MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
19 FEBRERO DE 2016
Jesús
Una vez más de los poros de mi piel mana sangre, del
dolor infinito porque no hay dolor en el mundo tan grande y tan
inmenso como el de vuestro Jesús. Este dolor provocado por la perversidad del
hombre.
Este mundo se ha llenado de tinieblas y no reconoce
la luz y cada vez más las tinieblas se van más oscureciendo.
En estos tiempos, más que en otros, soy traicionado,
soy apaleado, soy burlado, escupido, flagelado, coronado de espinas. En estos
tiempos, más que en otros, me cargan la cruz con más impiedad y me depositan
en ella con más violencia y crudeza.
¡Ay, mi Iglesia, que la formé con tanto amor y no me
arrepiento de ello!
Ella es inmaculada y pura, no la mayoría de los que
la rigen.
¡Ay, pastores de mi Iglesia que habéis abandonado
vuestra labor que era servirme a Mí, vuestro
Dios y a las almas!
Y habéis dispersado mi rebaño y habéis contribuido a
la pérdida de tantas almas.
¡Ay, almas asalariadas! Almas consagradas que os
habéis decantado por el poder y habéis perdido la fe y os habéis vuelto cómodas
y relajadas y habéis puesto y quitado lo
que os ha venido en gana, os habéis relajado tanto que el enemigo ha hecho
morada en vosotros. Unos por cobardía y otros por miedo y otros porque son
amenazados no han proclamado la verdad, no han corregido al pecador, no han
puesto tope al entrar en mi Iglesia, en mi templo y todo vale dentro de ella.
Almas irreverentes que entran al templo.
Rosa
¡Ay, Dios mío! Veo las mujeres con escotes que se les
ve casi hasta el pecho, las faldas cortas, sus cuerpos provocativos con mallas,
etc.
Tanta irreverencia en la casa de Dios y el Señor en
el sagrario se retuerce de dolor. Los hombres en verano con pantalones cortos y
sin ningún decoro, tanto los hombres como las mujeres.
Jesús
Todo ello, hijos míos ha sido permitido en mis
templos por el letargo de mis almas consagradas. La mayoría no creen ni en el
infierno, ni en el purgatorio, creen que todo estas salvados y predican un
cielo sin cruz, un cielo en el que tiene cabida toda la humanidad hagan lo que
hagan porque Yo, les perdono.
Pero hijos míos, ¿cómo voy a perdonar al hombre si no
se arrepiente y viene y me pide perdón?
En la parábola del Hijo pródigo en la que mi Padre
salía al camino del hijo perdido, lloraba, sufría y se angustiaba por él, pero
Él no podía ir donde estaba el hijo, sino el hijo tenía que venir al Padre
arrepentido y entonces obtenía el perdón de mi Padre.
Así ha sido, así es y así será por siempre
¿Cuántas almas consagradas, cuántas predican con los
mandamientos?
¿Cuántas hablan de ellos?
Mi cuerpo es vilmente profanado con el permiso de mis
almas consagradas al coger mi cuerpo almas que no son consagradas y darme a
otras almas al igual que cuando los fieles me cogen con sus manos.
No comulgar de vuestro Jesús de manos que no están
consagradas y ungidas por el sacramento del sacerdocio.
No permitir que hijos, nietos, etc, sean bautizados
por almas que no sean almas consagradas, sacerdotes.
Al igual que recibir el sacramento del matrimonio y
otras cosas igual.
¡Que dolor, que angustia me produce todo ello!
Mi cuerpo pasa de mano en mano como se va al
supermercado y se va cogiendo de un sitio y de otro.
Los sacramentos, la mayoría, ya los puede dar
cualquiera, nombrados por el obispo. No, no y no.
Solamente mi cuerpo y mi sangre debe ser dada por un
alma consagrada al igual que el recibir los sacramentos y más os digo: las
mujeres nunca han subido al altar a leer ya lo dije al principio de empezar
con los mensajes. Fuera mujeres de mi
altar.
Que habéis convertido mi Iglesia en una cueva de
ladrones por ello es por lo que está el mundo así. (por todo lo que esta
ocurriendo dentro de la Iglesia)
Hijas mías e hijo mío, gracias por venir junto a mi
Madre a reparar un viernes más a vuestro Jesús, el dolor de todo un Dios dado
constantemente al amor por todos los hombres.
He querido, en esta noche, que me acompañarais con
los apóstoles, los discípulos, Mi Madre y las santas mujeres en mi agonía en
Getsemaní y que entendierais cuando os pido algo, un rosario o que tengáis
alguna imagen, etc, que no es por mi querer, ni porque me complazca en ello
sino porque en estos rosarios está el dolor y la agonía de mi Madre en
Getsemaní, junto al dolor y la agonía de vuestro Jesús en Getsemaní unido,
fundido en uno.
No podéis abandonar el sacramento de la penitencia,
ir frecuentemente a él. En él os espero, os perdono, os reconcilio con el Padre
y os abrazo y os llevo a mi corazón.
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