justo; y mi justicia es empleada con todos aquellos que no cesan de hacer mal, y que ya han tomado su decisión de no al bien y a Dios.
Pero aún así, hijos míos, hasta el último momento sigo teniendo clemencia y misericordia por todos ellos.
Orar mucho por la conversión de los pobres pecadores, ellos también son mis hijos y nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones están terriblemente lacerados de dolor por la perversidad y maldad que hay en ellos.
Y rezad también vosotros por vuestros hijos, para que os ayudemos a perseverar y a seros fieles hasta el fin, y poned cuidado en todo lo que hacéis y habláis, nadie puede decir estoy salvado, sino hasta llegar al final del camino, cuando muráis en la carne y estéis en mi presencia.

Nuestra Madre
Hija mía, la Inmaculada Concepción, la reina y madre de todos los pueblos de la tierra se hace presente en éste grupo de oración.
Vengo a él, con mi manos extendidas, derramando sobre cada uno de los que estáis aquí presentes gracias para que podáis cumplir cada uno de vosotros la voluntad de Dios, y con lo que Dios os tiene reservado a cada uno de vosotros.
Mi Inmaculado Corazón, hijos míos, sigue sufriendo al pie de la cruz de mi Divino Hijo, por cada hijo rebelde que ha olvidado la pasión y muerte de mi Divino Hijo, que ha olvidado a Jesús que vino a la tierra para vuestra salvación, que con su pasión y muerte os rescato del pecado y de la muerte eterna; que con su muerte y resurrección os abrió las puertas del cielo para que un día, cuando estéis llamados a su presencia podáis gozar de Dios eternamente en el cielo.
Que su pasión y muerte la pasó por cada hombre y mujer, asumió sobre él todos los pecados del mundo, mi Divino Hijo, el inocente, el santo sobre todos los santos y el hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad os trajo la salvación.
Y, vosotros, hijos míos, ¡qué poco meditáis, cada escarnio, cada gota de sangre que derramó mi Divino Hijo, vuestro salvador por cada uno de vosotros!
Mi Inmaculado Corazón está triste y cruelmente dolorido viendo como caéis en el olvido, el desagradecimiento por lo que mi Divino Hijo padeció por cada uno de vosotros; tenéis muchos de vosotros un corazón tan duro que nada os conmueve, y los que causan más dolor a nuestros adorados Inmaculados Corazones son aquellos que os llamáis cristianos y hacéis lo contrario a lo escrito en los evangelios y en los mandamientos.
 

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