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jueves, 30 de junio de 2016



MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
 
 11 ABRIL DE 2016



Padre Eterno
Vuestro Padre Celestial se ha hecho presente en este cenáculo dedicado a amarme, adorarme y glorificarme, hijos míos e hijas mías.
Tanto os he amado, he amado y amo al mundo que os di a mi Hijo para que tuvierais vida en abundancia. Descendió de mi seno al seno de María, la Inmaculada, mi Hija predilecta, en el cual tomó carne y desde el seno de María descendió al seno de esta tierra.
En el cual, asumió todas la edades del hombre desde el niño recién nacido hasta la muerte.
Muerte cruenta, muerte horrible de inmenso dolor y sufrimiento como no ha habido ni habrá toda igual por amor a los hombres en todas las edades del hombre, todas, fueron redimidas por mi Divino Hijo, vuestro salvador y vuestro Redentor.
Él pago la deuda que el hombre había contraído conmigo, vuestro Padre celestial y la pagó con inmenso amor dando su vida entera hasta la muerte y su sangre hasta su última gota por vuestra salvación, por la salvación de todo el género humano y por el rescate vuestro pues os rescató de las garras de Lucifer, de las tinieblas y del infierno.
Sed agradecidos y agradecidas a todo un Dios que os ha creado y os ama con infinito amor y misericordia.
¿Qué no daría Yo porque todos mis hijos vieran este gran Padre que tienen que se desvive y se muere de amor con cada uno de ellos?
¿Cómo no os voy a amar, si me deleité en cada uno de vosotros, hijos, al teneros en mis manos, al crearos, al daros forma y vida porque en el soplo del Espíritu Santo que di a vuestra alma, esas almas estaban en mis manos?
Mis ojos se llenan de lágrimas, de infinito amor, de alegría y de gozo con cada alma que creo y que cree y con qué pena y dolor la deposito en el vientre de las madres sabiendo que una mayoría no volverá a Mí.
Porque yo he creado al alma buena y al hombre bueno pero el hombre se envilece y llega a tal su corrupción que su corazón se vuelve tan duro que no quiere oír mis llamadas, mis lamentos, mi dolor por ese alma que se está perdiendo y va camino del infierno.
Orar mucho, hijas mías e hijos míos, por la conversión de los pobre pecadores, especialmente los más endurecidos. Especialmente por los que me conocen y me niegan y dicen no conocerme porque los que no me conocen porque no han oído hablar de Mí y de mi Hijo, su salvación es mucho más fácil que la salvación de las almas que han oído hablar de Mí y de mi Hijo y han pasado de largo, sin hacer caso a nuestro amor, a nuestras llamadas y nos han dejado con el corazón desgarrado de dolor y sufrimiento.
Orar mucho por el Papa para que oiga bien lo que el Paráclito le pone en su corazón y haga lo que el Paráclito les pida y no lo que el hombre le dice.
Orar mucho por las almas consagradas que una mayoría se han envilecido.
Y llevan a las almas por el camino del precipicio que lleva al infierno.
Orar por los agonizantes, por las familias que están desunidas, por los enfermos, por las benditas ánimas del purgatorio y mucho más orar por las que están en el fondo del purgatorio, en lo más bajo.

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