MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
16 ABRIL DE 2016
Jesús
Reine entre vosotros. Esta paz que sólo vuestro Dios
os puede dar porque fuera de Mí la paz no es verdadera. Es una paz falsa
mezclada de sentimientos buenos y mezquinos, una paz que se tambalea. La paz no
puede existir donde no hay amor.
Solamente la paz que os traigo si la cogéis en
vuestro corazón, sólo si la cogéis, os dará calma, bienestar, gozo y felicidad.
Y a nada temeréis, hijas mías e hijos míos.
Esta es la paz que os traigo, mi paz para que estéis
tranquilos en todos los momentos de vuestras vidas pero hay que cogerla con
amor y fe y cerrarla en vuestro corazón.
Yo soy el Buen Pastor. Yo soy el que he dado y sigo
dando mi vida por las ovejas, por cada una de ellas.
¡Con cuánto mimo las cuido y os cuido, os abrazo, os
hablo, os lleno de amor!
Me preocupo y cuido y a ninguna pierdo de vista y en
todo momento estoy pendiente de ellas y de vosotras y vosotros, hijos míos e
hijas mías.
Pero, ¡ay, cuántas ovejas descarriadas hay todavía!
Salgo en busca de ellas y me dan la espalda y corren a su libre albedrío, sin
saber el peligro que están corriendo y que les lleva al borde del abismo.
Orar mucho por la conversión de tantas y tantas
ovejas perdidas que no quieren entrar en el rebaño y tantas son las que caen en
estos tiempos al abismo.
Dentro de mi redil, las ovejas sufren, se caen, se
hieren, yo las cojo, las cuido, las mimo, las levanto y doy bálsamo a sus
heridas.
¡Qué felicidad más grande para vuestro Jesús dentro
del rebaño viendo a mis ovejitas, acudiendo a las necesidades de cada una,
llenándolas de amor para seguir hasta la meta final, de recompensa es la gloria
eterna!
Perseverar hasta el fin, no desanimaros por muchas
turbulencias que vais a pasar, por pruebas muy difíciles, pero hijos míos e
hijas mías, no desfallezcáis. En todo momento estoy Yo junto a vosotras y a
vosotros, seguir firmes hasta el fin que si me sois fieles Yo os daré las
fuerzas para llegar al fin de la peregrinación en la tierra.
¡Qué alegría inmensa para vuestro Jesús es el
encuentro en las puertas del cielo con el alma, en el abrazo eterno en el que
ya vuestro Jesús descansa por ese alma porque al final está con Él eternamente
en la gloria que le ha sido reservada por seguir hasta el fin de su
peregrinación fiel!
A pesar de caídas, de desiertos, de dudas pero lo que
ha triunfado en el alma ha sido el amor a su Jesús, al Padre, al Paráclito y a
mi Madre y ello le ha llevado a mis brazos a las puertas del cielo, por el
abrazo eterno pasando a la gloria que le ha sido reservada.
Ahora os dejo con un hermano que os quiere muchísimo,
que se preocupa de cada uno y cada una de vosotras, que intercede diariamente
junto a vosotras y vosotros por vosotros y por vuestras intenciones.
Padre Damián
La paz de vuestro Jesús y del mío esté en vosotros y
en vosotras, hermanitos y hermanitos.
¿No sabéis quien soy? Soy vuestro Padre espiritual,
en espíritu velo por cada una y por cada uno de vosotros y vosotras.
El Padre me ha dicho que os diga que leáis mi vida,
que muchas no la tenéis leída y que sigáis mi ejemplo.
Mi vida fue sencilla en la tierra, pobre pero
sencilla.
Dedicada a los pobres enfermos de lepra, a los repudiados
de aquellos tiempos en que también se les llevaba lejos de las ciudades para no
contagiar a los pueblos y ciudades.
¡Qué pena sentía mi corazón al ver tanta humillación
en persona enfermas que necesitaban el cuidado y el amor de sus semejantes y hermanos
y en cambio eran repudiados y llevado lejos para no contagiar a las
poblaciones!
¡Qué miedo ha tenido y tiene el hombre a las
enfermedades contagiosas como la lepra u otras parecidas!
Pero el hombre no tiene miedo a otras enfermedades
cancerígenas que son peor que la lepra y todas las enfermedades del mundo que
corroen el alma y las llevan al infierno, el libre albedrío y el mundo como
está ahora, hijos míos.
Esa es la lepra que hay que temer, no la lepra de la
enfermedad sea cual sea la enfermedad. No tener miedo al acercaros al enfermo, a
hacerle una caricia, a darle vuestro amor, vuestra compañía, que tantos
enfermos están necesitados de una palabra de aliento, de una sonrisa y de una
caricia.
Consolar y visitar a los enfermos llevándoles en vuestro
corazón, en vuestro amor a Dios y a vuestra Madre Inmaculada.
No a todos se les puede hablar de Dios y de nuestra
Madre pero les habla el amor que os lleva a ellos, la caricia, la compañía, la
ayuda y el consuelo que se les da y vosotras, hijas mías por ser e hijos míos por
ser vuestro padre espiritual en el cielo y hermanas y hermanos míos porque soy
vuestro hermano. Hacerme caso, hijos y hermanos míos.
Dejad al jardinero de vuestra corazón y de vuestra
alma, dejad arrancarle, dejad que os arranque las escamas de la lepra que cubre
vuestros corazones, para que podáis entender y comprender y saber bien lo que
el Padre quiere de cada uno y de cada una de vosotros y de vosotras, y entender
cada palabra que se os dice, cada consejo que se os da, lo que debéis de hacer
y el camino que debéis de seguir.
Despojaros de todas las cosas de este mundo, y
vestiros de todo lo de Dios, ayudaros entre vosotros y vosotras de la forma que
necesitéis o necesiten los hermanos y las hermanas;
La caridad empieza dentro, dentro del corazón del
grupo, y se va abriendo, abriendo, abriendo, y sale como rayos inmensos de luz
fuera de él, y lo que hacéis entonces no os empequeñecerá, sino que se
multiplicará; las obras como las estrellas del cielo.
Amaros, aceptaros tal y como sois cada una y cada
uno, ayudaros; y ser todos y todas uno en nuestro Cristo nuestro Señor, nuestro
amado y buen Jesús.
Esta es la familia de Cristo, en ella sois verdaderos
hermanos, más que de sangre; porque sois hijos de un mismo Padre, de un mismo
Dios, y El os ha reunido en el grupo grande en el cielo de los Sagrados e
Inmaculados Corazones.
No hay cosa más grande que el corazón de todo un
Dios, el corazón de Nuestra Madre, corazones hechos de amor, en los cuales os
tenéis que sentir orgullosos, porque sois de los Corazones de Jesús y de María;
el corazón es lo que da la vida, si el corazón se para os morís, el corazón de
todo un Dios nunca ha parado ni parará jamás; y cada latido del corazón son
latidos de amor a su grupo y a todos los hombres.
Sois almas privilegiadas, almas escogidas para una
gran misión que está por venir, y que Jesús y María, la divina Pastora y el
divino Pastor de las almas os va formando poco a poco para esta gran misión,
ser dóciles y obedientes a sus enseñanzas y caminar todos juntos unidos, porque
no camináis en cualquier camino, no.
Camináis en algo muy grande en que no todos los
hombres caminan en éste camino, camináis en las huellas ensangrentadas de
Jesús, pero dentro de los corazones de Jesús y de María, recordarlo; vuestro
camino lo estáis haciendo dentro de los corazones de Jesús y de María; almas
privilegiadas.
¡Que no tenéis consciencia de dónde de estáis, no
sois conscientes de quién viene, de con quién estáis y dentro de dónde estáis,
que estáis dentro del mismo corazón de Cristo, y del mismo corazón de su madre
y nuestra, la Inmaculada y Purísima Concepción!
Aprended de éste pobre hermano vuestro y vivid en las
cosas de Dios y despojaros de todo lo mundano y todo lo que es de éste mundo, y
vivid dentro de Dios que es donde estáis, llevando a Dios a los pobres enfermos
con vuestras obras en la mayoría, en vuestras palabras de aliento de amor y
misericordia, con vuestras caricias, vuestra dulzura y vuestra humildad y
vuestro consuelo.
Y practicad el amor fraterno entre vosotros,
ayudaros, todos en uno para que vuestras obras se multipliquen como las
estrellas del cielo.
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