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martes, 24 de marzo de 2015

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES

7 DE FEBRERO DE 2015



Jesús
¡Que la Paz y el amor de todo un Dios, tres veces santo, inunde este hogar, este cenáculo, vuestros hogares y a todos vuestros familiares!
Vuestro Jesús junto con mi Madre y la vuestra, la Inmaculada, nos hemos hecho presentes en este cenáculo, formado por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Yo soy la luz que alumbra las tinieblas, el que vive en Mí no está en oscuridad.
Hijos míos, hijas mías, mi Sagrado Corazón se derrite de amor por cada uno de vosotros, los escogidos de vuestro Dios.
Soy Yo el que os he escogido, no vosotros a Mí. Por ello, tenéis más responsabilidad. Por ello, os exijo más perfección.
Consolar a vuestro Jesús afligido, llagado y despreciado, rechazado en tantas almas a las que salgo a su encuentro y ¿qué recibo? Desprecio, bofetadas y salivazos.
Vosotros y vosotras sois mi consuelo y el consuelo de vuestro Jesús tiene que ir creciendo en perfección sino, ¿donde puede vuestro Jesús reclinar su cabeza?
¡Os amo tanto que en vosotros me desahogo pero no para que juzguéis ni critiquéis, el que juzga soy Yo!
Vosotros y vosotras orar, orar por las almas que desprecian a vuestros Jesús.
Orar por las almas que me rechazan que no me conocen. Orar por vuestros familiares. La oración es lo más grande, el poder más grande para atraer a las almas y traerlas a Mi, recordarlo.
Hijos míos, la palabra de vuestro Dios no es palabra muerta, ni pasada de moda es siempre actual.
En verdad os digo que todo se está cumpliendo. El tiempo que queda a la tierra tal y como la conocéis es un soplo de vuestro Jesús. Mi venida está cerca, estoy viniendo entre las nubes, rodeado de ángeles para plantar mi tienda en medio de vosotros.
Consolar el corazón dolorido de vuestro Jesús, darme lo que me es negado en otros hijos para tener un poco más de tiempo y derramar misericordia en todos ellos.
Todavía no he perdido la esperanza de que algunos vuelvan a Mí. Tiempo de muchos sufrimientos y dolores estáis viviendo y vienen, pero los que vivís en Mí, en mi Madre, en el Padre y en el Paráclito a nada tenéis que temer.
Todo se os ha dado para estos tiempos. ¿Qué padre no protege a sus hijos cuando ve que algo malo va a venir? Todo padre bueno de la tierra lo hace.
¡Cómo mi Padre y el vuestro no lo va a hacer por vosotros, sus pequeñuelos, os llama, sus niños y niñas!
Pedir diariamente a mi Madre a través de al oración que os dio, que derrama su sangre y la mía sobre vosotros, vuestros familiares, sobre los que pedís, que lo estás haciendo muy bien hija y sobre el mundo entero.

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