MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
7 DE FEBRERO DE 2015
Jesús
¡Que la Paz y el amor de todo un
Dios, tres veces santo, inunde este hogar, este cenáculo, vuestros hogares y a
todos vuestros familiares!
Vuestro Jesús junto con mi Madre
y la vuestra, la Inmaculada, nos hemos hecho presentes en este cenáculo,
formado por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Yo soy la luz que alumbra las
tinieblas, el que vive en Mí no está en oscuridad.
Hijos míos, hijas mías, mi
Sagrado Corazón se derrite de amor por cada uno de vosotros, los escogidos de
vuestro Dios.
Soy Yo el que os he escogido, no
vosotros a Mí. Por ello, tenéis más responsabilidad. Por ello, os exijo más
perfección.
Consolar a vuestro Jesús
afligido, llagado y despreciado, rechazado en tantas almas a las que salgo a su
encuentro y ¿qué recibo? Desprecio, bofetadas y salivazos.
Vosotros y vosotras sois mi
consuelo y el consuelo de vuestro Jesús tiene que ir creciendo en perfección
sino, ¿donde puede vuestro Jesús reclinar su cabeza?
¡Os amo tanto que en vosotros me
desahogo pero no para que juzguéis ni critiquéis, el que juzga soy Yo!
Vosotros y vosotras orar, orar por
las almas que desprecian a vuestros Jesús.
Orar por las almas que me
rechazan que no me conocen. Orar por vuestros familiares. La oración es lo más
grande, el poder más grande para atraer a las almas y traerlas a Mi,
recordarlo.
Hijos míos, la palabra de vuestro
Dios no es palabra muerta, ni pasada de moda es siempre actual.
En verdad os digo que todo se
está cumpliendo. El tiempo que queda a la tierra tal y como la conocéis es un
soplo de vuestro Jesús. Mi venida está cerca, estoy viniendo entre las nubes,
rodeado de ángeles para plantar mi tienda en medio de vosotros.
Consolar el corazón dolorido de
vuestro Jesús, darme lo que me es negado en otros hijos para tener un poco más
de tiempo y derramar misericordia en todos ellos.
Todavía no he perdido la
esperanza de que algunos vuelvan a Mí. Tiempo de muchos sufrimientos y dolores estáis
viviendo y vienen, pero los que vivís en Mí, en mi Madre, en el Padre y en el
Paráclito a nada tenéis que temer.
Todo se os ha dado para estos
tiempos. ¿Qué padre no protege a sus hijos cuando ve que algo malo va a venir?
Todo padre bueno de la tierra lo hace.
¡Cómo mi Padre y el vuestro no lo
va a hacer por vosotros, sus pequeñuelos, os llama, sus niños y niñas!
Pedir diariamente a mi Madre a
través de al oración que os dio, que derrama su sangre y la mía sobre vosotros,
vuestros familiares, sobre los que pedís, que lo estás haciendo muy bien hija y
sobre el mundo entero.
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