MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
30 ABRIL DE 2016
Nuestra Madre
Hijos míos, vuestra Madre Inmaculada junto con mi
Jesús y el vuestro nos hemos hecho presentes en este cenáculo formado por
nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Hijos míos, vuestra Madre viene llena de dolor por
todo el sufrimiento del género humano. Mi corazón se desgarra de dolor al ver a
tantos y tantos hijos con tanto dolor y sufrimiento pero ni siquiera con este
dolor y sufrimiento que cargan vuelven sus ojos a Dios.
Madres, que sabéis el dolor que causan vuestros hijos
en vuestros corazones cuando sufren y más cuando no se dejan llevar por
vuestros consejos buenos y sabios y no hacen caso de ellos, os sentís
impotentes ante el dolor de vuestros hijos porque no cogen el remedio que les
dais, así me siento Yo al ver a mis hijos casi llegada a la desesperación y en
vez de pedir ayuda echan la culpa de sus males a Dios.
Mi corazón queda traspasado de dolor al ver tanta
ingratitud, tanto desamor al Padre que los ha creado y que esta con los brazos
abiertos, esperando una palabra de amor para aliviar sus males, para llenarlos
de fuerza y para llevarles el arrepentimiento y obtener el perdón.
Os pido, hijas mías e hijos míos, que oréis por el sufrimiento de todo el género humano para que se ablanden esos
corazones duros como témpanos de hielo y miren a su creador y le pidan ayuda
para poder aliviar y remediar tanto dolor y sufrimiento como hay en este mundo.
Salgo a sus caminos para llevarles el amor y la
misericordia del Padre, de mi Hijo y del Paráclito.
Algunos por las oraciones que se hacen por ellos en
sus instantes de dolor vuelven sus ojos a Dios y la alegría de la Trinidad y de
mi Inmaculado Corazón es inmensa porque abren las puertas de su corazón a Dios
para que pueda ir trabajando en ellos
Y en verdad os digo que todo el que acuda al Padre,
al Hijo o al Paráclito o a mi Inmaculado Corazón no es defraudado, hijos míos e
hijas mías.
Y nuestros corazones se llenan de inmensa alegría y
el cielo se regocija en estos hermanos que abren la puerta de su corazón a
Dios. Pero son tan pocos, comparados con la mayoría de las almas que no buscan
a Dios en sus sufrimientos sino al contrario, le echan la culpa de ello y
¡cuántos, hijos míos e hijas mías, le maldicen!
Orar mucho por la conversión de los pobres pecadores
y por el sufrimiento de vuestros hermanos para que en esos momentos de dolor
vuelvan sus ojos a Dios, que es el que los puede ayudar, curar si es bien para
sus almas o remediar sus problemas o necesidades o darles la fuerza para seguir
adelante.
Ahora rezaréis tres Avemarías por todo el sufrimiento
del género humano y en estas tres Avemarías también pediréis por todas las
almas que están muriendo y han muerto en los actos terroristas que ha habido y
en las catástrofes causadas pro la naturaleza y en las guerras.
Ayudar con estas tres Avemarías a estas almas que
están detenidas en el fondo purgatorio, muchas de ellas vayan subiendo
escalones para reunirse pronto con nuestro Padre en los cielos y a todas os
bendigo y a todos, porque no me olvido de mis hijitos, en el nombre de Dios
Padre, que os ama infinitamente y a cada uno y cada una de vosotros y vosotras
os lleva en su corazón.
En el nombre de Dios Hijo, mi Jesús y el vuestro, que
a todos y a todas os lleva grabados en la niña de sus ojos.
Y en el nombre del Paráclito que os ama y prende
fuego a vuestros corazones para que os corrijáis y améis cada día más al Dios
Trino.
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