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jueves, 1 de septiembre de 2016

MENSAJE PARA EL GRUPO DE ORACIÓN 
SAGRADOS E INMACULADOS CORAZONES
 
4 JUNIO DE 2016



Jesús
Hijos míos, vuestro Padre Celestial como ya os he dicho en el anterior mensajes ha hecho morada en este grupo formado por nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones.
Mi Madre está puesta a su derecha y Yo, el Hijo, a su izquierda.
Gracias por el consuelo, el alivio, el gozo y la reparación que hemos recibido esta tarde en ellos.
Nuestros Corazones se llenan de alegría, de júbilo, de las almas fieles que nos aman. Ellas son nuestro consuelo, ellas son el hombro donde reposo mi cabeza. Ellas son el descanso de mi Madre y en estas almas y en vosotros, nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones se llenan de alegría y de gozo.
¡Ay hijos míos, hija mía e hijas mías, no sabéis el dolor tan agudo, cada vez que reciben nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones de la ingratitud y la perversidad del hombre!
El hombre en vez de recapacitar y de volver su mirada a vuestro Jesús, al Padre y al Paráclito se ha embrutecido y envilecido más .
Esta tierra en la que vivís; esta tierra que el Padre os dio con tanto amor se ha llenado de dolor y de sufrimientos de tantos y tantos hijos como lo están pasando mal.
Tantos hijos en el paro; tantos hijos llenos de egoísmo que sangran a sus padres y no piensan nada más que en ellos. Tantos hijos que parecen buenos y ellos viven cómodamente y a los padres o madres si son viudas o viudos los dejan vivir con apenas nada para llegar a cubrir gastos y comida.
¡Ay, estos hijos cuántas cuentas van a tener que darme!
Hijos avariciosos, egoístas que cuánto más tienen más quieren.
Hijos que sangran a sus madres y padres llevándolos a la ruina.
Hijos que agreden a sus padres maltratándolos y dándolos malas contestaciones
Mujeres que matan a sus hijos en sus vientres.
Hombres que han perdido toda conciencia, roban y matan sin ningún miramiento.
Que os voy a decir de los gobernantes de la tierra. Todos miran por ellos mismos y a los pueblos los tienen pasando hambre y necesidad y todos ellos se llenan los bolsillos.
¡Qué dolor ver tantas almas consagradas que están incumpliendo el sacramento y las promesas que hicieron en él!
También por la avaricia y la codicia del dinero descuidando a las almas y trabajando par ellas mismas.
Y descuidando a la Iglesia, a la Iglesia que forme con mi sangre y mi cuerpo desgarrado y clavado en la cruz dejándola por tierra. Dando mal ejemplo a las almas.
Y tantos médicos egoístas que no piensas en el bien del enfermo, en su salud, solamente en ganar dinero.
Todo el planeta está corrompido, las tinieblas cada vez más espesas se ciernen sobre el planeta tierra. A penas se ve sólo las lucecillas de las almas fieles que nos aman y de los grupos de oración, los que nos son fieles en ellos porque muchos tampoco lo son y nuestros corazones se desgarran más.
Son las luces de dan luz ante tanta tiniebla.
Orar y estar preparados.
Un acontecimiento os viene.
Orar para que sea suavizado o quitado.
No os digo ni aquí ni allí pero algo grande de dolor os viene.
Todo está dicho aquí y en los lugares que nos hemos manifestado y donde nos manifestamos. No queda nada para que sé los primeros acontecimientos y el primer evento que es el Aviso está aquí.
Prepararos que vuestras almas estén limpias. No acostaros ni una noche sin pedir perdón por vuestros pecados y orar con la oración que os di de la Preciosa Sangre.
Para que vuestras almas queden limpias como la nieve.
¡Cómo el hombre puede decir que mi Sagrado Corazón y el Inmaculado Corazón de mi Madre y vuestra no sufre, se desgarran de dolor al ver tanto pecado, tanta perversidad, tanta llamada al hombre y no volver su mirada a nosotros!
Porque la mirada que nos echa es de desprecio y de odio.
Sólo vosotros y vosotras las almas  fieles y las almas fieles de los grupos de oración y los sacerdotes, almas consagradas santas son los que aliviáis, consoláis, reparáis a nuestros Sagrados e Inmaculados Corazones y vuestros hombros son los descansos de vuestro Jesús y de mi Madre.
Yo os bendigo y limpio vuestra almas de todo pecado, de toda mancha en mi Preciosa Sangre que es derramada por mi Madre sobre vosotros quedando todos como en el día que fuisteis bautizados.
Yo os bendigo, hijitas mías, en el amor, el poder y la fuerza de Dios Padre que está en medio de vosotros.
En el poder, en la fuerza y en el amor y la misericordia de vuestro Jesús, el Hijo del Dios vivo, que está en medio de vosotros.
En el poder, el amor y el fuego que sale de la portavoz que es el Paráclito que está en medio de vosotros.
Y en la llama de amor del inmaculado Corazón de mi Madre y vuestra para que arda en vuestros corazones.
Quedaos en mi paz y en mi amor.
En la paz y el amor del Padre.
En la paz y el amor de mi Madre y del Paráclito.

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